Con Toro llega una apuesta ambiciosa, original y arriesgada en forma de thriller negro cargado de acción y con un marcado toque cañí. Curiosa mezcla de géneros que bien merece el paso por taquilla.
Crítica película ‘Toro’ (2016) con Mario Casas’
Con una trama bastante surrealista y bizarra y con una estética bastante retro llega a las carteleras españolas la película Toro (2016), la encargada de inaugurar la presente edición del Festival de Málaga. El nuevo y arriesgado desafío cinematográfico del director Kike Maíllo sigue resultando igual de ambicioso que su anterior proyecto ‘Eva’ (2011) confirmando, una vez más, que esta nueva generación de directores españoles no se marcan límites -o lo intentan, buscando infinidad de productoras para un mismo rodaje- a la hora de soñar y realizar un cine atrayente, impactante y taquillero. Con este estreno encontraremos una nueva apuesta española por el thriller negro -que tan buenos frutos a dado en los últimos años-, en esta ocasión cargado de acción, violencia y con un marcado toque cañí.
La historia arranca con la firme decisión de Toro (Mario Casas) de abandonar la mala vida y el riesgo que asume día a día bajo la protección de Romano (José Sacristán), al que considera como un padre. Esa misma noche, junto a sus otros dos hermanos, hará su último trabajo pero algo saldrá mal en el último momento y tras una incesante persecución policial Toro será capturado. Ahora, cinco años más tarde, está apunto de conseguir la condicional gracias a su buen comportamiento y a un trabajo estable y legal. Parece que por fin podrá vivir feliz y tranquilo junto a su novia Estrella (Ingrid García Jonsson) cuando regresa en busca de ayuda desesperada su hermano López (Luis Tosar).
Muchos me atacarán por este comentario, lo sé, pero la película Toro resultaría de la particular unión de varios títulos: ‘Machete’ de Robert Rodríguez con ‘Grupo 7’ de Alberto Rodríguez y ‘Torrente’ de Santiago Segura. Y ojo, he de decir que aunque a priori resulte complicado de creer, esta explosiva y llamativa mezcla termina entreteniendo, que no es lo mismo que brillando, ya que ciertamente su resultado final es bastante irregular. Por un lado tendremos un trepidante thriller con asombrosas escenas de acción al más puro estilo Driver; por otro a ese Toro (Mario Casas) sediento de venganza repartiendo y aniquilando a diestro y siniestro -quizá le falte un punto de violencia para llegar a la maestría de dicho elemento utilizada por Robert Rodríguez o el gran Tarantino-, y todo ello bañado por cierta estética sucia, retro, cañí y bastante miserable representada por el gran mafioso de la trama, Romano (José Sacristán), que entre gambas, flamenco y rezos de consagrado cofrade mantiene atemorizada y comprada a toda una ciudad. Semejante coctel sólo podría estar ideado por los guionistas Rafael Cobos -Grupo 7, La isla mínima- y Fernando Navarro -Anacleto-, lo que me reafirma en que no andaba tan desencaminada en mis primeras predicciones al salir de la sala.
Toro (2016) resulta así una cinta al menos curiosa de contemplar gracias a su mezcla de géneros, a esa firme apuesta por ofrecernos algo diferente -aunque termine mostrándose bastante inverosímil y su final completamente previsible- y a la fuerza y dinamismo impregnadas en sus escenas de acción… aunque eso sí, entre tantas ganas de alcanzar la espectacularidad encontramos más de uno y dos fallos. Peleas poco creíbles gracias a cámaras mal colocadas a la hora de realizar ciertas coreografías cuerpo a cuerpo, dejando en evidencia la falsedad de las mismas; un mafioso que envuelve la trama principal cuyo “oficio y beneficio” no sabemos muy bien de dónde proviene, ya que no deja claro con qué trafica en ningún momento -¿drogas, prostitución, restaurantes chinos, talla de imágenes religiosas, gambas, todo a la vez?-; largas e intensas persecuciones en pleno centro de una ciudad -una Málaga imaginaria- sin que aparezca un mísero coche de policía. Aunque también hay que destacar que nos encontramos ante una cinta ágil, que puede presumir de una fotografía excelente, unas interpretaciones sólidas que dejarán con ganas de precuela ya que sus personajes (sería interesante conocer de dónde vienen y el por qué de sus circunstancias actuales) resultan carismáticos y extravagantes, dejando un halo de curiosidad en el espectador.