Melissa McCarthy deja de lado la comedia para abrazar el rol de Lee Israel, una escritora que falsificó cartas de escritores para venderlas a coleccionistas. Una historia melancólica que resulta sumamente interesante.
Crítica
“¿Podrás perdonarme algún día?” es, a priori, una historia que puede resultar poco atractiva para el gran público, pero que más allá de su trama principal, presenta un subtexto que compartimos todos los seres humanos, haciendo que su visionado sorprenda por varios motivos.
La historia real de Lee Israel, una escritora frustrada que se ve obligada a buscarse la vida por cauces poco legales, ya que sus escritos no le proporcionan ingresos, conecta con el espectador no por lo poco simpática que resulta la protagonista, ni siquiera por sus desgracias vitales, sino que lo hace por la idea que ata todo el relato: la necesidad de trascender, de que lo que hacemos sea reconocido por alguien. Y es aquí donde Israel se gana al público sin necesidad de dar lástima, apostando por un planteamiento donde la forma en la que la escritora sale de su complicada situación, resulte simpática dentro de la gravedad. Para ello se alía con otro escritor fracasado y juntos forman una dupla donde la amistad trabaja como apoyo vital ante las adversidades.
La genialidad del film de Marielle Heller está en sugerir empatía e, incluso, algún atisbo de comedia, con una historia cargada de melancolía; y no esconde ninguno de los elementos, sino que los explota para llegar a ese estado. La desaturada fotografía, la sobriedad de los decorados y una realización eminentemente clásica, hacen que el trabajo de Heller tenga una gran elegancia, a la que se suma el gran trabajo interpretativo de sus dos protagonistas. Melissa McCarthy da una clase magistral de contención, demostrando, y no es la primera vez, que es una gran actriz cuando se aparta de esas comedias que perpetra más habitualmente de lo que debería. Su Lee Israel transmite esa derrota, ese odio hacia los demás y hacia ella misma por no poder triunfar, sin dejar de lado la ironía con la que se enfrenta a una vida que parece que transcurre guiada por los acontecimientos, pero donde no hay nadie al volante hasta que la situación se vuelve insostenible. Richard E. Grant la acompaña con un delicioso personaje, al que dota de una gran distinción. Sus conversaciones en los bares junto a una o muchas copas, son un gusto para el espectador, culminando con su última charla que marca el momento más emocionante de la cinta. Esas conversaciones, cargadas de confesiones, son parte fundamental de una historia con la que es imposible no conectar.
“¿Podrás perdonarme algún día?” es una grata sorpresa en la cartelera actual. Una historia contada desde una perspectiva clásica, realizada con un gusto exquisito e interpretada por una actriz y un actor que elevan el resultado final de un film que entretiene, emociona, divierte y hace reflexionar.