Rafa Martínez dirige su primera película, Sweet Home, terror clásico de técnica impecable donde Ingrid García-Jonsson y Bruno Sevilla son los protagonistas que deberán enfrentarse a un carismático asesino “El liquidador”.
Crítica de “Sweet Home”
Sweet Home es la película presentación de Rafa Martínez, un director cuya creatividad se ve limitada por el presupuesto pero que, aun así, ofrece un excelente resultado. Sin cámara al hombro, lejos de la excusa del found footage, Rafa Martínez y su equipo se las arreglan para ofrecer una hora y media de entretenimiento al más alto nivel sin perder de vista el suelo español. El director, que también está a los mandos del montaje (deformación profesional), ofrece agilidad en la edición de los tantos planos de los que se compone la obra mientras que la fotografía enmarca cada uno de ellos en la mejor opción posible. Congelad Sweet Home donde os plazca que sin duda podréis obtener una bonita imagen de escritorio.
Ahora bien, el guión, que no desmerece para nada en los aspectos bien cuidados y justificados de creatividad y coherencia, se queda corto para tan grande apuesta. Algo que es achacable a las limitaciones presupuestarias con las que hay que lidiar y que a su vez es motivo que lleva a situar la película en la localización: un edificio antiguo como los vistos en las colegas Rec, Rec 2 y Mientras duermes que hábilmente rediseñado, recoge la desventura de la clásica pareja de enamorados sin que recuerde similitud alguna con las nombradas. Arte y dirección, pusieron empeño para mostrar diferentes pisos (un almacén de juguetes viejos, una antigua clínica de dentista, un piso grafiteado a más no poder, la inevitable vivienda de vieja decoración…) con los que perturbar la calenturienta imaginación del espectador. Además, el espectador descubrirá aquellos recovecos susceptibles de recoger la acción sin que en ningún momento pierda la orientación espacial.
Ingrid García-Jonsson en el papel de Alice, y Bruno Sevilla en el de Simón, el austero novio de Alice, forman hacen una buena pareja de protagonistas. De hecho, cada cual aporta la energía indicada para transformarse en el personaje que le toca. Sensibles y enérgicos cuando la ocasión lo requiere, ni espantan ni aburren con tanto grito y sufrimiento ya que tienen la sensibilidad suficiente como para dosificar la emoción sin dejar que la misma empañe sus palabras. Aportar un comportamiento normal, dentro de la anormalidad de la situación en este tipo de películas, es una de las cosas más complicadas de lograr y una vez más, el reparto logra sumar otro importante aporte a Sweet Home. Los secundarios, los presumiblemente esbirros de “El liquidador”, han quedado un poco descuidados en el guion de la película, y no consiguen transmitir una sensación de peligro palpable. Sólo cuando uno de ellos recibe la provocación necesaria, se empieza a vislumbrar las posibilidades de los desconocidos… pero es entonces cuando hace acto de presencia la estrella de la película: El liquidador.
Se puede afirmar sin error que “El liquidador” (Orio Tarrida) es el primer asesino Español con el carisma suficiente como para protagonizar una franquicia.
Y es que, Sweet Home, nos presenta a un Michael Myers con denominación de origen patrio. Ataviado con su equipo de desinfección, “El liquidador” se dedica a eliminar plagas (si es que el furgón en el que publicita sus servicios no es una tapadera). Este carismático asesino ha sido creado en el laboratorio de la razón. Como nos contó Rafa Martínez en la entrevista, todo en él tiene justificación. La capucha, la máscara anti-gas, los utensilios de “trabajo”… No hay nada que no tenga a mano por un propósito. No es el típico pirado que se disfraza para atormentar a sus víctimas, no. Es un exterminador de plagas, presumiblemente contratado por una despiadada inmobiliaria, para acabar con la infestación de… inquilinos indeseados. Se puede afirmar sin error que “El liquidador” (Oriol Tarrida) es el primer asesino Español con el carisma suficiente como para protagonizar una franquicia. Lleno de posibilidades, sería magnífico descubrir el pasado y el futuro de este gran personaje.
El mobbing inmobiliario es una excusa como otra cualquiera para situar a unas pobres víctimas bajo el arma homicida de un tarado. No hay crítica social. Si acaso hay un divertido e inquietante texto de arranque que sirve para poner las expectativas por las nubes: “Más de 96.000 desalojos se realizan en España cada año. Un 85% se lleva a cabo pacíficamente. Un 13% por la fuerza. Y un 2% usando otros métodos.”
Sweet Home cuenta con todos los elementos necesarios como para ser una buena película de género. No le falta nada, salvo quizás, que el equipo no hubiera visto limitado su ingenio por el presupuesto. Más presupuesto podría haber significado más bizarradas (del magnífico estilo y creatividad que tiene), más personajes (para “liquidarlos” sin que acabe la película), más posibilidades técnicas (¿¿TODAVÍA MÁS??) y cualquier otra cosa que hubieran querido o imaginado… pero no más calidad. Sweet Home no pone ninguna excusa para rozar la excelencia. Si alguien tuviera dos dedos de frente (o unos cuantos millones en el bolsillo), le faltaría tiempo para llevarse a Rafa Martín y su equipo a desarrollar esta franquicia o proponerles el rodaje del típico Blockbuster.
Sinopsis de “Sweet Home”
Alicia (Ingrid García-Jonsson) hace una inspección técnica a un destartalado edificio del centro de Barcelona. Allí sólo queda un anciano inquilino (José María Blanco), bastante inquieto por la presión a la que le está sometiendo la inmobiliaria. El anciano afirma que no hacen más que amenazarle para que abandone su hogar y así poder quedarse ellos con toda la finca.
Aprovechando el abandono del lugar, Alicia decide preparar una atípica pero romántica noche para celebrar el cumpleaños de su novio Simón (Bruno Sevilla). La pareja pronto descubrirá que el anciano no se encontraba preocupado sin motivos, pues unos enmascarados irrumpirán en el edificio con el objetivo de llevar a cabo las amenazas de la inmobiliaria.