‘La leyenda de Tarzán’ sorprende por lo innovador de su planteamiento pero se pierde entre la abundancia de secuencias más propias de una cinta de superhéroes.
Crítica de ‘La leyenda de Tarzán’
La leyenda de Tarzán es una película complicada, y no por lo complejo de su trama, si no por querer llegar a un público tan amplio que seguramente terminará por no encontrarse con el suyo propio. Si bien esta renovada entrega de las aventuras de Tarzán podría haber resultado una acertada apuesta para pasar una entretenida tarde familiar donde los más pequeños disfrutaran descubriendo a este mítico personaje, alucinando con los animales que aparecerán en pantalla y viviendo la adrenalina de columpiarse por las lianas o luchar cuerpo a cuerpo contra un gorila, dicha posibilidad se perderá debido al detallismo con el que se tratan tanto ciertas escenas cargadas de violencia como otras bastante subidas de tono -no me entendáis mal, no es que se vea nada del otro mundo, pero desde luego no son escenas dirigidas a un público infantil-. El problema es que tan poco logrará captar al público adulto, pese a contar con un reparto de grandes nombres como Alexander Skarsgård, Christoph Waltz, Samuel L. Jackson y Margot Robbie, ya que resultará demasiado fantástica, desmedida y, en ocasiones, hasta caricaturesca en la mayor parte de su trama. ¿Será este el motivo de su batacazo en la taquilla de Estados Unidos? (con un presupuesto de 180 millones de dólares, tan sólo ha recaudado 38.1 millones durante su semana de estreno). Sin duda tiene mucho que ver, sin olvidarnos del flaco favor que le ha hecho su trailer promocional y lo cansado que está el público en general de no encontrar nada nuevo en la gran pantalla, tan sólo remakes y reboots con afán meramente recaudatorio que llenan la cartelera de blockbusters sin alma, carisma ni gancho.
Uno de los puntos a favor de estaLa leyenda de Tarzán es que, pese a contar con sus clásicos protagonistas y estar basada en las mismas premisas que ideara Edgar Rice Burroughs en 1912, la trama que presenta es completamente original a los ojos del espectador. Algo que se agradece cuando comprobamos en IMDB que dicha historia ha sido llevada al cine en ochenta y nueve ocasiones. En la que nos ocupa conoceremos a un Tarzán (Alexander Skarsgård) totalmente adaptado a su vida en Inglaterra, ahora se hace llamar John Clayton III, Lord Greystoke, y vive rodeado de lujos y comodidades, aunque los burgueses que le rodean sigan considerándole inferior e indigno de ocupar el lugar social que por derecho le corresponde. Su tranquila y apacible vida, junto a su esposa Jane (Margot Robbie), se verá alterada por un inesperado viaje propuesto por el Parlamento por el que será invitado a volver de nuevo al Congo para intermediar como emisario comercial. Una vez allí comprobará que todo ha sido un maléfico engaño para conseguir llevarle ante un antiguo enemigo.
A nivel visual hay un claro abuso de los efectos digitales, que en más de una secuencia “cantarán” demasiado al espectador. Ojo, agradezco como amante de los animales y firme defensora de sus derechos que para el rodaje de La leyenda de Tarzán no hayan utilizado animales reales y que todo lo que veamos sea un enorme trabajo del equipo de CGI por alcanzar un realismo óptimo en todos sus animales y movimientos, lástima que tengamos tan reciente el inmejorable trabajo realizado por Disney y su director Jon Favreau en El libro de la selva (2016). Si en esta había momentos en que nos llegábamos a plantear si lo que veíamos era realidad o ficción, con Tarzán no tendremos duda de que nos encontramos frente a un decorado, un croma y un puñado de píxeles. Los más puristas y observadores podrán descubrir animales mal renderizados, cromas, etc en más de una escena que nos harán revolvernos en la butaca. Aunque hay que reconocer una cosa, el director David Yates (culpable de las últimas cuatro entregas de Harry Potter) sabe estructurar, jugar y sacar el máximo partido a los elementos propios de una cinta de aventuras como esta, consiguiendo que el espectador deje a un lado todos esos fallos y salga de la sala con la sensación de haber pasado 110 min. de lo más entretenidos.
En lo que respecta al reparto poco más se puede decir que todos y cada uno de ellos luchan, a su manera, por hacernos creíbles sus papeles, pero poco más puede hacer cuando se antepone esa “acción salvaje” (algo de lo que presume su eslogan televisivo) a los diálogos y a las relaciones que mantienen entre sí sus personajes. Los dos protagonistas más atrayentes, que sin dudan harán que más de uno/a acudan a la sala sin pensárselo dos veces, son los atractivos Alexander Skarsgård y Margot Robbie. Alexander Skarsgård, quién ya nos conquistara desde su trono del Fangtasia en la serie True Blood -me incluyo la primera-, es ahora un Tarzán que poco se diferencia de su personaje vampírico. Frío, musculado e “inmortal”, no importa lo que pase ni a quién se enfrente, este Tarzán está dibujado prácticamente con los poderes de un superhéroe. Margot Robbie, que conquistó al género masculino tras su paso por El lobo de Wall Street, es una Jane atractiva y sensual pero también terca, inteligente y con mucho carácter. Christoph Waltz vuelve a encarnar al malo malísimo de la película, cosa que se le da francamente bien, siendo el encargado en esta ocasión de tenderle la trampa a Tarzán. Samuel L. Jackson será el compañero y aliado de Tarzán, otorgándole ese punto cachondo a la trama tan necesario en toda película de aventuras que se precie.
Como conclusión señalar que su punto de vista innovador y su trasfondo cargado de crítica política, racial y económica hacen de La leyenda de Tarzán una película más que disfrutable, aunque bien es cierto que de tal presupuesto, semejante reparto y un director curtido en la saga Potter se podría esperar bastante más que simple y puro entretenimiento.