María Costas, impresionante.

Crítica de Dhogs: La esperanza del cine español

Merecedora del reconocimiento de la academia del cine, Dhogs es toda una declaración de principios al margen de convencionalidades y estupideces. Obra maestra.
DIRECCIÓN
10
GUIÓN
10
INTERPRETACIÓN
10
SONIDO
10
FOTOGRAFÍA
10
Reseña de lectores13 Votos
7.5
LO BUENO
Su inquietante y absorbente propusta.
La sinceridad de todos los trabajadores de la película y la interpretación de los actores.
El cine español se está renovando.
LO MALO
No ser una gran distribuidora para empujarla a lo más alto.
10

Crítica de la película Dhogs: La primera película del director y guionista Andrés Goteira, una desconcertante e intenso thriller, obra merecedora de elogios, reconocimientos, premios y lo que se tercie.

La gente que afirma que el cine español es una mierda tiene razón. Este cine, el que se lleva la pasta y las apuestas, está lleno de costumbrismos, clichés, repeticiones, plagios y aficionados. Actores perdidos que no son dirigidos, directores manipulados por caducas estrellas de la interpretación, técnicos más próximos al funcionariado que al arte, ayudantes de ayudantes llenos de ilusión y carentes de remuneración, inerciales directores de departamento, guionistas coartados hasta la lobotomía cerebral… y los directores de casting. JA, JA. En fin, toda una amalgama subsidiaria del bipartidismo televisivo -Atresmedia/Mediaset- y la oligárquica RTVE que, bajo la premisa de realizar una producción tan convencional -los primeros- o artística -la excusa de los últimos-, dilapidan la ilusión en comedietas antediluvianas, thrillers más gastados que la hucha de la seguridad social, y películas históricas de arrepentimiento-pena.

Antonio Durán Morris en Dhogs.

Luego está el verdadero cine español. El que demuestra arrojo y gónadas. El que se mueve limitado por un presupuesto que agudiza el arte, el que se sale de los caminos, el que rompe los tiempos, los espacios, las convencionalidades. El que tiene un reparto lleno de actores entregados que sólo abren la boca para evidenciar que tras una mirada llena de intención, se encuentra una palabra cargada acción. Un cine que no tiene miedo en salir de nuestras fronteras enarbolando la bandera española pero cuyo idioma ha de escucharse en catalán, eusquera, valenciano, castellano, o como es el caso, en gallego. 280.000 euros exprimidos al máximo (100.000 euros en realidad si nos atenemos a las palabras de Carlos Blanco en la presentación del Nocturna) y realizando la imposible proeza de haber pagado todas sus deudas y a sus trabajadores “menos de lo que les gustaría“, declaraciones del director. Un cine hecho por bragados españoles, descendientes de los hijos que crearon los imperios, conquistaron América y murieron traicionados por políticos y reyes.

Dhogs es la mejor representación posible del cine español

Dhogs no debería tener sinopsis, no debería ser contada. Debería ser descubierta. De hecho, no tendría que etiquetarse en ningún género para darle al espectador la oportunidad de disfrutar de un intrigante viaje mayormente protagonizado por la espléndida actriz Melania Cruz y acompasado, cada uno con su particular y propio protagonismo por los actores Carlos Blanco (hombre de negocios), Antonio Durán “Morris” (taxista), Iván Marcos (despreciable), Roi Gantes (niño), María Costas (la mujer más férrea), Suso López (ensimismado),Miguel de Lira (Cazador).

Suso López, además de productor de Dhogs, tiene un breve papel en la película.

La factura de la película está cuidada al máximo y la intencionalidad no es arbitraria en ningún momento. Sorprende el nivel de control en todos los aspectos posibles del rodaje y postproducción -el nivel de la producción (Suso López, Adrián Folgueira y Laura Doval) es incuestionable-. Detalles como poder apreciar posibles insertos posteriores en la escena del bar para proporcionar intensidad, ritmo y otros puntos de vista -aún sospechando que estén por algún tipo de obligación-, confirman la determinación y el buen criterio de su director. Sin miedo al fallo, asumiendo riesgos y con los cojones bien puestos para tomar las mejores decisiones creativas.

Nada es aleatorio. Nada es improvisado. Todo está medido. España trabaja sobre la hipocresía de la nación; Andrés Goteira toma elecciones arriesgadas desde su fundamento para mostrar y representar la nación desde su idiosincrasia. El trabajo del director logra una gran diferencia para alejarse de la mediocridad, de la norma. Se acerca al arte, a la intensidad, a la interpretación libre, a la imaginación, al arte.

Impresionantes las localizaciones y la factura de Dohgs.

No lo hace sólo, ha sabido rodearse del perfecto equipo técnico y artístico. Fotografía -Lucía C. Pan-, sonido, producción, todos los departamentos han estado ahí para potenciar y llevar a lo posible la concepción del director.

