No son muchos los estrenos de cine en este incierto verano de pandemia. Eso sí, no hay sitio más seguro y fresquito donde pasar la tarde que una sala de cine. Hoy te traemos la crítica de la película Quisiera que alguien me esperara en algún lugar, un drama familiar marcado por los acontecimientos que conciernen a los hermanos Armanville. Si eres de los que disfrutas de las buenas interpretaciones y las tramas cargadas de emociones, sin duda aquí tienes una buena razón para acudir al cine.
Sinopsis
Aurora (Aurore Clément) se dispone a celebrar su 70 cumpleaños rodeada de sus cuatro hijos: Juliette (Alice Taglioni), Jean-Pierre (Jean-Paul Rouve), Mathieu (Benjamin Lavernhe) y Margaux (Camille Rowe). Desde la muerte del patriarca de la casa, el hermano mayor ha ocupado el papel de jefe de la familia. Pero el reencuentro de este con una persona de su pasado hará que la vida de todos los hermanos cambie por completo.
Crítica de la película Quisiera que alguien me esperara en algún lugar
Hoy viernes 14 de agosto de 2019 tenemos nuevo estreno en cines que nos llega desde la vecina Francia. La película Quisiera que alguien me esperara en algún lugar (cuyo título original es Je voudrais que quelqu’un m’attende quelque part) supone la adaptación, o más bien la reformulación, cinematográfica de la novela de Anna Gavalda (1999). La historia original de la novela quedaba compuesta por doce relatos autónomos, y la propuesta dirigida por Arnaud Viard toma alguna de esas tramas e ideas para narrar una historia uniforme entorno a la vida de una familia burguesa, en concreto sobre los hermanos Armanville.
¿De qué va la película?
Así, al comienzo del relato de Quisiera que alguien me esperara en algún lugar conoceremos a cuatro hermanos de edades diversas, cada uno con su vida y sus propias problemáticas. Pero en general, podremos observar a una familia con sus problemas típicos del día a día, pero eso sí, que ante todo permanece unida, aunque podamos observar pequeños tiras y aflojas entre ellos.
En esta primera parte de la cinta todo parece ser relajado, y así, sin una marcada carga dramática, es como nos iremos introduciendo en el día a día de estos cuatro hermanos. Toda esa “monotonía” terminará cuando entre en escena un inesperado suceso con el que comenzará el conflicto principal de la cinta; suceso que dará un vuelco a la trama y a las vidas de los hermanos.
La despedida
Poco a poco, según estos cuatro hermanos se tengan que enfrentan a diversas decisiones que pueden trastocar sus acomodadas vidas, iremos sintiendo un pretendido poso de melancolía, tristeza, pérdida, desconcierto e, incluso, frustración. Clara intención de su director Arnaud Viard por mostrarnos una cinta que, más allá de los personajes, es capaz de narrar a la perfección lo que supone soportar a diario ese sentimiento de tristeza y melancolía. Un sentimiento que viene impuesto por una de las palabras más dolorosas de nuestro vocabulario: despedida.
La vida es una, disfrútala
Aunque eso sí, el final de la película Quisiera que alguien me esperara en algún lugar arroja algo de luz a tanta desolación, mostrándonos que “siempre hay luz al final del túnel”. Y es que quizá todos sus personajes tenían que pasar por ese trance para ser capaces de tomar las riendas de sus propias vidas y terminar de encaminarse hacia decisiones que no se atrevían hasta dicho el momento.
Opinión final de la película Quisiera que alguien me esperara en algún lugar
Como conclusión final de esta crítica de la película Quisiera que alguien me esperara en algún lugar decir que estamos ante un correcto ejercicio de cine intimista. Sus principales aciertos serán la elección de todos sus intérpretes, ese marcado sentimiento de desolación y desconcierto que deja una inesperada despedida, y el buen acabado técnico que de la cinta. Quizá lo que menos convenza de todo el relato sea su tramo final, que busca un precipitado “happy end” para que el espectador no salga tan afectado de la sala.