Llega a la cartelera, con años de retraso, la loca y gamberra historia de cuatro amigos que deciden crear el denominado “El club de los buenos infieles” para recuperar el deseo perdido en sus matrimonios. El primer largo del director y guionista Lluís Segura promete ratos de risas y camadería en la sala de cine.
Opinión de la película “El club de los buenos infieles”
La versión española de “Resacón en Las Vegas” -a la cual podríamos titular “Resacón en Lleida”- llega a la carteleras tras cinco años en busca de alcanzar su sitio en los cines. Y es que dar forma a un proyecto cinematográfico no es nada sencillo… la cosa se complica de verdad cuando buscas financiación y logras reunir a un equipo de profesionales que quieren currar mucho por poco dinero. El asunto no mejora cuando una vez que ya tienes el resultado final de tanto esfuerzo, ahora te toca lidiar con la complicada misión de buscar distribuidora. Toda una aventura, no cabe duda, que ha tenido que vivir el director y guionista Lluís Segura para que el resultado final de todo ese trabajo tenga su recompensa; en definitiva para que esta El club de los buenos infieles llegue a encontrarse por fin con su público.
La premisa de la que parte la cinta es la pérdida del apetito sexual y de deseo en el matrimonio de un grupo de cuatro amigos que tras años distanciados, deciden volverse a reunir para ponerse al día. Esa misma noche descubren que todos pasan por la misma crisis en sus matrimonios y decidirán ponerle remedio creando el denominado “El club de los buenos infieles“, que no deja de ser la excusa perfecta para salir a “tomatear” -término que utilizan estos “cafres” cuando quieren referirse a la palabra ligar- aunque lo intenten vestir pateticamente de remedio de choque para recuperar la felicidad en pareja.
El primer largo del director y guionista Lluís Segura llega con ganas de arrancarnos una sonrisa de la mano de este grupo de amigos, tan infelices como desfasados, que consideran que la cura para su matrimonio es salir a ponerlas los cuernos… Su argumento se nos presenta a modo de falso documental, donde sus protagonistas van narrando a cámara el cómo y el porqué de esta disparatada idea y cuales fueron sus fatídicas consecuencias. Dichos momentos se integran a la perfección con escenas donde veremos a los protagonistas perder completamente los papeles al intentar por todos los medios engañar a sus mujeres y que no se enteren de la existencia de este club.
A favor del director hay que decir que con un presupuesto completamente irrisorio -60.000 euros- ha consiguido rematar un proyecto realmente aparente. Quizá una de las principales bazas con las que contaba el director a la hora del montaje de la cinta eran la cantidad de horas de grabación donde su elenco da lo mejor de sí mismos en escenas completamente improvisadas. De esta manera, además de una más que considereble factura técnica, su resultado final tendrá mucha frescura y verdad en las partes donde vemos al grupo de colegas en acción.
Por lo demás encontraremos gags que funcionan mejor o peor, pero en general El club de los buenos infieles resulta una comedia ligera y entretenida. Sin duda uno de sus principales alicientes, que logra aportar esa chispa y descaro, es su elenco: Hovik Keuchkerian, Jordi Vilches, Raúl Fernández de Pablo, Fele Martínez y Juan Manuel Cifuentes. Todos y cada uno de ellos resultan creíbles en este auténtico despropósito grupal, por muy chorra que resulte la escena en cuestión.