Dhogs es una película que trasciende en la mente de los espectadores, que va más allá de lo que muestra, que esconde el pasado de cada personaje y cada escena para mostrarlo en un desconcertante presente que empuja a las preguntas del espectador. ¿Por qué? ¿Dónde? ¿Quiénes son? ¿Hacia dónde van? ¿Cómo es posible que pase esto? Preguntas cuyas respuestas son de muy difícil, o casi imposible justificación, pero cuyo final -arriesgado y revelador- dará un sentido explícito a un emocionante viaje enmarcado en una despiadada escalada de tensión.

El reparto de Dhogs: Actores a los que les dejaron jugar

Los actores, que son sobresalientes, están todos impecables. Carlos Blanco marchó del festival Nocturna 2017 premiado por su interpretación en la película. Su trabajo abre la cinta con un monólogo telefónico -una conversación con su mujer- en un taxi conducido por un marmóreo Antonio Durán “Morris” y culmina junto a la pletórica actriz Melania Cruz. Lo que algunos han definido como “un comienzo convencional” es en realidad uno de los retos más inalcanzables de la cinematografía española: la apariencia de normalidad, de sencillez, es un reto que sólo logran alcanzar los más grandes.

Melania Cruz, actriz en una escena de la película Dhogs.

En el cine actual a duras penas logra engañar a un espectador mínimamente exigente. Los textos tirados, las palabras despreciadas, las acciones verbales hundidas y el sentido totalmente perdido. Esto, en el caso de que el guión tenga un peso mínimo. Cuando no, la mediocridad es vomitada en forma de verborrea inmunda. Sin embargo -y para no desvelar un ápice de la trama general sólo hablaré de esto-, estas dos escenas de apertura, aportan toda la información necesaria posible -sin ser explícitos, sin pecar de discursivos-, apoyándose en la interpretación de los actores -en la intención de cada palabra- y en hipnótico subtexto. Así la atracción entre dos desconocidos con una abismal diferencia de edad -discúlpeme Carlos Blanco, esto esto es una licencia-, se desvanece sin lugar a dudas. ¿Éxito del guión? ¿Logro del director? ¿Acierto en el montaje? ¿Mérito de la interpretación? Estoy seguro que cada uno de ellos responsabilizaría a su compañero de la virtud, tal es la sinceridad de sus trabajos.

Mención especial, la que merece sin duda, la escena de la gasolinera donde aparece la espectacular mina escénica María Costas. La actriz transmite un sentimiento tan profundo al más puro estilo lorquiano, como si la actriz hubiera logrado comprimir a Bernarda Alba, a la madre del novio de Bodas de sangre y a la alcahueta de La Celestina. Toda una explosiva combinación que convive al límite de la detonación únicamente contenida gracias a los sorbos de su vaso de whisky. La mirada de la actriz, potenciada con la bestial fotografía, apuntala cada una de las venenosas palabras que proyecta hacia su hijo (Suso López) y a la vida.

Imposible hablar de cada integrante del reparto sin romper la magia de la sorpresa.

La película de Dhogs es imprescindible en el cine

Dhogs debe ser vista a lo grande, en el cine, con la intensidad del sonido adecuada para no perderse la sutil música -ahí donde rara vez brota-, y ser capaces de apreciar hasta los más leves sonidos insertados sin un ápice de arbitrariedad o relleno. Nada, en esta obra, es decorativo. Tras cada encuadre, palabra, silencio, inserto, sonido… hay una intención.

Iván Marcos interpreta a uno de los inquietantes personajes de la película.

La intención declarada de Andrés Goteira, la de remover emociones, agitar conciencias y despertar inquietudes queda más patente. Lo consigue, lo supera y logra meterse de lleno, junto con todo su equipo, en la primera línea de batalla llegando incluso a superar -con la única intención de realizar su proyecto- a una mal llamada “primera división”. Andrés Goteira logra un prodigio que va mucho más allá de lo evidente. Andrés Goteira ha creado una obra que sin dudarlo deber ser llamada “maestra”, tiene mucho que enseñar y el cine patrio mucho que aprender. Consigue que los espectadores revisiten mentalmente las escenas, los momentos, y, con el paso del tiempo -no mucho-, deseen volver a ver la película para recrearse -ahora que ya se sabe el destino- del viaje.

Sin ánimo de ofender a aquellas personas que no entendieron la película, debo declarar fehacientemente que Dhogs no se ajusta para nada a ese despreciable término tan aborrecible y absurdo: lento. Una película podría ser considerada lenta -si es que debo admitir el uso de este adjetivo- cuando existe una evidente carencia en su intención o en su función. Obviamente, Dhogs está en el extremo más opuesto de las carencias. Por el bien del cine español, esperemos que Dhogs salga del circuito festivalero para el incordio y el odio de las producciones mayores.