Con la inminente llegada de su secuela en apenas unas semanas, la primera de las adaptaciones de los best sellers de Jussi Adler-Olsen trae a España el último fenómeno literario danés reconvertido en taquillazo cinematográfico, Misericordia: los casos del Departamento Q.
Sinopsis de Misericordia: los casos del Departamento Q
Carl Mørck es un policía de homicidios de trato difícil pero de excelente intuición al que un día seguir su instinto le acarrea complicadas consecuencias. Alejado del departamento de Homicidios, le hacen responsable del nuevo Departamento Q, un callejón sin salida cuya misión es únicamente la de clasificar antiguos casos que han quedado sin resolver. Pese a que le asignan un nuevo compañero, Hafez al-Assad, y un protocolo de actuación, Mørck decide ir por libre y se obsesiona con un caso abierto que en su día no le fue asignado. Sin comunicar su decisión de reabrir la investigación a sus superiores, Mørck y Assad se sumergen en el expediente de Marete Lyngaard, una política danesa que hace cinco años desapareció de un ferry sin dejar rastro sobre su paradero.
Crítica de Misericordia: los casos del Departamento Q
Cuando uno contempla las dos primeras secuencias de Misericordia: Los casos del Departamento Q se da cuenta de que su argumento es otra adaptación del esquema policíaco y detectivesco reciente: un protagonista con escasas habilidades sociales pero de excelente talento se ve obligado a trabajar con un nuevo compañero muy capaz (pero al que le sobra humanidad y empatía) para juntos iniciar una investigación que traspasa las normas y que servirá para enfrentar, que no solucionar, los demonios personales. Sabiéndose capaz de jugar con estos arquetipos y lugares comunes del género, Misericordia… intenta ofrecer algo diferente al espectador valiéndose de pequeños detalles (formales y temáticos) que le permitan dar una nueva vuelta de tuerca a esa corriente reciente de thrillers nórdicos generada tras el éxito arrollador de la saga Millenium (con la que, por cierto, el film de Mikkel Nørgaard comparte al guionista, Nikolaj Arcel).
Saltándose con este propósito los límites del thriller clásico, la adaptación de la novela La mujer que arañaba las paredes presenta una trama que se desarrolla en distintos momentos temporales y en el que los puntos de vista de los protagonistas (detectives, víctima y culpable) se superponen, ofreciendo así al espectador una historia a tres bandas que sólo puede reconstruir a medida que la investigación progresa y cada una de las pistas e informaciones salen a la luz. Jugando su mejor baza con la trama que abarca la investigación policial (por algo es la central y la que ocupa más tiempo en pantalla), la película goza de un ritmo potente que logra enganchar con unos personajes principales arquetípicos pero con garra que se benefician de unas interpretaciones (tanto las del reconocido Nikolaj Lie Kass como la de Fares Fares) que consiguen dotar de credibilidad y cierta empatía a la pareja policial. En contraposición, las tramas que abarcan el punto de vista de víctima y verdugo no llegan a generar la empatía necesaria para que el espectador se identifique con la tragedia: siendo el vehículo perfecto para perfilar la situación y la psicología de sus responsables según esa frialdad y oscuridad que parece definir al noir del norte (cuidado los aprensivos pues encontrarán un par de secuencias un tanto gráficas), estas partes del film provocan una ralentización del argumento no siempre bienvenido, ya que la falta de información (no siempre necesarias para la creación de la intriga) o el exceso de la misma (las numerosas reconstrucciones antes del desenlace) hacen que el resultado final de Misericordia: los casos del Departamento Q no acabe por crear el perfecto rompecabezas que se pretende.
Aún así y aunque su concepción como película-presentación de la saga hace que muchos puedan confundir a Misericordia: los casos del Departamento Q con el piloto de una serie (de hecho, si focalizase un poco más el relato y acortase su duración sería una idea a tener muy en cuenta), lo cierto es que el trabajo de Mikkel Norgaard funciona y dejará a los amantes del género (televisivo y cinematográfico) con ganas de saber qué le aguarda en el futuro a los integrantes del Departamento Q.