Dolor y gloria, la nueva propuesta autobiográfica de Pedro Almodóvar, llega a la cartelera precedida por grandes titulares y críticas. Pero ¿logrará el director manchego "desnudarse" por completo frente al espectador?
Protagonizada por Steve Carrel y Timothée Chamalet, se estrena Beautiful boy, basada en las memorias reales del padre David Sheff (Beautiful Boy: A Father's Journey Through His Son's Addiction), y del hijo Nic Sheff (Tweak), también conocido por su trabajo como productor y guionista de la exitosa serie "Por trece razones".
Este viernes llega a nuestros cines Yomeddine, un film bizarro en el sentido italiano y francés de la palabra, donde Beshay (Rady Gamal), una persona deforme a causa de la lepra que sufrió años atrás, y de la que ya está curado, recorrerá, en busca de la familia que lo abandonó de niño a la puerta de una leprosería, la zona sucia de Egipto, la cara b, muy lejos de la estampa idílica de las postales o los catálogos; un Egipto caótico, vil, clasista e inhumano. Como cualquier otra región del mundo, vaya, pero con un poco más de calor, un poco más de arena y un poco más de miseria. Le acompañará en su viaje un niño huérfano (Ahmed Abdelhafiz).
¡Llega a los cines Stan & Ollie! Un biopic sobre una de las parejas de cómicos más famosas de la historia del cine, Stan Laurel y Oliver Hardy, más conocidos como El Gordo y El Flaco. Una película emotiva y divertida por igual, que se presenta como una de las sorpresas más agradables en lo que llevamos de año.
Lo que en apariencia promete ser un paseo reposado, inspirador, de tono aséptico y sosegado, terminada siendo un viaje zozobrante, que fluctúa en las aguas insondables y abismales de lo que no se ve pero se intuye; la silueta de esa ballena de 30 metros que pasa por debajo del casco mientras cruzamos los dedos para que no nos embista. Llega a nuestros cines, la nueva película de Mia Hansen-Løve, cuyo talento, y ausencia de complejos para exprimirlo hasta sus últimas consecuencias, no parece tener límites. Le estamos agradecidos por ello.
Plagada de recovecos grises y agridulces, así como con una capacidad de imbuir en el espectador una abstracción a medio camino entre la alucinación hipnagógica y la poesía más lírica y rimbombante, Mirai, mi hermana pequeña, nominada a los Oscar 2019 al apartado de mejor película de animación, no se lo pondrá fácil al espectador medio – lo cual es siempre digno de elogio -, pero guarda un tesoro en si misma y en el viaje que plantea. No hay recompensa sin sacrificio.