Quinta entrega de la inclasificable saga perpetrada por Michael Bay. Poca novedad en esta “Transformers 5: El último caballero” salvo un guion más confuso que en entregas anteriores, mezclas imposibles y escenas que provocan vergüenza ajena.
Crítica ‘Transformers 5: El último caballero’
Diez años, que se dice pronto, es lo que lleva Michael Bay dedicando tiempo, esfuerzo y muchísimo dinero a una saga que no ha parido ni una entrega decente y que sin embargo sigue apostando por títulos que superan la ridiculez de anteriores entregas. Bay, que entre despropósito y despropósito ha rodado un par de películas decentes, no ha renunciado -al menos hasta ahora, parece ser- a seguir exprimiendo una franquicia que no ha mostrado ningún tipo de innovación desde su primera aventura. Será por su fetichismo para con las explosiones, o ensalzar los valores bélicos norteamericanos, que el director no puede negarse a redundar en sus filias, de sobra conocidas por todos. “Transformers: El último caballero” no solo repite patrones anteriores, sino que los amplia; añadiendo a la ecuación una batalla medieval como prólogo, porque sí, el Rey Arturo tiene relación con la trama de unos robots llegados del espacio que replican vehículos para pasar desapercibidos e incluso lucharon contra los nazis. Aquí todo vale.
Nada más y nada menos que tres guionistas han hecho falta para escribir el guion, con la participación en la historia del Akiva Goldsman, productor de alguno de los peores blockbusters de los últimos años. A tenor de lo que se ve en pantalla, está claro que los escritores no han llegado a consenso alguno, y por ello el relato es una insólita mezcla de varias tramas que se hacen casi imposible de seguir. El público no comprenderá que está pasando, y la realidad es que poco importa, porque los consumidores de este tipo de productos lo que quieren son batallas cuanto más espectaculares mejor. El pastiche que se nos ofrece hubiese funcionado en una serie Z autoconsciente y paródica que solo buscar hacer pasar un buen rato. Pero en el caso que nos ocupa, algunos segmentos se toman con una trascendencia que hace que se atragante el film. Y es que los momentos que mejor funcionan son aquellos donde Bay y su equipo, conscientes del material que tienen entre manos, se sueltan la melena y optan por un humor lo más absurdo posible, sobre todo de manos del mayordomo de Sir Edmund Burton.
Michael Bay parece que nunca va a renunciar a sus vicios, y aunque no siempre funcionen, sigue deleitándonos con ellos. ¿Se le podría considerar un “auteur” del cine de acción? Lo cierto es que con un solo plano se puede saber que estamos ante una de sus películas. Y una de sus mejores obras, “La roca”, fue un referente para entender el género en la actualidad. Pero desde entonces, y centrándonos en esta saga, poca evolución muestra el estadounidense. El diseño de los robots sigue contribuyendo a que su estilo sincopado, de múltiples planos que apenas duran un segundo en pantalla, conviertan las escenas de acción en un borrón de hierros y gente corriendo, difícilmente identificables. Poco más se puede decir de una saga tan homogénea que es complicado conocer que entrega estamos viendo si la hemos pillado empezada.
Mark Wahlberg repite personaje, en lo que parece un alter ego del director. Poco o nada se puede hablar de las interpretaciones de un reparto al que solo se le exige poner cara intensa con la mirada dirigida al horizonte. Los efectos especiales, y la cámara de Bay harán el resto. Anthony Hopkins se suma a la franquicia con un papel en el que el veterano actor desata toda su locura, dejando patente que no se toma en serio nada de lo que está pasando a su alrededor.
“Transformers 5: El último caballero” contentará a aquellos que disfrutaron con las cuatro entregas precedentes y que gustan de peleas interminables durante dos horas y media, sin importar un trasfondo que apoye la orgia de efectos y explosiones que sacian los instintos más primarios de un director que necesita cambiar de aires.