La película Malasaña 32 de Albert Pintó vive entre dos tierras. Encierra un drama dentro de una película de género, pero se pierde en el gusto excesivo por el susto fácil a pesar de respirar un clasicismo que promete buenos filmes de género en los próximos años. Aquí tenéis nuestra crítica de Malasaña 32.
Sinopsis de Malasaña 32
Corre el año 1976. El matrimonio Olmedo deja atrás su vida rural en busca de prosperidad para instalarse en el barrio madrileño de Malasaña. Los acompañan sus tres hijos y el abuelo Fermín. La transición augura un Madrid de cambio y esperanza, y su nueva casa, en el número 32 de la calle Manuela Malasaña es la mayor de sus ilusiones. Lo que no esperaban era encontrar una casa maldita.
Crítica de Malasaña 32
El año pasado Pascal Laugier presentaba “Ghostland”, la última de sus enfermizas locuras cinematográficas, que comienzan a servir de epílogo a aquella corriente que James Quandt denominó como la New French Extremity. El director francés mantenía la esencia de su gore dramático que ha perdido intensidad y vueltas de tuerca en torno al género de terror con el paso del tiempo. Como pura ambientación situaba el travestismo como un recurso narrativo. Pero intentar encajar reivindicaciones sociales legítimas y admirables en una película de terror tan al uso y con tanta vehemencia como en Malasaña 32 es realmente una mala idea. Decía Lovecraft que “la emoción más antigua y más intensa de la humanidad es el miedo, y el miedo más antiguo y más intenso es el miedo a lo desconocido”, así que leyendo a ese genio me he dado cuenta de que el género de terror tiene mala mezcla con los asuntos mundanos y las reivindicaciones sociales propias de cada tiempo. La mezcla que propone “Malasaña 32”está lejos de funcionar, y aquí nuestra crítica de Malasaña 32.
Albert Pintó dirige Malasaña 32
La película de Albert Pintó plantea una politizada trama envuelta en una clásica cinta de casas encantadas. Relata hechos reales, pero sin referente, reivindica la identidad sexual a través de entes del más allá y rememora épocas de cambio sin aportar nada nuevo. Su narrativa y su fotografía exploran terrenos ya asfaltados por los trabajos de James Wan y conforma un estilo que Paco Plaza explotó con un estilo más personal y artístico en “Verónica”. A pesar de los interesantes y a veces logrados intentos del director catalán por emular la angustia urbana del cine polanskiano, la película se queda en la superficie y de sus planos y secuencias reverberan los aromas de “Al final de la escalera”, “Poltergeist”, o “La semilla del diablo”. Pero se echa mucho de menos un trabajo de fotografía más logrado y menos convencional, o un guion que sujete algo que me impresione o me conmueva.
Los sustos de Malasaña 32
La canica que cae por las escaleras, la mecedora al lado de la ventana, o la peonza que parece querer abrir la caja de pandora bajo maderas resonantes y resquebrajadas, son un gran acierto y se comportan como personajes principales de la trama. El director ha deseado y logrado crear suspense e inquietud mediante planos reposados de estos protagonistas inanimados, pero un guion muy pobre y lleno de prejuicios echa por tierra este trabajo cinematográfico.
Sí se aprecia un exquisito gusto por las texturas de un edificio que parece hablar de los terribles hechos que allí ocurrieron, que parece esconder el aroma de la muerte en sus crujientes escaleras, en la puerta de un sótano de los horrores y en la mirada de una joven fotografiada a principios del siglo XX, que cuelga de la pared.
El naturalismo y el costumbrismo de los personajes, en su llegada a Madrid allá por 1976, dejando atrás su vida rural, se mezcla con un estilo muy actual y convencional que más que aportar nuevas sensaciones al género, se repite incansablemente.
El reparto de la película de terror
La representación actoral de la película Malasaña 32 cuenta con la inestimable presencia de un indispensable en el cine de terror nacional e internacional. Javier Botet interpreta por primera vez en mucho tiempo un personaje humano, después de sus admirables exégesis como la niña Medeiros en “Rec” (Paco Plaza, Jaume Balagueró, 2007), o sus trabajos en “IT” e “It 2” (Andy Muschietti), o “Historias para contar en la oscuridad” (André Ovredal). El matrimonio Olmedo, interpretado por Iván Marcos (“Fariña, 2018) y Beatriz Segura (“La caza. Monte perdido”, 2019), se acercan con precisión al naturalismo y costumbrismo propuesto por el guion.
Opinión final de Malasaña 32
El resultado final de Malasaña 32 es una mezcla desigual, más preocupada por el susto fácil a base de golpe musical y de sonido, que no termina de convencer como drama ni contesta a las expectativas de una cinta de género, pero sí me deja la curiosidad por ver cómo resolvería Albert Pintó una hipotética y futura película exclusivamente centrada en el género terror.
Tengo que dejar claro en esta crítica de Malasaña 32 que me gusta su estilo y sobre todo sus intenciones de acercamiento al cine clásico de miedo. Al plano y al tempo como expresiones máximas del suspense.