Kevin Hart, el cómico de moda en Estados Unidos, se une al carismático Dwayne Johnson en una película que apuesta más por una trama insulsa que por el humor que se le presupone.
Crítica ‘Un espía y medio’
Un espía y medionace de la mezcla que ha funcionado desde hace décadas en Hollywood. Una estrella de acción junto a un cómico unen sus fuerzas en ese subgénero que es la buddy movie y que tantas alegrías ha dado al espectador más mainstream. No es la única cinta de estas características que podemos ver en la cartelera actual. Shane Black nos brindó hace unas semanas la reivindicable Dos buenos tipos. El film que nos ocupa no es tan nefasto como su tráiler apuntaba, pero acaba siendo insatisfactoria por las decisiones tomadas en el guion.
La película apuesta por una trama de espionaje complicada para lo que se espera de una comedia, que juega al engaño y que resulta tediosa cuando lo que demanda el espectador es reír. Los guionistas rebajan la comedia al mínimo, con pocos momentos resaltables. Además, su humor es demasiado blanco, echando de menos gags cargados de mala leche que son sustituidos en pos de un humor blanco que subraya el mensaje que vende la película en todo momento: no al maltrato. De esta manera, y con su noble intención, el personaje interpretado por Dwayne Johnson resulta ser una suerte de patito feo que hace piña con una exitoso compañero que ha visto como sus expectativas vitales no son lo que esperaba al terminar el instituto.
El director Rawson Marshall Thurber, responsable de éxitos como Somos los Miller o “Cuestión de pelotas”, conduce la cinta de manera correcta sin esmerarse en las escenas de acción, siendo estas completamente funcionales, algo normal y nada reprochable en un film de estas características donde lo importante es la comedia, aunque aquí haya que buscarla.
La química entre Hart y Johnson es excelente, algo fundamental en el subgénero. A pesar de no ser muy conocido en nuestro país, Kevin Hart es una estrella en Estados Unidos. En este caso sus histriónicas maneras no cansan como en ocasiones anteriores, quizá por el personaje que tiene entre manos. Pero el auténtico valedor de la película es un Dwayne Johnson que sigue mostrando sus valores para la comedia y su más que consolidada figura como héroe de acción. Su carisma inunda todo el metraje y es un gusto cada vez que aparece en pantalla. Tan solo él es capaz de levantar un guion mediocre y hacer más llevadera una película que se queda a medio gas.
“Un espía y medio” se presenta como una buddy movie de manual, pero resulta ser una película blanca con mensaje positivo y final sonrojante. Aquellos que busquen comedia saldrán decepcionados y los que además piensen encontrar acción verán menos de lo que esperan. Quizá su público objetivo, los adolescentes ociosos, vean algo positivo, aunque solo sea un protagonista carismático.