Vuelven los hermanos más traviesos de la historia del tebeo en una nueva aventura que cuenta con una enigmática Elena Anaya y personajes conocidos de la literatura juvenil.
Crítica de ‘Zipi y Zape y la Isla del Capitán’
Tres años después de la primera entrega regresan Zipi y Zape, y lo hacen una vez más, tomando como base los personajes creados por Escobar pero con un guion alejado de las historietas salidas de las coloridas páginas de sus tebeos.
Y es que el modelo de aventura ochentera con referentes como “Los Goonies” o “Cuenta conmigo” funciona a la perfección. De esta manera, se introduce a los personajes del cómic de una manera actualizada a las nuevas generaciones, donde las travesuras de Zipi y Zape se quedan un poco cortas para los tiempos que corren.
El libreto de Oskar Santos y Jorge Lara presenta una trama inteligente que reúne a algunos de los personajes más famosos de la literatura juvenil con su foco principal en un Peter Pan que se asemeja más a su homólogo del cuento de Barrie que a la edulcorada versión que creó Disney. La película tiene un ritmo ágil que quizá se resiente en su tramo final, pero que entretiene y mantiene la intriga durante su más de hora y media.
Oskar Santos vuelve a repetir tras las cámaras y se confirma que le tiene tomada la media a sus personajes. En esta ocasión se arriesga con una historia más grande y compleja que en la primera entrega y supera la prueba con creces. Su narración es clara y ligera, muy apropiada para el público objetivo que va a asistir a las salas. Teo Planell y Toni Gómez, los nuevos Zipi y Zape, tienen una imagen más dulcificada que Raúl Rivas y Daniel Cerezo (más parecidos a sus equivalentes de las viñetas). Ambos no desentonan y defienden sus personajes al igual que el resto de compañeros de aventura que, sin destacar, resultan creíbles en sus encarnaciones. Elena Anaya es la estrella de la cinta, con un personaje que le sienta como anillo al dedo, apacible y amenazador a partes iguales. El resto de adultos apenas tienen cabida en la historia.
La parte técnica es digna de elogio con el presupuesto propio de una película española, haciendo uso de un diseño de producción infantil y retro que encaja a las mil maravillas. La fotografía de Daniel Sosa Segura sigue la línea de la primera parte con la mezcla de temperaturas de color, creando ambientes de misterio en cada estancia. Los efectos especiales, tanto prácticos como digitales, funcionan en las numerosas secuencias en las que aparecen, y siempre teniendo en cuenta la historia que nos ocupa. También repite en la música Fernando Velázquez con una atrayente partitura con tintes aventureros y marinos. Interesante la carrera de este compositor con trabajos tan potentes como “La cumbre escarlata” o “Lo imposible”, equiparándose en un futuro no muy lejano a grandes de nuestro país como Alberto Iglesias o Roque Baños.
Zipi y Zape y la isla del capitánse muestra continuista con la primera entrega, intentando pulir sus fallos y explotando sus aciertos. Una buena oportunidad para disfrutar de aventuras al estilo de las películas de hace treinta años, para hacer las delicias de los niños y de sus padres.