Christopher Nolan nos presenta una película bélica que cuenta el rescate del ejército inglés y francés en las playas de Dunkerque durante la Segunda Guerra Mundial. Film efectista que busca sumergir al espectador en la crudeza de la guerra.
Crítica “Dunkerque”
Dunkerquenace con la pretensión de contar un episodio de la Segunda Guerra Mundial tal y como ocurrió, introduciendo al público en el mismo centro del conflicto como uno más de los protagonistas, siendo testigos desde la butaca de la agobiante situación y tensión creciente que debieron vivir los soldados atrapados. Para ello Christopher Nolan deja de lado toda explicación previa y a los pocos minutos el relato ya se encuentra en marcha.
El director inglés, que también firma el guion, ha creado una película de metraje muy ajustado comparado con su anterior filmografía, y por ello no tiene tiempo que perder en mostrarnos tres visiones distintas del hecho histórico: los soldados atrapados en la playa, los barcos civiles que fueron a rescatarles y el pequeño escuadrón de aviones que les ayudó desde el aire. Y lo hace con tres temporalidades distintas que se cruzan entre sí. Un recurso novedoso que para alguno puede resultar complicado de seguir pero que ahonda en la tensión que el realizador toma como elemento cohesionador del film. Siendo un ejercicio que se esmera en mostrar la guerra como algo terrible y no glorifica en ningún momento ninguna de las acciones, salvo de manera ligera en el epílogo. Así, Nolan se muestra muy frío en su tratamiento detrás de la cámara, siendo esta mera testigo de lo que acontece, sin ningún alarde técnico, ni siquiera en las batallas aéreas que por su dinamismo podrían haber derivado en un auténtico espectáculo. Sin embargo, el objetivo del director es que el público sufra de la misma manera que lo hacen los soldados en secuencias donde la tensión se masca, remarcadas por la partitura de Hans Zimmer. El otro elemento que más llama la atención por alejarse de lo que Nolan suele ofrecer, es el poco diálogo que tiene la cinta. Aquí los personajes apenas hablan, poco se sabe de ellos, y no se conocen las consecuencias en las altas esferas de los bandos del eje y los aliados en ningún momento. Esto puede hacer que cierto sector del público no acabe de entender del todo lo que está ocurriendo, agravándose esta sensación con la triple temporalidad del relato.
Una vez más el cineasta inglés se rodea de un elenco de actores de primera categoría que se reparten el protagonismo sin que ninguno destaque sobre el resto. Quizá Fionn Whitehead, por ser menos conocido, resulte más llamativo gracias a su mirada hipnótica y su rol dentro del relato, aunque no por ello hay que olvidar el buen hacer de Tom Hardy, Cillian Murphy, James D’Arcy o los veteranos Mark Rylance y Kenneth Branagh, por citar a algunos.
Técnicamente poco o nada se puede reprochar. La negativa de Christopher Nolan a rodar en digital y hacer uso de los efectos CGI, nos regala imágenes potentes llenas de veracidad gracias a la fotografía de Hoyte Van Hoytema, uno de los mejores operadores del momento. Hans Zimmer opta por centrar todas sus manías en una banda sonora que no hace uso de las melodías, centrándose en los artificios sonoros para acompañar a la tensión que muestra el relato. Lo más sorprendente es un sonido atronador, perfectamente editado, que hace vibrar el patio de butacas con cada disparo y detonación. Es imprescindible ver esta película con un buen sistema de sonido para apreciar debidamente el trabajo realizado, y si se tiene ocasión, también debe ser toda una experiencia poder hacer el visionado en el sistema IMAX.
Dunkerque es una película potente, directa, que busca las sensaciones más que el trato documental de lo que aconteció. Aunque para ciertos espectadores pueda resultar confusa, la experiencia que su director promete se cumple con creces, y no es otra que la de experimentar el horror de la guerra desde dentro.