Plagada de recovecos grises y agridulces, así como con una capacidad de imbuir en el espectador una abstracción a medio camino entre la alucinación hipnagógica y la poesía más lírica y rimbombante, Mirai, mi hermana pequeña, nominada a los Oscar 2019 al apartado de mejor película de animación, no se lo pondrá fácil al espectador medio – lo cual es siempre digno de elogio -, pero guarda un tesoro en si misma y en el viaje que plantea. No hay recompensa sin sacrificio.