‘Filth’, basada en la novela de Irvine Welsh se presenta como una gamberra e inclasificable comedia con un final totalmente inesperado, sin embargo gradualmente pierde fuelle y es presa de todos los lugres comunes donde se centran las peripecias de Bruce.
Sinopsis de la película “Filth”
Bruce Robertson (James McAvoy) es un detective de Edimburgo sin escrúpulos, drogadicto y borracho al que encargan la investigación de una muerte que le puede asegurar su anhelado ascenso y por el que su mujer y su hija volverían a casa. Los trastornos emocionales causados por los excesos y unos compañeros ineptos se lo pondrán difícil.
Crítica de la película “Filth”
La novela de Irvine Welsh, autor entre otras de Trainspotting (1993), y traducida en España como Escoria (1998), “Filth”, es llevada al cine por el director escocés John S. Baird (Cass, 2008). Para su distribución en España se ha escogido suavizar el título, por lo visto Escoria podía echar para atrás a más de un espectador. Cosas del marketing y aprovechando el tirón de Torrente 5 (Santiago Segura, 2014).
Esto último no es nada baladí porque los incondicionales de la saga Torrente asistirán a un cierto grado de sofisticación con la película de Baird. Los detractores del personaje de Segura allá ellos, porque aunque en un sentido más amplio estemos hablando de películas distintas las dos comparten las mismas características en cuanto a sus héroes. Filth y Torrente son individuos deleznables, politoxicómanos, pajilleros y corruptos. Y las tramas elaboradas parten de las “cualidades” de sus protagonistas. Filth, el sucio se desarrolla según las acciones de su personaje central.
La película aparece con una clara intención de convertirse en una obra controvertidamente de culto, sobre todo entre un determinado sector, como ocurrió en su momento con Trainspotting (Danny Boyle, 1996),la primera adaptación cinematográfica de una obra de Irvine Welsh . Directores como Abel Ferrara o Herzog se han acercado a la figura atractiva de policías que se mueven constantemente en el filo de la navaja. Sin embargo en Filth encontramos una dimensión existencial, ls causa de tanto desmadre, muy ligera por no decir ausente. No se pretende machacar con la idea de que la vida es un asco, lo que mueve al policía es la falta de responsabilidad, empatía y unos comportamientos infantiles, y en esto se centra el film. El caso que asignan a Bruce Robertson, con sus correspondientes implicaciones paranoicas, es una mera excusa para centrarse en la vida al límite que lleva el detective. La trama principal se diluye según pasan los minutos, y hay prisa hacia el final no exento de moraleja, por resolverla.
Filth, que recuerda mucho a la película de Boyle en la planificación, los secundarios con rasgos característicos, ritmo, puesta en escena y ciudad, da la impresión que se ha querido realizar una secuela con un giro más de tuerca, es una comedia negra autocomplaciente con un personaje tan bizarro que sabes que funcionará sin esforzarte mucho con el guion.
Lo que realmente interesa en la película de Baird son todos sus secundarios, ninguno tiene desperdicio, el jefe de policía que es un guionista frustrado, el compañero inseguro que se convierte en un trepa porque al fin y al cabo el sistema funciona y, el mejor de todos, interpretado magistralmente por Eddie Marsan, el único amigo de Bruce, James McAvoy, con una actuación al borde del paroxismo histriónico recién salida de Miedo y asco en Las Vegas (Terry Gilliam, 1998)
Las películas centradas en los antihéroes suelen llamar nuestra atención y repudiar al mismo tiempo, siempre han sido personajes turbados, solitarios, sin reconocimiento social que pocas veces consiguen redimirse y reobtener su perdido estatus, la historia del cine está llena de ejemplos, y es ahí donde reside el éxito de muchas de ellas. Lo que no se consigue entender es esa predisposición tan en boga por centrarse en los pasajes, en lo puramente anecdótico, en lo inmediato y rápido, en definitiva, en un cinebubblegum tripi, y no proporcionar al argumento una base más sólida.