Richard Jenkins y Sally Hawkins.

“La forma del agua”: vuelta al clasicismo | Crítica de cine

Llega la nueva película de Guillermo del Toro cargada de premios y nominaciones bajo el brazo. Una historia de amor entre una mujer muda y una criatura marina. Un cuento de hadas siniestro que sigue la línea autoral del director mexicano.

Trece nominaciones a los Oscar, León de Oro en Venecia, Globo de Oro a la mejor dirección… la lista de galardones que está recibiendo “La forma del agua” es abrumadora pero necesaria como recompensa a un Guillermo del Toro que ha demostrado su amor por el cine desde que debutara con la interesante “Cronos”. Sin desviarse nunca de sus intereses y dotando todas sus historias de personalidad propia, el mexicano parece por fin haber encontrado el éxito que se le había negado, y lo hace no con su film más redondo, pero sí con uno que nos devuelve la ilusión por un arte que pocas veces se mira a la cara a sí mismo y que en este caso se viste de homenaje a aquellas películas clásicas que educaron audiovisualmente al cineasta y todo aquel que no las olvida.

Sally Hawkins.

Reseña de la película “La forma del agua” de Guillermo del Toro

La forma del agua” es ingenua, romántica, maniquea, elemental, tierna, emotiva y sincera. ¿Se pueden considerar estas características defectos dentro de la corriente cinematográfica actual? Lo que es seguro es que las decisiones plasmadas en el guion del propio Del Toro y Vanessa Taylor no son accidentales. La intención no es otra que volver a los orígenes del cine. A aquellas historias donde la protagonista tiene un gran corazón, el malo es muy malo y al espectador se le da lo que pide. Y así se ejemplifica también en la puesta es escena, en la presentación de los personajes y en cada uno de los aspectos que conforman el film. La sensación que invade al espectador es la de que está viendo una película de las que ya no se hacen. Eso no evita que lo más flojo del conjunto sea precisamente el libreto. Y es que algunas subtramas interesantes se quedan en mero contexto, la relación amorosa no está explotada al máximo y el final no culmina de manera satisfactoria. Da la sensación de que un guion un poco más trabajado habría acabado de redondear un trabajo excelente. Billy Wilder apelaba a que el público fuera el que resolviese las conexiones de la trama, pero aquí todo peca de excesivamente claro y expositivo, dejándolo todo demasiado mascado. Algunos excesos cercanos al cine musical también pueden descolocar a más de uno, pero entran dentro de los numerosos homenajes que pueblan el relato y que deben verse como tal. Y aquí sí que el director ha sido más críptico en su reverencia al séptimo arte salvo en el caso de una bellísima escena dentro de un cine.

Michael Shannon, Sally Hawkins and Octavia Spencer en una toma de la película.

Lo que es innegable es la buena mano de Guillermo del Toro narrar con el poder de las imágenes. Si el realizador ya había mostrado sus habilidades durante toda su filmografía, lo que hace en esta ocasión supera con creces cualquier trabajo previo. La soltura e imperceptibilidad con las que la cámara se mueve está al alcance unos pocos maestros a lo largo de la historia del cine y en la actualidad solo se puede comparar con Spielberg. El mexicano muestra aquí su mejor trabajo de realización desde que comenzase allá por los años noventa. Una auténtica lección de buen hacer. A lo que hay que sumar sus ya habituales excesos creativos en materia de diseño de producción y aportaciones pictóricas a la fotografía. Quizá no se rodee de los más famosos, pero siempre lo hace de profesionales con mucho potencial, que gracias a sus indicaciones, consiguen brillar como no son capaces de hacerlo en otras producciones. Es el caso de Dan Laustsen con una sobresaliente fotografía como ya hizo en “La cumbre escarlata”. Pare rematar los apartados técnicos, la banda sonora creada por Alexandre Desplat es una de las mejores del año, una auténtica delicia para los odios que subraya las imágenes y las engrandece en no pocos momentos.

Sally Hawkins y Doug Jones en una escena – Crítica de “La forma del agua”.

Sobre el reparto

El reparto, no excesivamente conocido, también está sobresaliente, destacando a una Sally Hawkins (Elisa Esposito) capaz de mostrar un amplio abanico de emociones sin decir una palabra. Octavia Spencer (Zelda Fuller), Richard Jenkins (Giles) y Michael Stuhlbarg (Dr. Robert Hoffstetler) complementan y alimentan la historia con sus intervenciones; grandes intérpretes liderados por un gran director, que dan como resultado un trabajo premiable en todos los casos. El peor parado es Michael Shannon (Richard Strickland), el villano, que una vez más vuelve a sobreactuar, aunque tampoco molesta en exceso dado el contexto y visión que se le ha querido dar al film. Doug Jones (El hombre anfibio), maestro en dotar a criaturas de movimientos y expresiones corporales reales se encarga de dar vida a una criatura que, como viene siendo habitual en el cine de Guillermo del Toro, se siente totalmente orgánica; apoyada en un diseño que se desmarca ligeramente de otros seres de iguales características.

El director Director Guillermo del Toro, Octavia Spencer and Sally Hawkins, durante la grabación de “La forma del agua”.

Resumen de “La forma del agua”

La forma del agua” es una de las películas de año. No es redonda y esto quiere decir que Guillermo del Toro aún está en el camino de ofrecernos su obra maestra definitiva, pero si es de justicia que reciba todos los premios posibles a un trabajo y esfuerzo tremendos, donde el director ha renunciado a su sueldo, demostrando que su amor por el séptimo arte trasciende más allá de la pantalla. La aceptación al diferente y los prejuicios, tesis centrales del relato, emergen de manera triunfal en un momento donde estos temas son más necesarios que nunca y se disfrazan de cuento de hadas para mostrarnos, aunque sea de manera ingenua, que aún se puede soñar.

DIRECCIÓN
10
GUIÓN
7
INTERPRETACIÓN
8
Reseña de lectores1 Vota
10
LO BUENO
Una película “como las de antes”. Guillermo del Toro mueve la cámara como nunca.
El reparto, en especial Sally Hawkins.
Todos y cada uno de los apartados técnicos, destacando el trabajo de Alexandre Desplat.
LO MALO
El guion no acaba de estar rematado.
Que el sector más cínico del público no entre en el juego de este cuento de hadas.
8.3