‘Underworld: Guerras de sangre’, la quinta entrega de la saga, esconde tras la excusa de luchas entre vampiros y licántropos un verdadero culebrón venezolano.
Crítica de ‘Underworld: Guerras de sangre’
Igual que ya han llegado los primeros títulos de sobresalientes del año, La ciudad de las estrellas. La La Land y Silencio, también ha llegado la primera película en suspender por todo lo alto, eso sí. Un año precoz, no hay duda. Se trata de Underworld: Guerras de sangre, vale que nadie puede esperar una película seria bajo el alargado manto de esta saga vampírica pero esto ya es demasiado… ¿Qué encontraremos en esta quinta entrega de Underworld? Pues más leña de culebrón, porque aunque camuflada entre vampiros y licántropos lo que tendremos es eso, trama típica de culebrón venezolano repletas de hijos secretos, hijos perdidos, embarazos no deseados, líos de cama, amores imposibles, familias enfrentadas, arpías, prostitución, drogas. ¿Alguién da más? Pues sí. Si a todo esto le sumamos resurrecciones, inmortalidades, misticismos varios y más de una visión premonitoria o retrospectiva, lo que obtendremos es un cóctel explosivo difícil de digerir. Ahora bien, de lo puro mala que es te echarás unas risas.
En esta ocasión y como no podría ser de otro modo, Selene (Kate Beckinsale) seguirá encabezando el conflicto milenario que enfrenta a vampiros y hombres lobo. Ambos bandos intentarán sonsacarle el paradero de su hija, aunque ella lo desconozca, ya que la sangre de la joven parece ser muy valiosa. Su único aliado en esta nueva batalla será David (Theo James), dispuesto a darlo todo por protegerla. Y esto es todo amigos. Este es el sólido argumento desarrollado en la cinta. No exento de dejar algún cabo suelto para continuar con la próxima entrega que ya daría la número seis.
Dirigida por Anna Foerster (Outlander, Mentes criminales) y escrita por Cory Goodman (El último cazador de brujas), nos encontramos ante la peor película de la saga. Una saga que si le queda algún adepto promete con exterminarle de puro bochorno si termina entrando en la sala de cine. Y es que la película lo tiene todo en contra: el guion es nefasto o inexistente; los efectos especiales en ocasiones provocan la risa por lo mal resueltos que están; bastantes escenas no vienen ni a cuento o son brutalmente absurdas (ojo al momento nos disparamos como locos el uno al otro y aquí no pasa ná). Vamos que el tema no hay por donde cogerlo y deja al descubierto ya no signos de agotamiento, directamente lo que pide a gritos esta saga es una resurrección -algo que a sus protagonistas parece resultarles bastante sencillo de lograr por otro lado-. Lo único salvable de Underworld: Guerras de sangre serán algunas de las coreografías de lucha, sinceramente bien resueltas, pero ya está.
En cuanto al reparto vuelve a estar encabezado por Kate Beckinsale en el papel de Selene. Entiendo que la actriz le guarde cariño a la saga, arrancó con ella en 2003 y quieras que no ha crecido en Hollywood con ella. Ahora bien, también será consciente de que el tema no da para más aunque sea de bien nacidos ser agradecidos. También es verdad que a nadie le amarga un cheque a fin de mes. En esta Underworld: Guerras de sangre tendrá de compañero a Theo James, el pobre tiene mala suerte… primero fue la saga Divergente, el público no la apoyó y decidieron pasar la última entrega por la televisión, y ahora le vuelve a tocar la china con Underworld.
Y poco más que añadir. Con las buenísimas opciones que nos da la cartelera este fin de semana ya son ganas de gastarnos los nueve euros de la entrada en esta película.