‘Despido procedente’ del director Lucas Figueroa, una cinta coproducida por nuestro cine y el argentino, llega a las carteleras con la intención de mostrarnos una divertida crítica a la sociedad en la que vivimos donde dominan el mundo los “tiburones” empresariales.
Crítica de la película “Despido procedente”
Estamos ante una mala racha para los críticos en lo que cine español se refiere, bueno, no para todos. También es verdad que algunos han podido disfrutar de la refrescante ‘Selfie‘, y las grandiosas ‘Verano 1993‘ y ‘Colossal‘. Otros no hemos corrido la misma suerte y tras visionar la insufrible ‘Señor, dame paciencia‘ nos ha llegado el turno del siguiente despropósito, en esta ocasión titulado Despido procedente. Una película sin ningún tipo de sentido, que no sabremos realmente de qué va casi hasta pasados los cuarenta y cinco minutos de metraje, y para cuando lo sepamos, la idea nos parecerá tan absurda y barata que ya nada podrá salvarla del naufragio. Y es que aunque la premisa pudiera resultar interesante, un directivo en la cuerda floja porque no quiere realizar el recorte de personal que le exigen para su ascenso, su director Lucas Figueroa no termina de cogerle el pulso a la comedia que se trae entre manos.
La trama nos presentará a Javier (Imanol Arias), un alto ejecutivo de una multinacional a punto de ascender meteóricamente en la empresa en que trabaja. Pero la cosa parece torcerse cuando su ansiado ascenso depende de eliminar un 30% de los puestos de trabajo de su departamento, lo que implicaría despedir a muchos de los trabajadores que tanto han dado por la empresa. Pero parece que otro compañero no tiene tantos escrúpulos a la hora de elaborar una lista de despidos, Sam (Hugo Silva), compitiendo oficialmente por dicho ascenso. Y como los malos tiempos nunca llegan solos, aparecerá en su vida un misterioso hombre (Darío Grandinetti) que intentará chantajearle y perseguirle día y noche, no dejándole respirar ni un instante, sin saber muy bien bajo qué propósito.
El argumento se centra en mostrarnos la auténtica desprotección laboral que existe en estos momentos, donde los trabajadores han perdido cualquiera de los muchos derechos que consiguieron nuestros abuelos y que hoy en día han quedado desintegrados. Figueroa buscará lo grotesco mientras intenta profundizar en la sátira que supone este tipo de situaciones en la vida real, pero poco a poco irá perdiendo el control de su propia película entre la maraña de absurdeces que ha construido alrededor de su personaje protagonista Javier (Imanol Arias). Finalmente, sin saber muy bien ni cómo ni por qué, buscará refugio en el suspense y en el drama dando como resultado un tramo final completamente inverosímil, y lo que es aún peor, no llegando a rematar aquellos frentes que había dejados abiertos en un primer momento como el tejemaneje empresarial.
Por todo ello Despido procedente (2017) es otro proyecto fallido de realizar una película crítica y cómica, terminará siendo aburridamente insustancial. Algo sí deja claro, que tanto a Figueroa como a Imanol les cuesta -y mucho- coger el tempo cómico, algo que terminará haciendo derivar a la película de un género a otro sin saber ya muy bien cómo solventar las tantas causas abiertas por el camino.