Will Ferrell irá a la cárcel y el bueno de Kevin Hart le ayudará a prepararse en “Dale duro”, una distendida comedia de prometedor arranque y regular desarrollo ofreciendo más humor de lo que cabría esperar.
Dale duro: Sinopsis
Will Ferrell (James) y el menos conocido humorista Kevin Hart (en lo que refiere a españa porque en twitter el colega tiene casi veinte millones de seguidores), son los protagonistas de esta comedia típicamente veraniega. Situaciones disparatadas, algún que otro toque crítico, las excelentísimas interpretaciones humorísticas de sus protagonistas y unas acertadas dosis de gamberrismo que incluyen la imagen explícita de un pene, componen en líneas generales la esencia de esta Get Hard o “Dale duro”. Un par de palabras con las que se puede jugar para ser usadas con doble sentido… ¿No necesitarán que les explique todo?
Dale duro: Crítica
El prometedor comienzo que menciono al abrir la crítica es debido a una sucesión de escenas comparativas entre la lujosa vida de que lleva James (Will Ferrell) y el modesto nivel de vida de Darnel (Kevin Hart). El primero, moviendo dinero como el que mete un calcetín en la lavadora y el segundo, desviviéndose por sacar adelante un negocio de lavado de coches incrustado en un aparcamiento subterráneo. El rico, blanco, y lleno de prejuicios (y más tonto que hacerse un bocata de chapas) y el humilde, negro, con una hija en un colegio a los que hay que entrar a través de arcos detectores de armas. ¿El nexo de unión entre estos dos mundos? Adivinad quien le lava el coche a quién.
La premisa de la película Dale duro (2015), un hombre rico que es acusado por estafa y malversación (fácilmente identificable con la política española), un jodido pijo que se cree por encima de los negros y los pobres (para él todos los que no tienen unos cuantos de kilos en el banco), entrará inevitablemente en la cárcel. Y no en una cárcel cualquiera. En nada más y en nada menos que la penitenciaría de “San Quenten”, una de las prisiones con peor fama de EEUU y sobre la que el célebre Johnny Cash escribió una canción (y también actuó), pues el mismo fue residente.
Ya le advierte Kevin Hart al futuro presidiario Will Ferrrell “ahí te van a dar pero bien” o “Get hard”. Vamos, que le van a coger pero bien fuerte… y eso, joder, eso es lo que deseamos todos los ciudadanos de bien que les pase a todos los delincuentes “de guante blanco”. Que les den pero bien duro. No obstante, Will Ferrell siempre se las arregla para, aun interpretando al ser más despreciable que utiliza los funerales para ligar (The Wedding Crashers), o siendo un presunto ladrón (y un confirmado racista, gilipollas, prepotente, egoísta), darle la vuelta a la tortilla y conseguir meterse al público en el bolsillo por la naturalidad de su interpretación y por la redención del personaje de mano del personaje del espontáneo de Kevin Hart.
Un placer de posibilidades se ve en cuanto Kevin se convierte en el mentor de Will. Objetivo: Lograr la superviviencia carcelaria de tan asqueroso personaje a cambio de una importante suma de dinero. Riqueza que conservará a pesar de su acusación de fraude preferentístico, pues, como pasa en la vida real, antes le romperían el ano en prisión que perdiese su fortuna. Así Darnel, que es negro y como tal James da por supuesto que ha estado en prisión, se convertirá en el guía idóneo para prepararlo durante el mes previo a su ingreso penitenciario. Darnel convertirá su hiper lujosa mansión en una penitenciaría de alta seguridad, convertirá al servicio (todo inmigrantes para seguir reflejando la vida misma) en guardianes y le obligará a entrenar duro para hacerle tan duro que nadie le pueda dar por el ojete.
Tras descubrirse que Get Hard apuntillará las diferencias sociales pero no incendiará un debate ético a través de la crítica humorística, habremos de conformarnos con una sucesión de entretenidas escenas formadas por divertidos sketches. Will Ferrell y Kevin Hart, auténticos maestros de la comedia y la palabra (son ágiles, dinámicos, frescos), llevarán al extremo sus personajes hasta sacar la carcajada al espectador en no pocas ocasiones. Y es que cuando una pareja de cómicos funciona se nota y te lo hacen notar. Ya pueden estar interpretando la escena más absurda, más increíble, tan ridícula que pueda dar vergüenza ajena, que estos dos virtuosos (un poco más el bueno de Will, pero tampoco menos el ágil de Kevin) hacen que funcione a la perfección para hacértela comer con patatas. Eso sí, (y aquí viene la parte difícil en España), habrá que verla en versión original para disfrutar de estos matices para que Dale duro tenga la escucha actoral apropiada y su consiguiente ritmo cómico.
Dale duro cuenta con un humor muy ligero. Tiene brotes de auténtica locura y en ciertas ocasiones juega con lo tróspido (vamos, que no tiene problemas en hablar abiertamente de mamadas y mostrar por unos instantes un gran pene) y por increíble que parezca no caer en lo chabacano. O si lo hace, lo justifica lo suficientemente bien como para provocar la risa en vez del rechazo (o ambas), evitando con facilidad la tentación de buscar la hora en el reloj. Un reloj que avanzará sin nuestra mirada hasta pasada la hora y media demostrando que es posible pasar un buen rato si uno sabe lo que cabe esperar. Y eso que el cartel promocional puede provocar un pequeño rechazo a primera vista…