Will Ferrel y Mark Wahlberg se reencuentran en esta segunda parte, dos padres por desigual, presentando en la ficción a sus respectivos padres John Lithgow y Mel Gibson en estas fechas tan navideñas. Dos padres por desigual es la comedia familiar perfecta para estas fechas.
En Padres por desigual, conocíamos a Brad Whitaker (Will Ferrel), personaje blandengue y bueno, tan bueno, que era tonto, cuyo objetivo principal en la vida era lograr que sus hijastros le aceptaran. A este padre postizo se le complicaron las cosas cuando Dusty Mayron (Mark Wahlberg), el machote padre de las criaturas, tan cargado de testosterona que era tonto, apareció en escena.
Ahora, en Dos padres por desigual, entran en escena los palos de donde se desprendieron las astillas: Don (John Lithgow), extremadamente bondadoso, afable y deseoso de mostrar sus emociones; y Kurt (Mel Gibson), extremadamente áspero, cínico e incapaz de preocuparse por el prójimo. Dos reactivos que pondrán a prueba el co tutorazgo de los críos justo cuando deciden, en vez de duplicar fiestas y regalos por la época festiva que nos toca, juntarse las dos familias para pasar las Navidades. Y, al igual que el roce hace el cariño, en este caso hará saltar las chispas de los rencores ocultos de cada padre.
Crítica de “Dos padres por desigual”
Sinceramente, si me tocara elegir una película navideña para llevar a toda la familia, la ganadora sería sin duda Dos padres por desigual. Es tan inesperadamente divertida como simpática, y supera la prueba de “muerte por exceso de dulce”. Una película que, lejos de ser lo peor que se puede encontrar en cartelera, es una pequeña joya del entretenimiento. Entretenimiento en sí. Ni más ni menos. Absolutamente suficiente y, lo más importante, una magnífica opción de cartelera.
En esta época en la que la familia trata de reunirse -cuando se lleva bien-, o se obliga a reunirse -cuando ni se llevan-, acudir al cine es una vía de escape magnífica. Dos padres por desigual llena ese incómodo espacio donde cualquier espectador puede ser su público objetivo. Ese momento familiar en el que a cada uno es partidario de un género y, no se sabe cómo, alguien propone una comedia ligera. Algo para todos. Niños, abuelos, padres, adolescentes, tíos… Todos, incluyendo, y tratando el tema además, del nuevo tipo de familia contemporáneo que rompe con el concepto tradicional.
De hecho, este nuevo tipo de familia es la excusa perfecta para contar una cómica historia en la que, dos familias distintas, que tienen en común los hijos de sus anteriores relaciones, se juntan para tratar de brindarles a sus retoños una única Navidad. Nada de repartirse fiestas, duplicar regalos, echar de menos a papá o a mamá. De esta forma, Will Ferrel y Mark Wahlberg, harán creer al espectador que son unos fantásticos y comprensivos “copadres”, capaces de dejar atrás cualquier diferencia, para lograr que sus hijos pasen una Navidad memorable. La inesperada llegada de sus respectivos padres, John Lithgow y Mel Gibson, harán sacar a la luz los verdaderos sentimientos de cada uno, creando situaciones cómicas, inesperadas, que finalizarán con un agradable toque moralizador y una pizca de sentimiento navideño.
Estos padres logran convencer al público
Pese a todo lo convencional que pueda parecer, y por más que pueda ser repudiada por la crítica especializada, Dos padres por desigual, merece su visionado justo en el momento en que es estrenada. Merece la pena entrar en una sala de cine, rodearse de desconocidos, y reírse juntos. Y, si es posible, también en familia.
El director y guionista de esta película, Sean Anders, tiene muy pillado el género con el que se ha labrado su carrera. Como guionista (Los Miller, Como acabar sin tu jefe 2, Jacuzzi al pasado…) y como director (Desmadre de Padre, Padres por desigual…), Sean Anders sabe llevar los proyectos de entretenimiento convencional con la precisión quirúrgica necesaria para satisfacer a la mayoría. Su virtud consiste en proporcionar la dosis justa de lo que cada tipo de espectador requiere. Así el público infantil recibirá con agrado las escenas de golpes tontos o caídas absurdas, mientras que el adulto apreciará el argumento y las situaciones creadas por los protagonistas.
Una de las magníficas sorpresas que encierra esta cinta son los pequeños detalles, o intenciones, que van más allá del convencionalismo. Así habrá algunos destellos de feminismo, toques de humor nada típico, y hasta guiños al colectivo homosexual.
Tan buen rato hace pasar la película deDos padres por desigual que logrará desperar el interés por su predecesoraPadres por desigual.