Vuelve El Grinch a la gran pantalla, pero esta vez lo hace de la mano de los creadores de Los Minions. Una historia navideña con moraleja sobre el rechazo que hará las delicias de los pequeños de la familia, no tanto de los padres que les acompañen. Sí señores, ¡ya está aquí la temida Navidad y nuestra crítica!
El Grinch: se cancela la Navidad
Por mucho que le fastidie, y al igual que los renos, las luces y los mazapanes, llega otra vez por Navidad un personaje verde, peludo y gruñón que se hace llamar El Grinch. Un personaje al que no le gusta nada de nada esta época del año donde todo el mundo parece tener que pasarlo bien, ser feliz y bondadoso.
Su mal carácter chocará una vez más con el colorido, musical y entrañable ambiente en el que sus vecinos pasan las fiestas pero, como también es costumbre, no está dispuesto a soportarlo ni una Navidad más. ¿Y cómo lo va a impedir? Robándoles los regalos de Papa Noel, también conocido como Santa Claus.
El Grinch (2018): Crítica de la película
El gran problema de la cinta es que es excesivamente infantil, basando estrictamente toda su trama en el cuento original de Dr. Seuss(1957). La intención de los creadores de Los Minions en la que nos ocupa, no es otra que mantener entretenidos a los peques. Para ello utilizan la versión más amable de este ya mítico personaje y se valen de una enseñanza facilita de entender por todos los públicos.
El resto de espectadores que se acerquen a este nueva entrega deEl Grinch (2018) se aburrirán soberanamente con una trama naif, tan dulce como un polvorón y demasiado blanca. Para nada han sabido explotar las grandes posibilidades que brinda este personaje, que son muchas. Un tipo cascarrabias, gruñón y rencoroso que odia la Navidad con todas sus ganas; es más, odia a la gente en general. Bajo esta fórmula los momentos divertidos se cuentan con los dedos de una mano.
Su único acierto será el contextualizar el porqué de ese odio irracional hacia las fechas navideñas: Sus solitarias y tristes navidades siendo un crío que le marcaron para siempre. Una sabia manera de humanizar al personaje que una vez más se desaprovecha al hacer su tramo final bastante simple y esperado, que además contiene una moraleja de lo más vista: la verdadera Navidad no está en los regalos, sino en compartir lo que tienes con los demás. Sin duda, una mala construcción de lo que es un buen villano de animación.
El Grinch (2018): Quién está tras el proyecto
Peter Candeland debuta en la dirección de largometrajes que co-dirige junto a Yarrow Cheney (Mascotas), y que cuenta con un guión de Michael LeSieur (Las apariencias engañan, El atraco). Los tres construyen un relato típico, infantil y demasiado anticuado, que no cambia ni un ápice del cuento de los años 50. Quizá su mayor fallo; aunque si la intención de Illumination y Universal era la de contentar al público infantil y que los padres pasen por taquilla, no hay duda que lo van a conseguir.
Por otro lado, la voz de El Grinch viene de la mano del actor Benedict Cumberbatch (Vengadores: Infinity War, Sherlock), en la versión internacional de la cinta. En la versión en castellano se ha elegido al actor Ernesto Alterio (La sombra de la ley, Perfectos desconocidos).
El Grinch (2018): Opinión final
Con la película El Grinch (2018) estamos ante un proyecto de animación que presenta buenas intenciones, que cuenta con un personaje protagonista con posibilidades infinitas, pero en la que no se arriesga ni un ápice. Si la intención es hacer taquilla la idea es buena; si lo que se quiere es hacer una película que permanezca en la cultura cinematográfica popular, más allá de la salida del cine, este es un malísimo ejemplo de buen cine de animación.