Lobos sucios desaprovecha su más que aceptable factura técnica, la gran interpretación de sus dos actrices protagonistas y el alto potencial de la historia real que oculta.
Crítica ‘Lobos sucios’
Llega una película que desvela una impresionante historia real de nuestro pasado más reciente oculta durante décadas. Interesante e incluso revelador lo que descubrimos si profundizamos un poco en cuánto hay de real en el argumento deLobos sucios, lástima que su director Simón Casal de Miguel haya decidido contarnos varias historias al mismo tiempo ensuciándolas con demasiada ficción. En sí mismas, cada una de esas historias reales que narra en su cinta tienen ya suficiente potencial, presencia y fuerza para desarrollar un guion propio. Un error bastante común entre los directores noveles, sus ansias por contar historias, la ilusión desmedida por dirigir su primer largo, los “amiguismos profesionales” y un exceso de pretenciosidad llevan directos al naufragio a muchos proyectos que podrían haber sido exitosos.
Posguerra española, 1944.Manuela (Marian Álvarez) trabaja duro en la mina de wolframio para sacar adelante a su hija enferma, sin embargo su hermana Candela (Manuela Vellés) prefiere dedicarse a traficar con dicho metal y venderlo de contrabando a los enemigos de los nazis. Sus vidas cambiarán por completo con la llegada de espías aliados a la zona, cuya secreta misión será robar un gran cargamento de wolframio. Para lograrlo necesitarán la ayuda de los presos políticos que trabajan en el interior de la mina, y qué mejor que Manuela como intermediadora. Mientras el plan se lleva a cabo, Candela no cesará en la arriesgada labor de ayudar a los judíos que llegan hasta su aldea a escapar por la frontera con Portugal.
En esta Lobos sucios se entremezclan tres grandes tramas: por un lado tendremos a los nazis explotando las minas de wolframio gallegas, un material ligero y muy resistente que usaban para construir la punta de sus proyectiles anti-tanque y la coraza de los blindados; por otro tendremos la increíble y desconocida historia de las hermanas Touza, tres hermanas que ayudaron a más de 500 judíos a escapar de las garras de los nazis facilitándoles el paso hacia Portugal; y para finalizar una trama relacionada con el ocultismo, el esoterismo y la raza aria. ¿Alguién da más? Todo ello, entremezclado con algo de “acción”, amor e incluso meigas, configuran un guion difícil de dirigir y con grandes ínfulas de grandeza que terminan por encontrar el vacío argumental más absoluto.
Unas localizaciones de sobresaliente, una fotografía a su altura, unas actrices desvividas por sus personajes -mi más sincera enhorabuena a las dos actrices protagonistas, Manuela Vellés y Marián Álvarez, que logran hacer cercanos y creíbles sus personajes exprimiendo al máximo las posibilidades de este limitado guion-, todo al garete por querer deslumbrarnos con un verdadero alud de historias sin llegar a profundizar verdaderamente en ninguna de ellas. Y es que el guion de Lobos sucios terminará pecando de todo, incluso de abusar de tópicos (el personaje del guardia civil sádico, tonto y burlón), de diálogos demasiados expositivos y hasta de situaciones amorosas lamentables y manidas (si un hombre “te empotra” contra la pared, automáticamente surge el flechazo).