Basada en un best seller, ‘La habitación’ es uno de los grandes descubrimientos cinematográficos de la temporada de premios Oscar.
Crítica ‘La habitación’
‘La habitación’, basada en la novela superventas de Emma Donoghue, quien también se ha encargado de su fantástica adaptación, es una fantástica experiencia audiovisual cargada de emotividad, misterio y fantasía. Una gran oportunidad de usar el cine de la forma más divertida y excepcional. Podremos compartir las vivencias que por suerte a penas nadie tiene la obligación de experimentar. Un concepto maravilloso y extraño, difícil de entender (y menos de explicar si no se quiere dar ninguna información para no arruinar la vivencia y poder ser disfrutada al 100%) a la cual los actores pueden enfrentarse de manera diaria -si son de teatro- o puntual -si se dedican al cine-. Los intérpretes, todos, se dejan la piel. Los protagonistas están a un nivel excepcional. Están por encima de ellos mismos y se entregan a la vida que tenemos que descubrir. En ‘La habitación’ los intérpretes adquieren la condición de excelencia.
Una vez más y como viene siendo costumbre en mi -me estoy convirtiendo en un monstruo pedante, lo sé- es condición de que esta obra de arte -tomad, llamadme lo que queráis cuando veáis la película- ‘La habitación’ tiene que ser vista en versión original. Alabo el trabajo y la profesionalidad de los actores de doblaje, eso siempre. Tengo una disertación, experiencia y demás para debatir sobre este asunto pero, en esta ocasión, me centraré en la estrella: Jacob Trembley (Los pitufos 2). Un crío que rodó la película con 9 años, que pasa por el niño de 5 años que es Jack, cuya interpretación se perdería de forma absoluta con el doblaje, ya que es el narrador de toda la película y viviremos su perspectiva de la vida en esa “habitación”. Una habitación tan recogida y llena de vida que en su título literal de traducción “habitación” (“Room”), sin el artículo, encierra tanto como poco. Un hecho fascinante.
A partir de aquí no lean nada. No sigan. No vean el trailer. No busquen información de nada. No hablen ni contrasten opiniones hasta haber visto la obra. No se arruinen la experiencia. Todo lo que se descubre en el trailer, que es literalemnte “todo”, es el fin de las posibilidades, el fin de la experiencia. Se acabó. La habitación deja de tener sentido para convertirse en algo aburrido y me atrevo a afirmar que lo mismo pasa si se ve en versión original. Pero bueno, aun conservaría el factor sorpresa.
SPOILER ‘La habitación’
Lenny Abrahamson (Frank) se ofreció a través de una carta a Emma Donoghue para llevar a cabo la realización de lo que hasta entonces era el libro superventas. Al parecer el director entendió a la perfección el sentido de la obra, muy próxima a la “Alegoría de la caverna” planteada por Platón, en la que el universo del niño es tan extenso como la habitación en la que se encuentran encerrados él y su madre. Tres metros y medio cuadrados es un encierro tortuoso para cualquiera que tenga conocimiento del mundo pero, tal y como se muestra en la película, gracias a la dedicación de Mamá (Infiltrados en clase), ese espacio adquiere una realidad fantástica y superior.
El argumento de la película es altamente intelectual y reconfortante. El espectador no se tiene que enfrentar a las emociones que se dan por supuesta en una situación tan aberrante y morbosa como la que sufrió Elisabeth Fritzlpor parte de su padre-historia en la que se basó para escribir la novela la autora- , quien la encerró durante 24 años y engendró hijos con ella que a su vez eran sus hermanos. No tenemos que conocer al perturbado. Tampoco interesa la vida de los que sufrieron la pérdida de su hija. Hartos estamos de ver películas en las que el argumento se maneja desde la pena o la tristeza. Todo eso se obvia -pero no por ello no está implícito- para tener la oportunidad de profundizar otros aspectos que rara vez nos son mostrados. Podemos empatizar con Mamá y entender el escaso (y amplio) mundo del pequeño Jack.
La sinceridad interpretativa del pequeño es sobrecogedora. No es difícil rememorar lejanos momentos personales en los que teníamos explicación para todo. Momentos en los que la niñez es capaz de justificar todo -ya sea realidad o ficción- y de remodelar nuestro alrededor para adaptarlo a nuestra capacidad intelectual. Es posible que en ciertos momentos se vea al pequeño demasiado maduro pero, también es verdad, que si un niño recibe un estímulo de aprendizaje continuo es capaz de destacar sobre los que son tratados como cabe esperar a su edad. Así que por esta parte, está bien justificado.
Para ser perfecta ‘La habitación’ debería haber durado una hora y cuarto aproximadamente. Una hora y media para atar cabos y poco más. El clímax de la película sucede media hora antes de su final y, aunque el desarrollo tras la liberación es suficientemente interesante para descubrir la evolución emocional y psicológica de todos los personajes, se acaba por perder el misterio y la emotividad creados en el “infinito” espacio de ‘la habitación’.
‘La habitación’ debió obviar la historia original para quedarse en ‘habitación’ y dos trazos más para habernos dejados con la boca abierta de principio a fin. Todo ello no hace desmerecer los méritos de la obra, si bien es cierto que nos entrega a una percepción a la que todos estamos acostumbrados. Así que, paradógicamente, esta película funciona más cuanto menos se sabe y se deja por descubrir.