“Perfectos desconocidos”, la nueva propuesta de Álex de la Iglesia, plantea la adicción y dependencia que existe en la actualidad con el uso de los teléfonos móviles mediante un divertido juego donde todos los secretos de sus protagonistas saldrán a la luz. Una auténtica bomba de relojería.
Sinopsis
Como si de un western se tratara comienza la acción de esta película en el mismo momento que los personajes desenfundan sus móviles, los colocan en el centro de la mesa. A modo de ruleta rusa comienza la partida. A partir de ahora todo lo que llegue a sus móviles desde ese preciso momento -sms, llamadas, whatsapp- será de dominio público. Ya no hay vuelta atrás. Si te retiras de la partida serás tan culpable de tus pecados como si la juegas hasta el final.
Este es el arriesgado juego que presenta la nueva película de Álex de la Iglesia: Perfectos desonocidos. ¿Te atreves a probarlo en las próximas cenas navideñas entre tu grupo de amigos?
Crítica de la película
Pocos directores, a nivel nacional e internacional, pueden presumir de dirigir varias películas en el mismo año y, lo más importante, que ninguna de ellas sea un auténtico fiasco ideado tan sólo como vehículo comercial para recaudar en taquilla. Este es el caso de Álex de la Iglesia, un director controvertido y con un estilo propio muy marcado, que puede tener mayor o menor éxito entre el público, pudiendo gustar más o menos sus propuestas, pero que desde luego no deja indiferente.
Si en abril de este mismo año se presentó ante el público con un thriller cómico titulado El bar, donde se respiraba su característica visión cinematográfica al más puro estilo “La comunidad” o “El día de la bestia”; tan sólo ocho meses después regresa a la cartelera con su primer remake, una apuesta arriesgada titulada Perfectos desconocidos.
Esta película es la adaptación, con final made in “de la Iglesia”, de una exitosa comedia italiana –Perfetti sconosciuti (2016)- y la podremos disfrutar esta Navidad con un reparto repleto de caras conocidas: Belén Rueda, Eduard Fernández, Juana Acosta, Eduardo Noriega, Pepón Nieto, Ernesto Alterio y Dafne Fernéndez.
Con la inocente excusa de una cena de amigos dará comienzo un intrigante juego donde todos los secretos de este pequeño grupo de amistades amenaza con salir a la luz. Una cinta que no tarda en crear un atmósfera completamente agobiante e inquietante al reducir toda su acción y posibilidades a un pequeño comedor. Todos los personajes se sitúan alrededor de una mesa para comenzar con un curioso “quién es quién”. No hay escondite posible, las cartas estarán siempre sobre la mesa.
Una película que usa, y denuncia al mismo tiempo, la adicción que existe actualmente con los dispositivos móviles. Partiendo de esa “excusa”, aceptada socialmente, plantea a modo de comedia temas tan importantes como la traición, la confianza y la hipocresía. Y cómo no, quizá lo más importante, el tratamiento de la intimidad del individuo en una sociedad que vive expuesta a diario a las redes sociales. ¿Dónde están los límites?
Una propuesta comedida e intimista para un director como Álex de la Iglesia que se encuentra súper cómodo en grandes escenarios e ideas tan locas como “Mi gran noche” -esta quizá, una de sus peores propuestas hasta el momento-. Todo un reto que logra pasar notablemente.
El director se propone que el espectador tenga cada gesto, cada movimiento, cada guiño, cada punto de vista todos sus personajes, y para ello coloca la cámara en este reducido entorno de mil y una maneras -una de las cuestiones más interesantes de la propuesta-. Planos y más planos para que el espectador sea el único que tenga toda la información, y así jugar con cierta ventaja con respecto a sus propios personajes. De este modo logra dotar de un dinamismo insólito a un guion que originariamente fue ideado para representarse teatralmente. Gracias a ese obsesivo y minucioso trabajo de dirección y montaje, conseguirá que finalmente “Perfectos desconocidos” funcione como un reloj, logrando que la tensión vaya en aumento, de forma inevitable, en la sala de butacas.
Ya sólo queda disfrutar del controvertido contenido de unos móviles que están “on fire”.