Ocho apellidos catalanes aterrizará mañana en la cartelera dispuesta a igualar o superar la taquilla de su anterior entrega intentado repetir la fórmula de su éxito ¿lo conseguirá o decepcionará?
Crítica Ocho apellidos catalanes
Si pero no. La esencia es la misma, reírnos de los típicos tópicos de vascos y ahora también de catalanes, pero el resultado final no es ni comparable. ¿El motivo? Una precipitación latente, consecuencia de la ceguera provocada por el éxito que inesperadamente cosechó Ocho apellidos vascos(2014) -aún recuerdo una conversación con la gente de Universal admitiendo que no “daban un duro” por su éxito en taquilla- y de las ganas de exprimir al máximo la “gallina de los huevos de oro”. Aún seguía en cartelera cuando Telecinco ya anunciaba a bombo y platillo que tenían planes de rodaje para la que nos ocupa, y tras año y ocho meses se ha dado forma desde cero a la secuela que nos llegará este viernes a los cines. Guion, rodaje, montaje y … ¡tachán! ya tenemos nueva entrega en los cines, deprisita y corriendo, antes de que le salga competencia o simplemente se pase el boom.
Pero al igual que es “vox pópuli” que la mejor de Torrente fue su primera entrega, parece que con “Los apellidos” -que no dudo su poder de convertirse en una saga que lance anualmente entregas hasta repasar todas las autonomías- va a pasar algo parecido. Tranquilos, recaudar en taquilla recaudará, Telecinco no ha dejado ni un momento de hacer publicidad -antes incluso de que se escribiera el guion-, de usar a su nueva mega estrella de ‘B&B’ como reclamo -para los despistados, Dani Rovira- e incluso ayer celebró una premiere simultánea y con cobertura total por todos sus canales y programas -ni la visita relámpago de los protagonistas de la saga de ‘Los juegos del hambre’ a Madrid ha tenido tanta difusión-. Y es que si de algo sabe esta cadena, o más bien el genio de los negocios Paolo Vasile, es de promocionar sus productos.
En esta Ocho apellidos catalanes veremos como Amaia (Clara Lago) y Rafa (Dani Rovira) han roto su relación desde hace ya un año, tiempo suficiente para que ella haya rehecho su vida al lado de un catalán llamado Pau (Berto Romero) con el que tiene planes de boda. Cuando Koldo (Karra Elejalde) reciba la invitación del enlace pondrá rumbo a Sevilla para comunicárselo en persona a Rafa y convencerle de que ambos deben presentarse juntos en la boda y boicotearla.
Emilio Martínez Lázaro y el equipo de guionistas de la anterior entrega, Borja Cobeaga y Diego San José, no consiguen dar en el clavo en esta ocasión por mucho que hayan querido aprovechar el momento independentista que vivimos en nuestro país. El ritmo falla en más de una secuencia; Dani Rovira ha perdido la frescura que le hacia brillar en “la vasca”; la química entre la nueva pareja formada por Clara Lago y Berto Romero es inexistente y no transmite nada de credibilidad (¿y estos dos pensaban casarse?); el papel de Carmen Machi es anecdótico, había que meterla pero no sabemos muy bien qué papel darle: pareja de Koldo, la “madre” de Rafa o una tipa medio “chiflada” que se cuela en la boda… solución, que salga poco; si el acento vasco de Clara Lago duraba sólo la primera medio hora de metraje de ‘Ocho apellidos vascos’, en ésta el único elemento que la definirá como tal será el flequillo y su afición por repetir cada diez minutos “¿y si nos tomamos un vaso de chacolí?; las intervenciones de Berto Romero, un hipster de pacotilla, y Rosa María Sardá, totalmente desaprovechada, son la excusa para incluir esa “trama catalana” pero sus personajes no tienen ningún recorrido por lo que terminarán resultando un sin sentido con gracias bastante forzadas; Belén Cuesta también tiene un papel de relleno que cumple tan sólo la misión de incluir otro acento más, el gallego. ¿Alguien da más?
Y es que el guion es el principal problema deOcho apellidos catalanes, la historia no se sostiene por ningún sitio y se nota la precipitación en cada escena. Los personajes nuevos están ideados con las prisas de “era para ayer” y carecen de solidez, y los que ya conocemos tienen que compartir escena con tanta gente que han perdido su carisma por el camino. En general los gags son bastante flojos, incluso desacertados en más de una ocasión, y repetitivos al usar chascarrillos que ya funcionaron en la primera entrega. Algunos diálogos resultan redundantes, tanto es así que terminarán convirtiendo a los personajes en cargantes y no en simpáticos. Subrayar además que la trama catalana está totalmente desaprovechada, habría resultado más correcto titularla ‘Ocho apellidos vascos 2’ ya que ésta de catalana tiene más bien poco.
Aún con todo esto Karra Elejalde, y en algunos momentos un Dani Rovira inspirado, logrará sacarnos una carcajada entre desatino y desatino. Si te divertiste con ‘Ocho apellidos vascos’ merece la pena que le des una oportunidad a la cinta, eso sí, es seguro que esta Ocho apellidos catalaneste va a decepcionar y mucho. Ahora sólo nos queda conocer el título de la siguiente entrega, quizá: ‘Ocho apellidos Valencianos’ -incluimos una mascletá y un par de “tetes y tetas” y listo-, ‘Ocho apellidos gallegos’ -aprovechando el personaje de Judith, la pobre galleguiña-, ‘Ocho apellidos canarios’ -incluimos en los diálogos unas cien veces guagua y papas arrugas- … querido público, ¡hagan sus apuestas!