Los del túnel, la ópera prima de Pepón Montero, presenta una historia originalmente narrada que contiene un claro mensaje que hará reflexionar sobre la sociedad tan superficial en la que vivimos.
Crítica de la película Los del túnel
Una nueva comedia nacional llega este fin de semana a la cartelera bajo el título de Los del túnel y pese a lo que pueda parecer en un primer momento la cinta no se desarrolla en el interior de ningún subterráneo mientras sus protagonistas intentan alcanzar la luz. Pepón Montero, director y guionista junto aJuan Maidagán -quienes ya trabajaron juntos en el guion de la serie Camera Café-, ha preferido contarnos el “qué pasó con” y de este modo hacernos partícipes de cómo serían las relaciones posteriores entre ese grupo de personas que se han visto de repente sometidos a una experiencia extrema, cercana a la muerte, una vez fueron rescatados. Poco a poco nos irá introduciendo en sus vidas, en su día a día, en sus familias, entornos cercanos, costumbres, trabajos, haciendo que el espectador saque sus propias conclusiones sobre si deberíamos cambiar por completo nuestras vidas tras un acontecimiento así. Mucha gente tendría como propósito ser mejor persona, disfrutar más de su familia, dejar atrás viejos vicios y adoptar hábitos de vida más saludables, viajar y descubrir nuevos lugares y culturas, comenzar unos nuevos y apasionantes estudios, independizarse, volver con un ex, cambiar de trabajo… esas nuevas intenciones pueden figurar en un listado prácticamente infinito pero ¿y si no queremos cambiar nada de nuestra vida porque hasta ahora nos ha ido fenomenal siendo tal y como somos? Y es en ese punto donde descubriremos la verdadera reivindicación de la cinta: debemos aprender a aceptarnos, con nuestras virtudes y defectos claro está, pero siempre ser fieles a nosotros mismos. Nunca pretender ser alguien que no somos. Ese es el secreto de la verdadera felicidad, aquella que no te impone nadie.
La película presenta la historia de un grupo de supervivientes rescatados tras permanecer atrapados quince días en un túnel. Tras lo experimentado en este traumático acontecimiento que les une de por vida, crearán un grupo de WhatsApp y la primera quedada no tardará en llegar, terminando por instaurar los viernes como día oficial de sus cenas. Los roles entre ellos ya quedaron más que establecidos en el interior del túnel: el héroe, el adolescente problemático, el matrimonio en crisis, el inmigrante… y, cómo no, el típico idiota insoportable. A partir de esas reuniones todos se propondrán mejorar su vida y atreverse a hacer cosas o a enfrentarse con situaciones que antes no habrían ni imaginado. Todos menos el idiota del grupo, Toni.
Y es que ya lo decía el refrán: tras la tormenta siempre llega la calma, y algo así será lo que experimente el personaje central de Los del túnel. Toni, personaje al que interpreta Arturo Valls -también productor de la cinta- y que recuerda en gran medida al comercial caradura de ‘Camera Café’, será el primero que experimente ese bofetón de realidad. Una vez que salga del túnel, en pleno subidón de adrenalina por lo que ha pasado en su interior y por haber esquivado a la mismísima muerte, se encontrará con la insoportable rutina diaria, vamos más de lo de siempre. Por ese motivo comenzará a frustrarse e intentará luchar contra su propia naturaleza para conseguir ser tan triunfador y ejemplar como el resto de la pandilla, todos viviendo en una nube tras la salida del túnel, pero nada parece funcionarle y el resto de grupo terminará por darle de lado.
Los del túnel es la comedia de situaciones y claramente de personajes con la que el hasta ahora guinista Pepón Montero ha decidido estrenarse como director. Su novedosa perspectiva de la historia será uno de los grandes aciertos de la cinta, que comienza su desarrollo donde normalmente aparecerían los títulos de crédito. Así, haciendo un guiño a las películas de catástrofes americanas, arrancará la historia con el típico plano-grúa que se eleva hacia el horizonte para mostrarnos ese ansiado final feliz donde los atormentados personajes se reencuentran con sus seres queridos entre besos y abrazos. En cuanto a los gags, algunos resultarán más graciosos que otros, pero por lo general quedarán bien incluidos en cada escena y totalmente compensados. El mayor problema de la cinta vendrá generado por su falta de ritmo en ciertos momentos, algo esencial en una comedia, y por el abuso de los fundidos a negro.
Un marcado ambiente tragicómico se dejará notar en una cinta donde sus personajes viven esforzándose en contentar y gustar a los demás continuamente, todo con tal de causar buena impresión al resto. No obstante ellos han sido los supervivientes del túnel y ahora deben dar ejemplo a la sociedad. Algo muy presente en la actualidad donde existe un alto grado de cinismo instaurado, y hasta bien visto, donde todo es “postureo”. Nos preocupamos más por mostrarle al resto del universo lo bien que nos lo pasamos, lo ideales que somos, los contactos tan maravillosos que tenemos, los viajazos que nos metemos para el cuerpo, en vez de preocuparnos de disfrutar el momento con las personas que tenemos al lado.
