Llega al cine el creepypasta por excelencia en una película rematadamente fallida que no logra ni entretener ni asustar: Slender Man.
Crítica de la película
El fenómeno de los creepypasta sigue arrasando en internet. Un mundo donde la inmediatez es la esencia de su funcionamiento y donde lo que hoy es noticia dentro de un mes estará totalmente olvidado, dando la sensación de que pasó hace una eternidad. Dicho esto, estrenar una película dedicada a Slender Man en 2018, seis años después de su momento álgido de popularidad no es una estrategia muy acertada. Menos aún cuando en estos momentos el “monstruo” que asusta a los niños es Momo. Y esto es grave para un estudio como Sony que busca la rentabilidad rápida de un producto que ha costado muy poco dinero y que tiene el foco en el target de adolescentes que lo fueron en 2012 pero que ahora quizá estén a otras cosas.
La película de Slender Man llega tarde y mal. Se entiende perfectamente lo que debe suponer para un guionista que le encarguen escribir un libreto de un personaje con una mitología que cabe en un post it. El resultado no puede ser bueno en ningún caso. La película se mece entre el slasher de manual, pasando por las posesiones e incluso ciertos atisbos de terror psicológico. Sobre el papel puede sonar muy bien, pero lo que se ve en pantalla en un conglomerado de tópicos del genero de terror, enlazados sin la menor justificación y con una historia tan endeble y poco interesante que convierte su ajustado metraje en un suplicio. La única manera de sentirse identificado con el sufrimiento de las protagonistas es el equivalente que sienten las retinas del público que se vea arrastrado a las salas a ver semejante despropósito.
La dirección de Sylvain White tampoco ayuda. Sus esfuerzos por generar terror de un material más cercano al tren de la bruja que a una historia de Stephen King, resultan ridículos y reiterativos, regando la cinta de movimientos de cámara y efectos tan típicos que parecen un catálogo de formas de narrar en el género. Y no porque estén mal ejecutados, sino porque son tan fríos y previsibles como innecesarios.
Las interpretaciones del cuarteto protagonista son lamentables. El material de partida es malo pero la elección de casting tampoco mejora el desaguisado. Es de suponer que con el ajustado presupuesto no podían aspirar a mejores intérpretes. Sin embargo, es hasta cómico ver al gran Javier Botethaciendo un cameo en persona como un médico que se pasea por un hospital. Botet es lo único admirable del film. Nuestro “monstruo” por excelencia que sigue triunfando en Hollywood y al que se le puede comparar desde ya con Paul Naschy por su aportación al género. “Insidious”, “It”, “La momia” o “La cumbre escarlata” son solo algunas de las muestras que este genial actor con un físico incomparable nos ha regalado. En esta ocasión, su interpretación se completa con unos efectos digitales que, una vez más, evidencian la falta de presupuesto y hacen sonrojarse a la platea.
Opinión Final
“Slender Man” llega con retraso. Posiblemente nos encontramos ante la peor película de terror del año. Un proyecto realizado sin cariño alguno con el único deseo de hacer taquilla sin arriesgar mucho, apostando por los adolescentes como público objetivo. Solo por su nulo esfuerzo no se merece ni siquiera alcanzar el top 10 de lo más visto en el fin de semana de su estreno.