Langosta presenta una inquietante realidad futura donde todos deberemos vivir en pareja o seremos perseguidos por la justicia. Así parte la nueva película de Yorgos Lanthimos protagonizada por Colin Farrell y Rachel Weisz.
Langosta: Crítica
Tan original como inquietante es el planteamiento del que parte la nueva película del director Yorgos Lanthimos, Langosta. Un título que despista demasiado al espectador a la hora de transitar por la cartelera semanal ya que no deja entrever nada de su argumento, pero que a su vez puede atraer a más de un curioso a las salas que nunca la habría seleccionado la cinta a priori. Eso sí, a los pocos minutos de metraje comprenderemos a la perfección un título tan extravagante: En un futuro no muy lejano nadie podrá permanecer desemparejado… solteros, viudos o separados serán ingresados, ¿bajo su voluntad?, en un hotel para encontrar pareja. La cuenta atrás ha comenzado, te quedan cuarenta y cinco días para enamorarte de los defectos y virtudes de tu nueva conquista o te convertirás en el animal que elegiste en el momento de llegada a tan curioso hotel.
¿Y si te vieras obligado a encontrar pareja sí o también a contrarreloj? La premisa de la que parte Langosta puede parecer absurda a simple vista pero para nada. Yorgos Lanthimos, en la primera parte de la cinta, aprovecha la ocasión para poner de manifiesto la absurdeces de convencionalismos y moralismos sociales que aún a día de hoy nos persiguen: la búsqueda del amor de pareja como algo primordial en la vida del ser humano; la monogamia; la definición sexual como algo vital -no importa si eres homosexual o heterosexual, pero una vez eliges ya no pueden variar a tus gustos-. De este modo el amor deja de ser algo espontáneo, con ciertos elementos mágicos e inexplicables, con mucho de afinidad y de química, para convertirse en algo automatizado que tan sólo responde a la razón y al miedo de resultar juzgados por el resto de la sociedad.
Así una vez aceptadas las reglas del juego de este universo distópico donde encontrar a “tu media naranja” es vital para mantener tu forma humana va conquistando al espectador, mientras va elevando la incertidumbre al encontrarnos ante la imposibilidad de nuestro protagonista Carlos (Colin Farrell) en conquistar o ser conquistado por alguna de las féminas que residen en el hotel. El tiempo para convertirse en esa Langosta cada vez esta más cerca… la decisión es clara, covertirse en animal o elegir a cualquiera, estemos o no enamorados. Es aquí donde se subraya la desfachatada y errónea idea que mantiene a muchas parejas juntas durante años pese a saber a ciencia cierta que son más que infelices juntos, pero de cara a la galería se presentarán como aquella pareja feliz que hace tiempo dejaron de ser.
¿Y si en ese momento decides romper con todo y permanecer soltero? Aquí entraremos en segunda parte de la cinta, que sin librarse del sarcasmo introduce un drama romántico en toda regla al presentarnos otra realidad tan inquietante y desgarradora como la anterior: aquellos fugitivos que han logrado escapar de las garras de la justicia por no encontrarse emparejados, deberán cumplir una máxima igual de radical, no enamorarse jamás.
Si alguien espera una comedia o un drama romántico convencional, esta no es su opción. Si por el contrario buscas un guion que logre sorprenderte, con planos admirables, una fotografía majestuosa, unos actores que realizan un ejercicio soberbio al garantizar una frialdad y quietud inquietantes, sí, esta es la película.