Arnold Schwarzenegger se pule el endoesqueleto para volver a ponerse en la piel del T800 en la quinta entrega de la saga. Un episodio que apuesta más por el homenaje autoreferencial que por ofrecer algo fresco.
Crítica de “Terminator Génesis”
Terminator Génesis se gestaba como un intento bastante desesperado de resucitar una franquicia muy tocada y que no debería haber pasado de su segunda entrega. Lo cierto es que el producto resultante se disfruta, superando a las dos últimas entregas con la intención de remontar y ofrecernos nuevas secuelas.
En este caso se deja de lado el intento fallido de “Terminator Salvation” de recrear las guerras del futuro, volviendo a la persecución y los viajes en el tiempo en una secuela autoconsciente, revisionista y que sabe reirse de sí misma, desarrollándose a medio camino de “El juicio final” y “La rebelión de las máquinas”. Sin riesgos en su libreto, opta por presentarnos la ya manida carrera de fondo entre el grupo de supervivientes y el terminator rival. El relato intenta dar una vuelta de tuerca a la historia que todos conocemos, pero no acaba de culminar por sus numerosos agujeros de guion y una paradoja temporal que cuesta pasar por alto. Quizá, lo más interesante sea el prólogo desarrollado en el futuro, donde vemos una larga secuencia de guerra contra las máquinas. Los destellos de los lásers, el tono azulado y los efectos de sonido clásicos vuelven a aparecer; sin embargo, se echan mucho de menos las calaveras que “adornaban” el suelo en las tres primeras partes de la saga.
Las autoreferencias y el homenaje no están nada velados, pudiendo ver escenas literalmente calcadas de la primera parte, así como otros momentos que aunque no iguales si que recuerdan a entregas pasadas. Hay que aplaudir, por tanto, el trabajo realizado para la recreación de la llegada del T800 con el Arnold joven, mucho mejor conseguido que en “Salvation” y la de Kyle Reese. Es triste no haberse decidido por utilizar un doble CGI de Robert Patrick para el poco tiempo que aparece el T1000 en pantalla. Es de justicia reconocer que los efectos digitales son de sobresaliente en la mayoría de casos, aunque ya no sorprendan como lo hicieran en el año 1991.
En una cinta que bebe tanto de sus predecesoras es imposible no comparar, y el punto donde más se resiente Terminator Génesis es en su reparto. Por supuesto, Arnold Schwarzenegger sigue siendo Terminator aunque la edad no perdone y sus secuencias de acción sean más relajadas. Para solventar esta carencia, el austriaco nos regala algún que otro momento cómico, aunque más de uno sea involuntario. Y es que sin él esta entrega no podía existir. El exgobernador es el principal reclamo para el espectador morboso que quiere conocer cómo se desenvuelve en el papel más de 31 años después. Jai Courtney, que interpreta a Reese, no posee ni de lejos el carisma que destilaba Michael Biehn, pariendo una recreación sosa que nada tiene que ver con el padre de Connor que aparecía en “Terminator”; afortunadamente su papel es totalmente prescindible y podría haber sido pasado por alto. Jason Clarke, por el contrario, crea un John Connor interesante, al menos en su versión inicial, que rivaliza e incluso resulta más creible que aquel interpretado por Bale. Finalmente, Emilia Clarke, lastrada por sus rasgos dulces y sin un ápice de musculatura, crea una Sarah Connor muy poco creible que no puede ni siquiera acercarse a la rabia que destilaba Linda Hamilton. Lo cierto es que la joven actriz lo intenta, pero no consigue brillar en un papel que requería una intérprete muy diferente.Con un casting más trabajado posiblemente estaríamos hablando de una película mucho más atractiva. Por cierto, aunque irrelevante, es una delicia disfrutar de J. K. Simmons aunque sea interpretando a un árbol.
La dirección de Alan Taylor en esta Terminator Génesis no pasa de correcta, con escenas de acción solventes sin ningún tipo de alarde diferenciador, revelandose como un digno artesano sin un ápice de autoria en su puesta en escena. Y es que, pese a quien pese, hay estar al nivel de gente como George Miller para que una escena de acción o de persecución sorprenda a estas alturas del partido. La banda sonora, firmanda por Christophe Beck, discípulo de Hans Zimmer, nos recuerda el tema clásico en más de una ocasión pero cae en los mismos excesos que su mentor, con un score aburrido y monótono que no aporta nada.
Terminator Génesis es una secuela que se disfruta y entretiene como producto veraniego. Incapaz de superar las dos primeras partes de la saga, juega a modo de pastiche con ínfulas de remake o reboot a la espera de que la taquilla determine si habrá más secuelas. Lo mejor que puede ofrecer, es que las nuevas generaciones conozcan la franquicia y se animen a visionar las dos creaciones de James Cameron, historia del celuloide. Solo por ello ya habrá merecido la pena la creación de esta cinta.
Sinopsis de “Terminator Génesis”
La resistencia tiene contra las cuerdas a Skynet. Su líder, John Connor, decide enviar a su mano derecha, Kyle Reese, al año 1984 para proteger a su madre del ataque de un terminator mandado por la inteligencia artificial. Cuando Reese llegue al pasado, descubrirá que la historia no era como se esperaba.