La cinta independiente ‘Wilson’, dirigida por Craig Johnson, se estrena bajo la mano de Fox. Una propuesta que pretende ser innovadora y termina siendo totalmente convencional, con el único acierto de contar con un genial Woody Harrelson como protagonista absoluto de las desdichas narradas en su argumento.
Crítica de ‘Wilson’
Con Wilson, el estreno de Fox para este caluroso fin de semana de mayo, nos topamos de frente con el temido problema de visionar una cinta que siendo estrictamente conservadora en su fondo, tiene la desmesurada pretensión de querer resultar ácida, gamberra y rompedora en su forma. Imposible combinación que esta vez nos llega en forma de cine independiente protagonizado por un siempre genial Woody Harrelson (Wilson), la verdadera razón de ser de esta propuesta.
En la cinta conoceremos a Wilson (Woody Harrelson), un cuarentón maniático, gruñón, neurótico y, ahora que a muerto su padre, también solitario. Un completo misántropo que ya en su madurez se percata del desolador futuro que le espera y decide retomar a la desesperada la relación con su ex mujer Pippi (Laura Dern), con la que tuvo una hija que dio en adopción bajo el más absoluto desconocimiento de Wilson. Ahora, al enterarse de su paternidad, cree tener la oportunidad de formar su propia familia y decide conocer a su ya adolescente hija.
La nueva comedia dirigida por Craig Johnson (El club de los poetas muertos, The Skeleton Twins) parte de un personaje nacido de las viñetas satíricas de Daniel Clowes, guionista también de la cinta, y al que Woody Harrelson da vida siendo capaz de plasmar a la perfección toda esa mala leche que Wilson acumula hacia el resto del universo. Un completo antihéroe que pese a su despego innato hacia el resto de seres humanos, siente la necesidad de encontrar compañía en sus solitarios y eternos días, por lo que intenta regresar desesperadamente a los brazos de su ex mujer, Pippi, lo más parecido a él pero en género femenino.
Hay que reconocer que la propuesta arranca con fuerza pero según avancen los minutos de metraje empezaremos a observar como la película se acomoda y comienza a derivar hacia el más puro convencionalismo haciendo un claro alegato hacia la fortaleza que otorga saberse dentro de un núcleo familiar tradicional. La aceptación social pasará a ser primordial para un personaje al que poco le importa, por principios, lo que opinen los demás.
Y es que como ya he advertido en anteriores líneas, Wilson quiere atraer al público hacia una cinta indie bastante innovadora donde gags y crítica social parecen ir de la mano -su cartel ya promete algo que no va a dar, por ejemplo-, pero la cruda realidad es que su mensaje final es más que conservador, algo ñoño y carente de fuerza. Sin más remedio su personaje principal, Wilson, estará muy por encima de su trama, algo que dejará un regustillo bastante amargo a su resultado final. Por todo ello, el público al que pretende reclamar su asistencia a las salas puede salir bastante decepcionado de la experiencia.