Antonio Banderas y la iraní Golshifeth Farahani protagonizan Altamira, la película sobre el descubrimiento de la denominada Capilla Sixtina del arte rupestre que supuso una contrariedad tanto para la religión como para la ciencia.
Crítica de la película ‘Altamira’
Dirigida por Hug Hudson (Carros de Fuego) y protagonizada por Antonio Banderas (La piel que habito) y Goldshifeth Farahani (A propósito de Elly, Exodus),Altamiranarra basándose en hechos reales la historia del descubrimiento del que fue el primero y mayor descubrimiento en su momento, de una de las pruebas más fehacientes de que el ser humano, tal y como lo conocemos en la escala evolutiva, lo es desde hace más de 22.000 años, fecha en el que se datan las pinturas encontradas. Un hallazgo que creó controversia en la Iglesia, que ya estaba peleada con los darwinistas del momento que rechazaban categóricamente el creacionismo (Dios creando la tierra tal y como la conocemos en siete días y poblándola de seres humanos a partir de dos personas llamadas Eva y Adán), pero también con la ciencia, pues estos no podían tolerar que unos “salvajes” fueran capaces de crear una obra pictórica tan elaborada como aquella.
Ideada como un documental, la productora de Morenafilms Lucrecia Botín (sobrina del fallecido presidente del Banco Santander Emilio Botín), tataranieta del descubridor Marcelino Sanz de Sautuola y bisnieta de su verdadera descubridora María que en aquel momento tenía ocho años, decidió hacer un homenaje a sus antepasados trayendo a la vida aquella historia. Así Antonio Banderas es el aficionado a la paleontología Marcelino Sanz de Sautuola, Golshifteh Farahani su religiosa mujer Concepción de Escalante y Prieto, yAllegra Allen es María Sautuola, la pequeña descubridora. El reparto de personajes históricos lo completan Rupert Everett(La boda de mi mejor amiga) como la autoridad eclesiástica del lugar;Nicholas Farrell(Legend)como Juan Vilanova, conocido paleontólogo de la época que avalará el descubrimiento de Marcelino;Pierre Niney (20 años no importan) como Paul Ratier pintor de los estudios de la cueva;Henry Goodman (Notting Hill) como De Los Ríos, indiscutible erudito local contrario a aceptar el descubrimiento y Clément Sibony (The Tourist) como Émile Cartailhac indiscutible autoridad en arqueología.
Luego hay una serie de papeles terciarios interpretados por el cansino reparto del casting calzador Español patrio y doblemente cansino, imbuidos en esta ocasión por la directora de casting Laura Cepeda (en este caso porque lo mismo da que da lo mismo si de otra directora de casting se tratase) como Javivi, Tristán Ulloa e Irene Escolar.
Sólo la pasión del gran reparto principal mencionado salva a Altamira del más profundo tedio. La entrega y sinceridad de Antonio Banderas conseguirá transmitir la excitación del protagonista por el descubrimiento. La iraní y luchadora Golshifteh Farahani lidiará lo suyo para mantener a flote un personaje lánguido, devoto, sin armas con las que luchar a pesar de su conflicto para con la religión. Una religión representada por una parodia harto vista y previsible como lo es el del pobre personaje del Monseñor ese, que casi parece sacado del álbum de los villanos (pobre Rupert Everett). Se salva de la quema del absurdo, gracias la férrea construcción casi cómica, De Los Ríos, personaje viejo cascarrabias sabelotodo magníficamente justificado por Henry Goodman. Un personaje negacionista con apenas recursos en el guión.
Precisamente el guión de Olivia Hetreed (La chica de la Perla), que partió del de José Luis López-Linares, encargado de hacer el documental, adolece de situaciones forzadas y escenas insostenibles, remarcando la emoción. Algunos diálogos, los que están basados en la ciencia se salvan, pero los que se basan en ensalzar el sentimentalismo duelen en la vergüenza ajena. Así y todo es una historia que tenía que ser contada y que ayuda a contextualizar la verdadera importancia de lo que supuso el descubrimiento para la humanidad en la época. Una situación que se atisba pero que no se explota. En lugar de ello, en vez de entrar en el conflicto real de la iglesia y su creacionismo, en vez de enfrentar a los orgullosos estudiosos de ciencias a la irrefutable verdad de un humilde aficionado a la arqueología como lo fue Marcelino Sanz de Sautuola, se contentan con una pacata historia familiar que le hará ilusión a la señora Lucrecia Botín y familiares pero poco más.
El director Hug Hudsonse suma al complot (no le culpo, es la jefa la que paga) justificando que es una historia más íntima que épica, agotando así la posibilidad de que Altamira sea vista por un público más general. Mark Knopfler, encargado de la banda sonora también aporta más emotividad y pesadumbre con la dichosa guitarrita que suena en casi todas las películas tópicas sobre España y de España, pues los pátridos no se cansan del fabuloso instrumento de seis cuerdas. Al parecer el gran guitarrista escocés, tampoco se cansa, aunque por lo menos ha tenido la deferencia de no usar el típico guitarreo acostumbrado, pero no ha podido hacer languidecer cada emoción apuntalada con la melodía, consiguiendo así saturar tristezas, desaires y demás emociones claras y meridianas en texto e imagen. De hecho este afán por conducir sentimientos a través de la melodía, choca directamente con la pasión de los personajes de Antonio BanderasyGolshifteh Farahanicuyas interpretaciones hablan por sí mismas.
Los únicos que están bien representados musicalmente aquí son los bisontes (reales) y las cuevas (postizas, a las originales no la dejaron entrar ni a la desilusionadaGolshifteh Farahaniquien ansiaba verlas para la inspiración de su personaje). Y para más sorpresa, la percusionista Evelyn Glennie responsable de la música en las extrañas ensoñaciones con bisontes y las cuevas es sorda. Aunque, teniendo en cuenta que ella su apoya en la vibración y resonancia de los instrumentos, no es de extrañar que transmita tan bien la profundidad de las cuevas o la primitividad de los imponentes animales.
Al darle voz al personaje del pintor Paul Ratier (Pierre Niney) mudo en la realidad, contratado por Marcelino Sanz de Sautuola para hacer los estudios pictográficos sobre las pinturas rupestres de la cueva, se cargan todas las posibilidades dramáticas que este hecho histórico acarreó para Marcelino, si bien es cierto que este personaje explica de maravilla la profundidad e importancia de la obra desde el punto de vista de un pintor.
Así la película deriva entre la ilustración y la emotividad, entre la interesante contextualización y el estereotipo, entre profundidad de uno de los descubrimientos más importantes de la humanidad y el intimismo pacato. Lo que podría haber sido algo épico se quedó en una historia homenaje interesante para unos pocos. Un hecho de relevancia mundial y posible impacto internacional, con el acierto del uso del inglés como versión original (cosa que se despreció en Alatriste por el tipo de casting “hasta en la sopa” ya mencionado) que se queda mirando el ombligo de una familia de Santander. En fin, Lucrecia paga (con ayuda de la subvención de todos, eso sí).