Ang Lee sitúa en la pantalla unas premisas fascinantes, la clonación de seres humanos como tema narrativo y avances tecnológicos que pretenden ofrecer una nueva forma de entender el cine. Pero su pretenciosa ambición se diluye en un paupérrimo guion y en sus ingenuas interpretaciones. Persecuciones, disparos, saltos y efectos visuales lapidando fotograma tras fotograma la esencia del cine. Te contamos la verdad sobre una de las películas más esperadas del año en nuestra crítica de Géminis.
Sinopsis
Un asesino a sueldo llamado Henry Brogan (Will Smith), que trabaja para servicios de seguridad y grandes corporaciones, decide retirarse debido a su avanzada edad. Pero no logrará hacerlo cuando descubre que un clon suyo, tan hábil como él y más joven se enfrente a él.
Crítica de la película Géminis (2019)
Parece mentira que una producción en la que Ang Lee lleva trabajando veintidós años, haya originado una historia tan pobre en su narrativa. Un guion trabajado por seis personas entre la que se incluye David Benioff, guionista de la saga X-Men o la serie Juego de Tronos, saca a relucir otra historia sosa, simplona y mentecata. El enfrentamiento físico de un personaje consigo mismo pero treinta años más joven. Vivimos tiempos en los que el cine comercial, renuncia a que sus películas tengan guion. Me viene a la mente, y salvando las distancias, una película de gran éxito comercial y un hito en la historia de los Efectos Visuales como es Avatar de James Cameron. Una gran factura técnica para un desfile más de clichés y lugares comunes, eso podemos destacar de la crítica de la película Géminis.
El 3D+ de la película Géminis
Ang Lee vuelve a deleitar a ese público que añora el cine-espectáculo, como ya hiciera en su oscarizada La vida de Pi, pero se aleja de sus propias esencias como director, los sentimientos, que tan buen resultado le dieron en Brokeback Mountain. Su trabajo desprende una exquisita preocupación por la tecnología y los efectos visuales, en una búsqueda de evolucionar el cine en 3D. El rodaje de esta producción utiliza un sistema denominado 3D+, que se supone introduce al espectador en la experiencia más inmersiva de la historia del cine. Según el propio director, convierte el séptimo arte en algo más humano y ofrece una clara intención de introducirnos en lo que él denomina como el nuevo cine del siglo XXI. Hecho que resuena en mi cerebro como una gran campaña de marketing y que no puedo dejar de señalar en la crítica de la película Géminis.
Esta reflexión me lleva a una clara contradicción sobre el director taiwanés. Su evolución cinematográfica tiene una clara catalogación de cine de vanguardia, que hace resonar en mi cabeza aquella frase de Rimbaud: “hay que ser absolutamente moderno”, pero al mismo tiempo los guiones de sus películas no evocan nada más que un mensaje tradicional en el que la acción por la acción pretende tan solo entretener. El cine-espectáculo, el género de acción en su máximo esplendor tecnológico, un metraje sin argumento que le aleja de lo que tradicionalmente se ha denominado vanguardia. Sirvan como ejemplo en su momento, la Nouvelle Vague, o el trabajo de Orson Welles como máximo precursor del cine documental.
La historia de Géminis al servicio de la experiencia inmersiva
No soy tecno-fóbico en absoluto, para mí, el planteamiento más potente de la historia del cine en sus últimos 40 años, son los dilemas morales planteados por Asimov en sus leyes de la robótica y evolucionadas en la gran pantalla por los replicantes de Ridley Scott. No tengo nada contra la tecnología, que además me apasiona, pero creo que los efectos visuales deben estar al servicio de una historia y no al revés. Este 3D+ me resulta incómodo desde el momento en que me pongo las gafas.
Esto que denominan cine inmersivo a mí me suena a que nos vendan más de lo que hay y el recorte entre el actor en primer plano y el fondo, es lo menos real que he visto en mi vida. Si buscas un exceso de realidad o realismo, tendremos siempre a mano el arte de belleza avasalladora de Antonio López o el histórico y menos entretenido neorrealismo italiano; pero esta avalancha tecnológica sólo lleva a avances tecnológicos, no a un supuesto cine de calidad. A nivel cinematográfico la tecnología 3D HFR (High Frame Rate) utilizada, ha sido un completo fracaso. Todo me molesta viendo esta película, las gafas, el 3D y una flagrante y equivocada opción de rodar a 120 fotogramas por segundo, que lo único que consigue es marearme y darme sensación de estar viendo un videojuego.
Will Smith en la película Géminis
Tanto el guion como las interpretaciones quedan en un lugar completamente secundario, en el que no se aprecia ni la intención de trabajarlos. En los inicios del proyecto se pretendía una doble interpretación de Will Smith al introducir la idea del clon o doppelgänger, pero finalmente se decidió crear por completo al joven clon mediante CGI. Lo único agradable a nivel interpretativo es la presencia de Clive Owen y Mary Elisabeth Winstead, que adolecen la falta de guion al igual que Will Smith.
Opinión final de la película Géminis
Cuando veo este tipo de cine me acuerdo de directores como Ozu, que rodaban planos secuencia de veinte minutos con dos personajes arrodillados uno frente a otro, y una cámara fija tres palmos por encima del suelo. Sus diálogos y planos fijos eran puro arte y no por ello me entretenían o emocionaban menos, sino más. Como en cualquier otro ámbito de la sociedad, en el cine, la tecnología está ocupando un lugar que no le corresponde; espero que Ang Lee no tenga razón y esto no sea el futuro de un arte que remueve todas mis conexiones neuronales.