Leve y a la vez evidentemente inspirada en la historia y la presencia del cantante y showman inglés Chris Sievey y su alter ego Frank Sidebottom, Frank llega directo al VOD para divertir al espectador y hacerle reflexionar sobre el talento, las expectativas y lo relativo de la vida.
Sinopsis de la película ‘Frank’
Jon (Domhnal Gleeson) es un teclista que trabaja en una oficina. Frustrado con su lucha por la inspiración y sus quehaceres que le roban tiempo, la casualidad le lleva a conocer a The Soronprfbs, grupo liderado por Frank, el cantante de la banda (y habitante de una cabeza de papel maché). Uniéndose al grupo para la grabación de su nuevo disco, Jon convivirá con los miembros del grupo en un viaje hacia la perfección, el éxito y la crueldad de la locura.
Crítica de la película ‘Frank’
Una cabeza de papel maché. No hay más truco que ese en Frank. Una maqueta enorme y de colores es la que marca la diferencia entre lo racional y lo cuerdo, lo que parece tremendamente inspirador y lo que resulta una chorrada absoluta: en definitiva, entre nuestras expectativas y la realidad tal cual es. Resultando una biografía doble de Frank y de Jon (la historia parte del libro escrito por el guionista del film, Jon Ronson, teclista de la banda de Sidebottom), sabrá invitar al espectador a observar y reflexionar sobre las apariencias y las verdades que elegimos ver.
Primando un humor bizarro y negro, la historia muestra cómo el personaje de Jon (Domhnal Gleeson), un outsider algo pringadillo, se enfrenta a un peculiar ecosistema poblado por unos personajes extravagantes que, por mayoría, lo rechaza. En una suerte de narración transmedia en la que comparte desde sus pensamientos a sus actualizaciones en las redes sociales, Jon realiza un viaje (físico y emocional) que va desde la fascinación al asqueamiento y que va pareja, por una parte, a su lento progresar dentro de los Soronprfb, y por otra, a su conocimiento sobre la banda y su carismático líder y gurú. Y uno de los aciertos de ‘Frank’ es el de permitirle al espectador compartir (por ejemplo, no se conoce el nombre de Jon hasta su primera conversación con Frank), paso por paso este viaje dándole tiempo y espacio para, como Jon, asombrarse primero y compadecerse después.
Los personajes, aunque caminando sobre el límite, presentan sus rarezas a modo de capas y esconden y demuestran las complejidades del ser humano: todos, incluido Jon, tienen que afrontar sus propias “taras” (provengan estas de lo razonable o sean la excusa perfecto para aportar comicidad a las situaciones). Con unas interpretaciones muy dignas de ser defendidas (meritorio es lo que consigue Fassbender aun sin cabeza, así como el papel de casi esquizofrénica de Maggie Gyllenhaal), este grupo de inadaptados tiene el poder suficiente como para hacer coherente lo que no lo es y conseguir que el espectador lo olvide por el camino.
Destacando en la puesta en escena una intención muy esteticista de composiciones cuidadas (con planos muy atentos a miradas y a atmósferas cambiantes), y un uso del montaje que sabe destacar la hilaridad de las situaciones, ‘Frank’ se desarrolla de una forma suave que sabe contagiarse del tono de la historia sin imponerse a él. Tampoco debe despreciarse su banda sonora, llena de sonidos extravagantes y canciones que no tienen nada que envidiar a las letras de la movida más experimental o a los grupos que provocaron su revival en los ’90.
Resultando casi una película con vocación de lección moral (quizás por ese poso autobiográfico del que procede) ‘Frank’ consigue entretener al espectador con secuencias hilarantes al mismo tiempo que evidencia que la vida son elecciones, y que un descenso a los infiernos puede arreglarse y provocarse simplemente con un cambio de chip. Al fin y al cabo, ¿quién no se ha dejado deslumbrar alguna vez en su vida por una cabeza de papel maché?
