‘Anacleto, agente secreto’, es la libre adaptación del conocido personaje de cómic dirigida por el siempre interesante Javier Ruiz Caldera, arriesgado realizador que se atreve a llevar a la pantalla una historia de acción dotada de un insólito humor.
Sinopsis de la película ‘Anacleto: Agente secreto’
Anacleto (Imanol Arias), se presenta en mitad de un árido desierto pasando algunos apuros, guiño inequívoco de las misiones que tanto odiaba el original de cómic. Allí, en mitad de la nada, resulta que hay una prisión donde se encuentra encerrado el archienemigo del agente secreto, Vazquez (Carlos Areces). En un imprevisto, el prisionero se dará a la fuga advirtiendo que sus deseos de venganza pasan por hacer mucho daño tanto a Anacleto como a su hijo Adolfo (Quim Gutiérrez). Mientras, Adolfo vive sin apenas tener contacto con su padre ejerciendo como vigilante de seguridad de una gran tienda de electrodomésticos y electrónica. Su objetivo en la vida a penas pasa por estar tirado en un sofá junto a su novia Katia (Alexandra Jiménez), que pronto le hará saber a su pareja su disconformidad con la relación. La vida de Adolfo dará un giró de ciento ochenta grados al descubrir que su padre es en realidad un agente secreto y que la vida de ambos pende de un fino hilo.
Crítica ‘Anacleto: Agente secreto’
Adaptar un comic que dejó de publicarse hace treinta años tiene sus pros y sus contras. Por un lado, es muy probable que poca gente recuerde un personaje tan lejano en el tiempo. Por supuesto, bastantes personas de cierta edad recordarán las características físicas de Anacleto. Algunos, hasta podrían describir de memoria el tipo moreno con flequillo y pitillo en boca de smoking que creó en los sesenta Manuel Vazquez Gallego. Lo mismo daría preguntar a los más jóvenes por un tal Anacleto que es agente secreto, que por el funcionamiento de un walkman; no entenderían nada. El total desconocimiento de un personaje, juega muy a favor a la hora de hacer una adaptación, pues se puede contar con bastante margen de maniobra.
Javier Ruiz Caldera es un director que mola. En su haber tiene películas como Spanish Movie, Promoción Fantasma y Tres bodas de más que, aun siendo españolas, no son de cine español. Es decir, está fuera del aburrido y obsoleto cine academístico reivindicativo y social que tanto toca la moral. Digamos que muchas veces el cine de Javier Ruiz Caldera es de coña, y eso está muy bien pues en ocasiones se aleja de la comedia española que tenemos hasta en la sopa gracias a la tele y a sus sucedáneos cinematográficos. ¿O es al revés? El caso es que ‘Anacleto, agente secreto’ parte de un humor lleno de absurdo que, pudiendo gustar o no, no es nada convencional. Tanto es así que en busca de algunos chistes o gags, hasta puede llegar a pasarse. Contrastes que sin embargo, no restan al total de la obra. Por una vez no se puede decir que no ha sido por no intentarlo.
El continente de ‘Anacleto, agente secreto’, no puede estar mejor elaborado. La producción es una cuidada obra técnica donde nada queda en la arbitrariedad. Todo tiene un por qué y una razón para estar en pantalla y cuando está, lo hace con todo su peso. Las numerosas coreografías están bien llevadas, bien pensadas y bien ejecutadas. Los efectos visuales son sobresalientes. No hay nada técnico que pueda sacar a nadie de la historia, todo está cuadrado, como debe ser (y no tantas veces es). El montaje es apropiado, el ritmo es el debido para una película de acción (la base de esta adaptación de Anacleto)… ¿y el pero? Bueno, ya he hablado del continente, ahora pasemos al contenido.
Lo primero que todo el mundo se preguntará es por qué se ha elegido a un hombre mayor de pelo cano para interpretar a el personaje protagonista. Desconozco si ha sido porque Imano Arias dijo que sí a trabajar en la película o porque, como viene en la nota de prensa, la historia se decidió justificando el paso de treinta años. Sea como fuere, el guión de Fernando Navarro, Breixo Corral y Pablo Alén, está lo suficientemente bien justificado como para aceptar su propuesta.
La historia se desarrolla descubriendo un mundo pseudo real pudiendo dejar al espectador un poco desencajado. Para que me entiendan, ni es el disparatado mundo de cómic que podría ser, ni es la seriedad lógica de la realidad. Un referente serían las míticas películas de “Agárralo como puedas”, “Hot shots” o “Top Secrets” si no fuera porque en ningún momento se llega al absurdo y cada acción tiene una consecuencia muy real. Esto hace que el humor de la película navegue entre aguas tan específicas que le resulte encontrar al público objetivo de sus brillantes bromas.
Por otro lado encontramos a un buen reparto cómo a gusto y feliz de interpretar por enésima vez al personaje por el cual les pagan. Así cada cual está definido por el personaje tipo que suele interpretar: Imano Arias y su característico tono serio, creíble, normal; Quim Gutiérrez y su ñoñería llorona, gracioso a pesar de siempre infortunio con las mujeres, bien, normal; Alejandra y su siempre correcta interpretación en personajes creíbles y normales; Berto Romero con su habitual verborrea monologuística (a este le hacen falta clases de interpretación que no es lo mismo ponerse delante de una cámara que hacer un personaje); y el siempre correcto Emilio Gutiérrez Caba, que, como jefe de Anacleto, está tan bien como correcto. La suficiencia de la cotidianidad, que no de la realidad, envuelve y sobre pasa a la situación. Una opción mucho más apetecible y efectiva que la locura desmedida vista en las adaptaciones de carne y hueso de Mortadelo y Filemón.
Si bien el desarrollo de la historia hace cambiar las actitudes de los personajes, la interpretación de cada uno de ellos se mantiene en el bien. Lo mismo podría ver a Anacleto entrando a trabajar a una imprenta que a su hijo llorando desconsolado en la puerta de una iglesia. Tanto da que da lo mismo. Todo está tan normalizado que se ha dejado pasar la ocasión de dotar a cada personaje de una entidad propia. Aunque gracias a eso, nos encontraremos a una divertida escena donde Rossy de Palma, y sus escasas intervenciones, llega a destacar por encima de todos los protagonistas.
Anacleto merece la pena por lo infrecuente de la propuesta y por la calidad del trabajo. Por descubrir el inusual humor que presenta y por el extraordinario desarrollo de una película que se podría catalogar de “acción”… y de la buena.