La esperada película de terror, La Bruja, llega a la cartelera española. Años antes de los juicios de Salem de 1692 una familia de puritanos tendrá que enfrentarse al mal.
Crítica de la película ‘La bruja’
Me pareció leer por algún lado la típica frase rimbombante que algún medio sin escrúpulos, pero sobrado de billetes, lanzó alegremente: “La Bruja es la mejor película de terror de la década” o algo así. Lo mismo que no me acuerdo del medio (o no quiero acordarme) tampoco me da la gana de citar la frase tal cual. Dudo que el pobre picatextos de turno haya visto todo el género de terror de diez años atrás como para otorgar semejante afirmación. Con que hubiera visto It Follows, ya le hubieran surgido dudas. Con lo amplio que es el género, hasta con la última de M. Night Shyamalan, La Visita, mucho más comercial, se lo hubiera pensado dos veces. Pero no. Mejor decir jilipolleces… Que por otro lado no lo son tanto si se matiza lo suficiente.
Estas películas tienen varios elementos en común. Si tomamos por ejemplo el cine más comercial de sustos, sangre, monstruos y cuidado que viene el coco, son minimalistas; si nos fijamos en la producción, todas han contando con un presupuesto muy discreto (La visita: 5 millones, It Follows: 2 millones y La Bruja 3,5); pero eso no quita que las tres tengan un cuidado y metódico acabado; Se nota que todas parten de una idea muy personal y que les toca en lo más profundo a cada uno de los cineastas, y que todos han llevado su trabajo hasta el máximo exponente deseado siendo conscientes de las limitaciones. Estos y otros motivos como la interpretación, la cuidada fotografía y la explotación técnica, ha llevado a convertir a esta, La bruja, y sus “aquelárricas” hermanas presupuestarias ha ser tres de las mejores películas de terror -o suspense, como pensarán decepcionados los fans de la vertiente más visceral, monstruosa y cuchillería del género-.
No habiendo acabado de matizar, sin haberme metido de lleno en la crítica de la Bruja, y siguiendo la línea de apuestas y respaldos comerciales, también podría entrar la fantástica -por evidentes motivos- Calle Cloverfield 10, otra muesca más en el muro de la fama del género de terror -o suspense- que merece su visionado.
La Bruja. Leyendas de Nueva Inglaterra. Arranque bestial. Ojos abiertos como platos. Un tribunal interroga a un hombre. Sólo escuchamos las preguntas de los hombres y la fría, grave, segura e irreverente palabra del interrogado. Se muestran las reacciones de los críos que escuchan los motivos religiosos por los cuales la familia está siendo juzgada. Aparece el rostro del padre de familia (Ralph Ineson), la imperturbable madre (Kate Mickie) y nos fijamos en los hijos Thomason (Anya Taylor-Joy), Caleb (Harvey Scrimshaw) y los más pequeños, Mercy (Ellie Grainger) y Jonas (Lucas Dawson). Los argumentos del padre son férreos, no aceptan las normas impuestas, y la expulsión de la comunidad de colonos se hace patente. La familia protestante puritana abandona estoica la sala para dirigirse hacia el exilio, con la cabeza bien alta, segura de los designios de Dios, a crear su propia granja. Se dirigen al bosque… y a La Bruja.
Él minimalismo, ya comentado, es el arma -la mejor, pues menos siempre es más- con la que juega el director de La Bruja Robert Eggers. La palabra, el guión formado con los escritos recogidos en la verdadera caza de brujas, proporciona a la película la seguridad de estar cimentada sobre una verdad histórica. Una verdad construida por los manuscritos, registros, testimonios y declaraciones de quienes fueron juzgados en el entonces pequeño pueblo Salem, donde se sentenció a la hoguera a mujeres en el siglo XII acusadas de brujería.
El espectacular trabajo de los intérpretes, de todos, -y esto es importante porque la aptitud de los pequeños Ellie Grainger y Lucas Dawson, los mellizos de la familia, es clave para la credibilidad de la película- es imperante en La Bruja. Los actores son los que realmente crean a los monstruos, a las novias del Diablo. Cada diálogo, cada expresión, cada incertidumbre y acusación recrea de alguna manera lo que pudo ser ese estado de terror, aquella perversidad que de vivió hacia 1692. Sus miradas nos harán creer necesariamente en la brujería y, luego claro está, está la Bruja, que es un fin en sí misma. Si el espectador se sobrecoge es, en última instancia, responsabilidad de la organicidad de los intérpretes. Sí. Todo lo demás puede ser perfecto. La ambientación, la fotografía, la banda sonora, el vestuario… pero sólo es necesario que un mal actor (o un buen actor mal dirigido o sin dirigir) abra la boca para tirar todo el trabajo por tierra.
La recreación histórica es también, si no completamente exacta, sí espectacularmente rica. Quizá un poco demasiado pulcros para todas las penurias y rudezas a las que deben enfrentarse unos granjeros exiliados, pero suficientemente potentes como para tener al espectador inmerso en los acontecimientos.
Esta a su vez se funde a la perfección en la ambientación general de la película. Una ambientación de tipo realista -la película ha sido rodada con luz natural- en la que los elementos rurales -la granja, los animales, las labores agrarias, el bosque- y de supervivencia -es una familia de colonos prácticamente abandonada a su suerte-, consiguen crear una profunda sensación de aislamiento mientras proporciona la cercanía de los elementos -casi podemos sentir el frío, oler la humedad…-. Y ahí aislados, además, hay algo maligno que acecha entre los árboles del bosque que rodea la, extrañamente, improductiva granja.
La Bruja es un espectacular trabajo cinematográfico. Aglutina lo mejor de todas las partes que son estrictamente necesarias para formar la obra y potencia -seguro que el director es el responsable- la interpretación de actores en los que apenas nadie había reparado hasta ahora. Unos actores que esgrimen con absoluta verdad palabras recogidas por el director de escritos de la época (panfletos, libros de oraciones puritanos del siglo XVII, documentos sobre posesiones, de juicios..) sin que por ello suenen ajenas o distantes al momento de la escena. Todos los actores tienen como mínimo un momento del que son absolutamente protagonistas y cuya escena es absolutamente complicada y todos son brillantes.
La Bruja puede que no sea la mejor película de terror de la década pero, y esto sí lo afirmo categóricamente, es una de las mejores películas de misterio y terror de los últimos años. Ahora bien, el orden de las palabras “misterio” y “terror” son importantes.