Los actores Miles Teller y Jonah Hill protagonizan una crítica satírica hacia el sistema político norteamericano, corrupto y despiadado, y hacía la venta y uso indiscriminado de armas.
Crítica de película ‘Juego de armas’
Juego de armas llega este fin de semana a la cartelera previa visita a Madrid de sus dos actores protagonistas: Miles Teller y Jonah Hill. Una película que atrapará al espectador por varios motivos: sus grandes interpretaciones y por la potente historia que relata mediante una tan acertada como peculiar mezcla de humor, drama, acción y cine bélico.
La cinta, salvando las distancias, recuerda en gran medida a ‘Dolor y dinero’ (2013). Aunque la historia que Michael Bay decidió llevar a la gran pantalla fuera mucho más alocada y extravagante, las dos tienen bastantes puntos en común: unos protagonistas jóvenes sin mucho porvenir pero con ansias desmedidas de comerse el mundo; eseleitmotiv del todo vale con tal de alcanzar el tan ansiado “sueño americano”; una peculiar mezcla de géneros; la falta de cualquier tipo de ética y moral por parte de sus protagonistas; y que ambas historias nos dejan perplejos tras anunciar que están basadas en hechos reales.
Y es que la nueva película de Todd Phillips (idolatrado por muchos, entre los que me encuentro, por la saga Resacón) se basa en un alarmante caso real donde dos jóvenes estadounidenses fueron capaces de introducirse gracias a los concursos públicos en el negocio del tráfico de armamento, algo que podría parecer ilegal en nuestra cultura europea pero a lo que en Estados Unidos podría dedicarse cualquier hijo de vecino. ¿Alarmante por qué? Por revelar una vez más, y de forma clara y rotunda, la doble moral, los conflictos de intereses y los fallos en la seguridad del gobierno americano en cuestión de armas, guerras, relaciones internacionales y oscuros “negocios diplomáticos”. Una crítica solemnemente desarrollada, bajo una atrayente comedia, a una sociedad donde cualquiera puede tener un rifle en su casa. Algo que quedará claramente evidenciado durante la escena de presentación del personaje de la actriz Ana de Armas -a la que hay que alabar un perfecto inglés-, donde conoceremos que tanto ella como su ahora “novio vs traficante” (Miles Teller) eran activistas convencidos en las manifestaciones de “no a la guerra” pero parece ser que cuando hay dinero de por medio ya no importa tanto a quién, cómo y dónde se asesine con las armas que vende su chico.
En Juego de armas veremos como estos dos chavales terminarán por alzarse con uno de los concursos más golosos publicados por el Pentágono donde podrían llegar a ganar trescientos millones de dólares para armar a las tropas norteamericanas en Afganistán. Una cinta que se une a la línea crítica reveladora dejada por otras ya estrenadas en los últimos tiempos como ‘La gran apuesta’ (2016) donde quedaban al descubierto los “juegos sucios y ocultos” del país reinante en el imperio capitalista.
Brillantes como siempre están Jonah Hill y Miles Teller, los dos pesos pesados de la cinta, que logran introducirnos en ese mundo disparatado donde se combinan a la perfección trajes de chaqueta con metralletas. Jonah Hill interpreta a Efraim, un tipo orgulloso de haberse “hecho a sí mismo”, ególatra y consecuentemente egoísta, y con un importante sobrepeso intentando mimetizarse de manera aún más caricaturesca si cabe con el ídolo que corona su oficina, Al Pacino en la mítica escena de ‘El precio del poder’ de Brian de Palma. Milles Teller es David, un joven que se gana la vida dando masajes de sol a sol por unos cuantos dólares y que cuando se reencuentra con Efraim, su amigo de la infancia, ve la posibilidad de mejorar definitivamente su calidad de vida y la de su chica, ahora embarazada.
Sin más preámbulos, y con miedo de que si sigo escribiendo pueda caer en el temido spoiler, hay que verla. Entretenida, cómica, sorprendente, bélica… ¿alguien da más en esta “vuelta al cole”?