Basada en la novela de Paula Farias ‘Dejarse llover’, llega la última película de Fernando León de Aranoa con Benicio del Toro, Tim Robins y Olga Kurylenko como protagonistas: ‘Un día perfecto’.
Crítica de ‘Un día perfecto’
Drama. Eso es lo que se supone que es la película Un día perfecto. Un drama que poco cala, que poco llega y que finalmente poco interesa. Amalgama de diferentes personajes que lo mismo podrían estar desatascando sumideros en la gran ciudad que intentando sacar un cadáver de un pozo antes de que contamine las aguas, trama sobre la que parte la historia. No parecen curtidos por la desgracia. Más bien son una panda de desalmados (o descerebrados, que casi es lo mismo) que algo tienen que hacer para ganarse la vida. “Aids Across Borders” dicen sus brazaletes y bordados de chaleco o, traducido al Español “Ayuda sin fronteras” o Ayuda humanitaria. Un trio de tarados liderado por Mambrú (Benicio del Toro), un chistoso B (Tim Robins) y una joven becaria Sophie (Mélanie Thierry), espejo de lo que debieron ser los primeros en sus inicios como cooperantes. A la fiesta se le une otra incoherente cooperante llamada Katya (Olga Kurylenko) y debido a las circunstancias, un pequeño crío, Nikola (Eldar Residovic). Completando el grupo y en la traducción del serbio, se encuentra Damir (Fedja Stukan), el único personaje que parece darse cuenta de la gravedad de la situación en la que se encuentra el país de los Balcanes en 1995 (la guerra de Bosnia).
No pongo en duda la situación actual de cada uno, sus vivencias, su pasado, todo lo curtido que están en los conflictos… pero no se ve, no se transmite. Algo quizá más el sereno Benicio del Toro (o Mambrú que… “¿se fue a la guerra que dolor, que dolor que pena?”) o el traductor interpretado Fedia Stukan pero apenas nada reflejo alguno del graciosete B al que le da vida Tim Robins. No es cuestión de interpretación, todos dan lo necesario como para darse cuenta de que ellos están bien. De hecho, si este no fuera el caso, la película carecería del más mínimo interés abocando al público al más hondo de los aburrimientos, que por suerte no es el caso. Pero ninguno de los perdidos personajes, ni sus ambiguos intereses, cruzan la frontera del sentimiento. Se suponen las buenas intenciones en su determinación de sacar al gordo cadáver sumergido en el pozo a pesar de todas las dificultades divinas que se lo impiden, pero por lo demás, todo hay que suponerlo.
Ningún personaje de ‘Un día perfecto’ tiene un recorrido. Los que están curtidos en las miserias gracias a la experiencia, el señor del Toro y Robins, seguirán la misma inercia con que fueron lanzados al comienzo. Sí, puede que la joven bella cooperante francesa (Mélanie Thierry), haya aprendido lo que es un muerto (iba a ayudar en mitad de una guerra, ¿qué esperaba ver? ¿Piñatas?) pero tampoco nada trascendental que no fuera de esperar. Y es que ni el personaje de Olga Kurylenko aporta nada a la historia, salvo el de hacer una media de 10 en cuanto al nivel de belleza del reparto femenino. Un recurso que por cierto, tampoco aporta nada a la historia salvo el de marcar ese plástico tanto.
Así y todo, ‘Un día perfecto’ es dinámica y estéticamente bella. Ciertamente los montes de Granada han sido transformados por el arte de los cineastas profesionales para transportarnos a los Balcanes y cada plano y paisaje muestra la desolación de años de guerra. Lástima que la sensación de peligro no llegue a calar todo lo que debiera a través de este recurso ficticio sin el apoyo de otros elementos como podrían ser los personajes o la acción de la trama.
Hablando de otros recursos impermeables… la música juega en contra de la historia y de la emoción tanto que parece que trata de dislocar los sentimientos en vez de potenciarlos. “Sweet Dreams” de Marilyn Manson viene a acompañar una escena dramática que finaliza sin el climax que promete y, por poner otro ejemplo, la película se atreve a cerrar con la “Where have all the flowers gone” (‘Donde se han ido las flores’) de Pete Seeger, una canción entre ñoña y graciosa según el momento en el que empieza (más aun conociendo la letra). Eso y que cada vez que aparecen militares o cascos azules parece necesario meter un poco de caña rockera.
Se podrían mencionar unas cuantas escenas sobre el poco respeto que tienen los protagonistas a las armas de fuego y a una absurda obsesión con las vacas-mina, pero eso sería ahondar en más de lo mismo para llegar a la misma conclusión: el peligro aparece y se desvanece sin que llegue a calar el dramatismo.
Si Pete Seeger se pregunta donde fueron a parar las flores, yo, como crítico, me pregunto a donde ha ido a parar el tono. ¿Es comedia? ¿Es drama? ¿Se supone que hay alguna reflexión al respecto? ¿Son demasiadas tramas en un mismo espacio de tiempo? Si no fuera por la sobrada capacidad técnica y artística, y el interés por saber a donde acaban todos los senderos por el que conducen los jeeps este particular grupo de ayuda humanitaria, estaríamos ante una obra estéril. Por fortuna ‘Un día perfecto’ cuenta con suficientes alicientes como para mantener la atención sin llevarnos una decepción a pesar de la insatisfacción final de su visionado.