“Ma Ma”, de Julio Medem, es la particular apuesta protagonizada por el potente reparto: Penélope Cruz, Luis Tosar y Asier Etxeandia. Un canto al valor y la vida tan alejado de la sensiblería como del interés.
Crítica de la película ‘Ma Ma’
Julio Medem, uno de los pocos directores sobresalientes de la década de los noventa, continua cincelando sus obras con su inconfundible estilo. Ma Ma puede ser un buen viaje sensorial a través de la maldita enfermedad que es el cáncer, pero su argumento no cala tan profundo como cabría esperar de una historia de tales dimensiones.
Una desgracia detrás de otra. Los personajes se lo toman lo mejor que pueden, con tanta naturalidad como Penélope Cruz (Magda) sabe, con tanto peso como Luis Tosar aporta y con tanta entereza y profesionalidad como el portador de las malas noticias, Asier Etxeandia, aporta. Mientras, una indudable bella persona, por fuera y por dentro, el personaje principal de la película Magda, toma vida gracias a las acciones y tirada naturalidad que aporta Penélope. Sus idas y venidas de la naturalidad al ensimismamiento, son difíciles de encajar en el tortuoso, pero valiosísimo encuadre que el director decide dar a Ma Ma. No dudo del buen hacer de la actriz, no soy, ni seré nunca, un detractor del difícil trabajo que en ocasiones, las más, tan bien ejecuta esta mujer, pero puede que la sincera intimidad con la que pretende desarrollarse la cinta le haya jugado una mala pasada a la intérprete. Magda pretende ser natural pero todos sus esfuerzos se quedan aislados en su proceso creativo. Salvo en las ocasiones que entra en las peculiares (y bastante confusas) ensoñaciones, Magda se queda al margen de nuestra realidad.
Luis Tosar y Asier Etxeandia lo dan todo. Luis, cuyo personaje tiene que sobrellevar lo peor de todo, vuelve a demostrar la sencillez que oculta el monumental trabajo que lleva ponerse en la piel, y de manera tan sincera, de una vida ajada por la fortuna. Un personaje que es tan ojeador de profesión, como ojeador de la vida. Y ahí, en cada mirada de este señor, se puede ver la ficticia persona que porta su inconfundiblemente real rostro. Lo mismo se convierte en una bestia parda, en el más “severo” de los padres (Musarañas), en el más perturbador de los acosadores, que nunca, por muy característico que sea su rictus, dudaremos de la verdad de sus palabras.
Asier por su parte, realiza un trabajo que parte de la bondad para dar fondo y forma a un papel de lo más desagradecido (no menos que el ajado Arturo de luis). Ahí debe afrontar con la verdad, con una sonrisa, la cara de póker de un profesional que como actor tiene que dejar traslucir lo que sus palabras ocultan. Y no sólo en lo referente al diagnóstico de la paciente, si no también, en su bien complicada vida personal que el guión de Medem decide dejar fuera, segundo damnificado tras su colega Luis, al que ni siquiera se le da oportunidad de expresar o justificar sus sentimientos.
El guión. El guión de Julio Medem. El guión de Julio Medem dándole el particular toque Medem queda muy fuera de lugar y nada tiene que ver con la particularidad del director. Es más, cuanta más particularidad hay, cuantas más desvaríos visuales, cuantos más encuadres caóticos a la par de gráciles y bellos, mejor. Lo mismo ocurre cuando se muestra la cruda realidad de un porcentaje del que todos nos creemos a salvo. Y mejor aun, mucho más interesante, donde va a parar, es la posibilidad que tenemos los hombres de acompañar a una mujer en el viaje de la enfermedad del cáncer de mama, con todo lo que ello conlleva. Sin embargo, la mezcla onírica de las elecciones, y la espectral aparición de una pequeña niña rubia llamada Natasha, no hace sino desencajar una historia que, si hubiera tomado uno de los dos caminos, ya hubiera sido apasionante.
La película de “Ma ma” seguro interesará a aquellas personas que hayan tenido una experiencia como la relatada. Se emocionarán, llorarán, se sentirán henchidas de valor, fuerza, entereza, determinación… pero difícilmente tocará la sensibilidad de quienes sean ajenos. No quedarán impasibles, eso desde luego, pero sí notarán en el fondo de su corazón, que el viaje podría haber sido mucho más apasionante. Por suerte para todo el mundo, Julio Medem en ningún momento permite que nadie caiga en la tediosa y fácil sensiblería. No hay pena, sólo valor.