Crítica: La Saga Divergente Leal Parte 1 nos lleva a atravesar los muros de Chicago para mostrarnos el mundo exterior que les rodea. La película continúa la ficción a un buen nivel.
Divergente Leal: Crítica
Las sagas de ficción futurista apocalíptica para adolescentes siguen dando entregas a buen nivel. Con esta tercera entrega basada en el último tomo de la saga de Divergente de Veronica Roth, las productoras asociadas Lionsgate, Red Wagon Entertaiment y Summit Entertaiment, se arriesgan a aburrir a los fans, como ya ocurrió con la saga de Los juegos del hambre y su menos vista Sinsajo: Parte II, criticada y ligeramente castigada por la taquilla en comparación con la Parte I. Sin embargo, para los fans incondicionales de las historias y tramas apocalípticas que no se hayan acercado a los libros, esta película seguirá conservando todo su atractivo, ya que, lejos de convertirse en una tediosa ampliación, Divergente: Leal Parte I, está lo suficientemente bien construida y justificada como para ser la apuesta segura de entretenimiento cinematográfico. Pero sin más, ¿eh? Lo justo. Que la misma sensación se puede obtener viendo la segunda parte de El corredor del laberinto: Las Pruebas.

El guión de Noah Oppenheim, Adam Cooper y Bill Collage, expone y descubre un universo más allá del universo conocido hasta ahora en el postapocalíptico Chicago que expande la curiosidad y atención de quienes no conozcan nada de la historia original. Mientras, a su vez, de murallas para adentro, se desencadenan otra serie de conflictos que, de no ser por el aliciente encontrado fuera de los imponentes muros, serían la repetición de los problemas típicos de la caída del poder tantas veces retratadas en este tipo de películas. La última, sin ir más lejos, la encontramos en el final de Los Juegos del Hambre Parte II: Los buenos no son tan buenos, los malos tienen matices, los héroes se sienten manipulados… Como ya he dicho, “lo típico”. Seguramente podría justificar mucho más ese escueto “lo típico” pero, como siempre, me parece de muy mal gusto destripar una película por muchos libros que ya estén escritos.
Fuera de Chicago es otro mundo. Un mundo que sirve de contrapunto a la más que esperada guerra de rebeldía, tras rebeldía, que todo el mundo espera. No es que sea un recurso muy logrado este mundo exterior, pero al menos funciona correctamente y le da armas a los cineastas con las que pelear por la atención del espectador. Descubrir cosas nuevas siempre es interesante y hacerlo de la mano Robert Schwenkey las directrices del productor ejecutivo Neil Burger, director de la primera Divergente, que ya marcó la línea a seguir, es una experiencia atractiva y entretenida.

Ahora bien, tampoco es difícil predecir los movimientos de los protagonistas ni sus opciones. A pesar de que los cineastas logran marcar la idea de la desconfianza de Tris (Shailene Woodley), esta no es secundada ni mucho menos por el guión (supongo que es debido a la fidelidad de la historia) y es sencillo anticipar ciertos desenlaces y opciones. Más aun si antes cometemos la osadía (redoble de tambores por el chiste) de ver cualquiera de los trailers, que le quitarán cualquier tipo de gracia a la intriga exterior. Por otro lado, la película parece estar dividida en escenas tan claras y diferentes que en sí mismas podrían componer los capítulos de una serie o las misiones de un videojuego (el cual, si estuviera hecho de la misma manera y contara con la mecánica de Mirrors Edge no dudaría en comprar). A pesar de todo la trama se desarrollará entretenida a través de los eventos programados hasta que, en busca de un final con el que partir en dos este último libro, se imponga un conflicto de vital resolución con el que contentar al espectador. No seré demasiado crítico con algo que roza lo estúpido y que no da para tanto, pero tampoco creo que sea necesario contentar a todo el mundo tratando de forzar un final medio conclusivo.

La interpretación de la chavalería está a la altura. Shailene Woodley (Tris) es ciertamente una gran intérprete; Theo James (Cuatro) desborda naturalidad y confianza; la hija de Lenny Kravitz, Zoe Kravitz… se mantiene correcta (Christina); Miles Teller (Peter) ha nacido para ser el personaje ambiguo graciosete del que nadie se debe fiar (y a quien yo le tengo una gran estima desde que le vi en el remake de Footloose); y Jonny Weston (Edgar) está bien traído en su papel de tío psicópata, no es que tenga mucho que hacer en la película salvo la de tener una injustificada mala leche de la virgen, pero bueno, al menos da motivos para que la película tenga ritmo (y su presentación en la persecución tras los protagonistas merece todo un aplauso. Cuando veáis la escena, sabréis a lo que me refiero)… en fin, todo correcto y adecuado dentro del mundo correspondiente. ¡Ah! También sale otro vástago de Skarsgard, Bill Skasgard. Lo reconoceréis porque tiene el toque vampírico tan característico a lo Alexander Skargard.
Sinceramente espero que se estén reservando una buena mano para la última entrega porque, a partir de aquí y habiendo desenmascarado el mundo que encierra al mundo cual muñecas matrioskas, sólo les queda empezar (si es que en algún momento ha parado) a darle caña a la guerra y liarse a tiros para llevar a cabo otra revolución… creo. Vamos, lo que todo el mundo espera. Un último apunte: Los sentimientos de los protagonistas brillan por su ausencia. Lo mismo les da matar a uno que a trescientos y eso, que los muy desviados, saben que casi todas sus víctimas son soldados de la ignorancia. ¡Bravo por los libertadores! Ah, que lo olvidaba. Menos mal que literalmente explican lo de “Leal” porque, yo no sé en libro, pero en la película es algo nimio.