Gary Oldman se encuentra en cuenta atrás para llevarse su Oscar 2018 a Mejor actor por su interpretación como Winston Churchill en “El instante más oscuro”, de Joe Wright.
Crítica
El instante más oscuro no está aconsejada para aquellos amantes del cine de acción que pretendan ver un conflicto bélico en todas sus grandes dimensiones: el momento en el que Europa es asediada por los nazis hasta encontrarse en la histórica batalla de Dunkerque a punto de tomar Inglaterra; para los que sí está recomendada es para aquellos espectadores deseosos de una película de personajes, o más bien en esta ocasión de un sólo personaje en mayúsculas, y de buenos e incesantes diálogos que dan lugar a una interpretación digna de Oscar. El instante más oscuro es la película donde Winston Churchill toma vida gracias a la sobresaliente e inmensa actuación de un Gary Oldman completamente transformado y entregado a su personaje. Si eres de los míos, entra a la sala porque no te vas a arrepentir. Si eres de los primeros tu película podría ser “Dunkerque“, de Christopher Nolan.
En el breve plazo de un año han coincidido en cartelera dos películas sobre la figura del político británico Winston Churchill: “Churchill”, de Jonathan Teplitzky, y la que ahora nos ocupa en la repta final de los Oscar, El instante más oscuro, de Joe Wright. Las dos centran su argumento alrededor de la figura del mismo personaje, pero el momento histórico que relatan es completamente diferente. La primera se centraba en el final de la Segunda Guerra Mundial, cuando Churchill se debatía en decidir si apoyaba el desembarco de Normandia. Y la que ahora llega a nuestra cartelera nos revela la llegada al poder de Churchill mientras se debate en tomar su decisión más polémica, o combatir contra la Alemania nazi o pactar una paz humillante y a la larga peligrosa con los alemanes gracias a la mediación de Italia.
Pero lo que realmente diferencia a las dos es el uso que hace Joe Wright de los diálogos, los verdaderos protagonistas de la cinta, otorgando como sello de la casa una teatralidad inherente a sus obras. Un drama de época -y no un mero biopic-, su especialidad como director, que toma como protagonista en esta ocasión a uno de los líderes políticos más importantes en tiempos de guerra y primer ministro del Reino Unido en dos períodos (1940-45 y 1951-55): Winston Churchill. Wright utilizará como mayor baza para meternos en el relato de dicho personaje su grandilocuente y conocida oratoria, capaz de acobardar al mismísimo Adolf Hitler con el sólo uso de la palabra. Un hombre de convicciones firmes y fluida palabra, sus dos mayores armas para el ataque.
Para dar forma a su gran proyecto durante más de dos horas de oratoria infinita, Wright ha optado por elegir a uno de mejores actores de la actualidad pese a distar mucho de la apariencia física de Churchill. Un irreconocible Gary Oldman, debido tanto a las prótesis como al trabajo realizado por el actor para mimetizar su tono de voz y sus moviemientos con los del político inglés, es la verdadera estrella y alma de la cinta. Sin duda, Oldman hace que la visita al cine valga la pena por disfrutar de tan brillante interpretación que ya es una apuesta segura de cara a los Oscar de este 2018.