Llega una imaginativa película festivalera de las de dar gracias a los colegas por exigir que se vea en el cine. ‘Yo, él, y Raquel’ es una fiesta audiovisual que puede contentar a gran parte del publico.
Crítica de ‘Yo, él y Raquel’ de Alfonso Gómez-Rejón
En los festivales de cine hay mucha morralla. A veces hay que tragar cuatro películas mediocres para encontrar una que verdaderamente merezca la pena. Pero en ocasiones, durante toda una semana de visionados, aparece una clara ganadora que sobresale por encima de todas las demás para llevarse los premios. En este caso, Yo, él y Raquel, se fue del famoso festival de cine independiente de Sundance 2015 (Enero) con los gordos de “Gran Premio del Jurado” y “Premio del Público” a la mejor película. Bien merecidos y bien hallados, aunque tales reconocimientos sólo valgan para aumentar el prestigio de los que la realizaron pues, en cuanto a taquilla, no se comerán una rosca debido a su etiqueta de “independiente”. Sin la dichosa categoría “indi” (que mola más) la película de Alfonso Gomez-Rejon (conocido por sus trabajos como uno de los directores de las series Glee y Américan Horror Story), podría llegar a ser una de esas “a muchos metros sobre el cielo” o “bajo porrones de estrellas”.
La película debería venir con un absoluto despliegue de promoción de pesadilla, a lo Mediaset; inundando el mundo de carteles y video promociones con frases como “la mejor comedia romántica adolescente del año”, “El espectáculo juvenil más fresco de todos los tiempos”, “una obra imprescindible de la cultura independiente”… En fin, ese tipo de oraciones repensadas por “medios críticos” que tanto les gustan a las distribuidoras. Pues bien, ‘Yo, él y Raquel’ se merece esto y mucho más. Más aún cuando chorrifrases como estas se las han llevado insulsas patochadas de predecible amor juvenil (ponga aquí el nombre Mediaset-Atresmedia preferido).
‘Yo, él y Raquel’ es, principalmente, una comedia. Luego sí, es muy dramática, pero eso no se come para nada el fantástico espíritu juvenil y gamberro que estila la cinta. La película trata y toca temas grandes y manidos como la amistad, la superación, el paso de la relativa irresponsabilidad de la juventud a la dura y encorsetada responsabilidad del joven adulto… Nada nuevo en el horizonte. Pero el tratamiento, ¡ay! eso sí que es raro, peculiar y extraordinario de encontrar en una proyección. La crueldad irreverente de la realidad es una constante en la preciosa ficción que pinta esta adaptación (¡toma frase!). Todo es exagerado, todo es extremo, pero todo está cimentado desde una base de absoluta honestidad. Honestidad en la interpretación de los actores, en las decisiones de los personajes, en la profundidad de los sentimientos… Vamos, una serie de factores que hace que en ningún momento tengamos que apartar la vista de la pantalla tras una frase tan cargada de amor y te quieros, como vergüenza ajena. La realización, fotografía y buena parte del guion aportan su toque de magia y fantasía (sí, magia visual y fantasía en situaciones y personajes, pero nada de hadas, hombres lobo cañón, ni románticas relaciones de ensueño), aunque sí situaciones disparatas, exageradas y llevadas al extremo con respeto, como en las buenas comedias.
La película ya advierte desde el principio y recuerda una y otra vez lo que no es: la típica historia de amor romántica. Una clara trampa para recordarnos constantemente que, aunque no sea una historia de amor al uso, en ningún momento deja de serlo.
‘Yo, él y Raquel’, cuenta con un montón de elementos atípicos y aparentemente contradictorios como para ser usados para relatar un romance. Estos son tan contrarios, que no pienso desvelarlos para que cada cual tenga la suerte de descubrirlos en la proyección. Pero vamos, con el título en su versión original cualquiera puede hacerse una idea de lo que hablo: “Me, Earl and the dying girl”, que viene a ser: Yo, Earl y la chica moribunda. En inglés tiene más gracia porque rima y es todo un contraste con ese cartel de absoluta felicidad juvenil.
Algunas peculiaridades que sí puedo desentrañar: El protagonista (Thomas Mann) es un absoluto friki que piensa que el instituto es una zona de guerra en la que pasar desapercibido para no tener problemas con las casi literales tribus; el padre del protagonista (Nick Offerman) es un absoluto pirado; la madre (Connie Britton), una absoluta pesada; él y su mejor “amigo” compañero de trabajo Earl (Rj Cyler), se dedican a hacer en secreto infames películas caseras basadas en grandes producciones cinematográficas; ambos dos son colegas de un profesor tan alternativo, profundo y cachas como lo puede ser el potentísimo actor Jon Bernthal (Corazones de acero) en fantástico registro ; la madre de la chica moribunda (Molly Shannon) es una alcohólica graciosa y con intenciones indeterminadas… Por no hablar de los pintorescos personajes que habitan las aulas y la chica pivón (Katherine C. Hughes), de la que por supuesto, está enamorado nuestro adolescente protagonista.
Hay que reconocer que todos los elementos narrativos de ‘Yo, él y Raquel’ son tan extraordinarios y atípicos (movimientos de cámara imposibles, humor que linda con el humor negro, referencias de cierta cultura cinematográfica y general), que puede que sólo la sepan apreciar aquellos que suelen ser contrarios a las comedias románticas (frikis)… Pero también puede ocurrir que algún despistado o despistada entre a la sala seducido por el cartel y acabe flipando con esta comedia romántica dramática y descubrir un nuevo mundo de posibilidades que van más allá del obvio entretenimiento.
Adelante, déjense seducir por este alocado mundo de planos rebuscados, licencias humorísticas y trampas emocionales en esta película adaptación de la novela de Jesse Andrews “Me & Earl & the Dying Girl”. Si no quedan satisfechos, pueden volver por aquí y argumentar sus quejas. Yo estaré encantado de rebatirlas o agachar las orejas y decir: ¡Tienen razón! (Espero que no).