Musical optimista sobre la vida de Phineas Taylor Barnum, creador del circo. Canciones pop y una estética recargada para una película pensada para agradar al gran público.
Crítica
“El gran showman” es la pretensión de un gran estudio para asaltar la taquilla navideña de manos de la clásica historia de ascenso y caída desde una óptica optimista. Para lograrlo se vale de unos valores artísticos de gran parecido a “Moulin Rouge” y unas canciones pop de radiofórmula que contentarán a los menos exigentes. Para aquellos que busquen un musical más refinado y con mejores composiciones deberá optar por otra película. No sería de recibo contrastar este film con la otra gran apuesta del género en este año que ahora acaba, pues las comparaciones son odiosas y tampoco es necesario hacer sangre.
El guion equilibra bastante bien la historia con las canciones y el conjunto se siente rítmico y acorde con su ajustado metraje. Nada falta ni nada sobra en este relato que parece haber sido muy dulcificado a ojos del espectador más cínico, a tenor de lo que se nos cuenta. Barnum tuvo que ser una persona, cuanto menos, difícil de tratar y aquí se nos presenta de manera muy descafeinada, pasando muy por encima por el bache en su relación de pareja o dejando entrever, solo a grandes rasgos, su complejo de inferioridad con las clases altas.
El debutante Michael Gracey se desenvuelve bien tras la cámara con unos números musicales correctos, aunque menos espectaculares de lo que se les presupone. Además, los temas resultan demasiado reiterativos; sin que ninguno de ellos se quede en el recuerdo al salir de la sala. El tratamiento que hace de los personajes también es acertado, y aunque se pudiesen prever algunos fallos propios de una ópera prima, Gracey está muy bien arropado por un equipo técnico y artístico de primera, que elaboran un conjunto muy cohesionado.
La película cuenta con un reparto de caras conocidas donde destacan especialmente Hugh Jackman y Zac Efron, ambos con experiencia en el cine musical. El primero crea un afable Barnum y demuestra una vez más sus dotes como cantante y bailarín. El segundo constata que ya no es el jovencito de Disney y sigue acrecentando su talento a la espera de un papel que le haga despegar. Michelle Williams y Rebecca Ferguson elevan el conjunto cada vez que aparecen en pantalla, no así Zendaya, que mantiene la misma expresión en cada una de las escenas de cada una de sus películas. El elenco de artistas de circo representa los momentos más emotivos del film con canciones que llaman a la aceptación de los diferentes; el tema más interesante de la cinta y el menos explotado.
La fotografía de Seamus McGarvey, como siempre, es digna de elogio aunque en este caso es demasiado esteticista y recargada para cumplir con esa estética tan artificial y circense que la asemeja con la antes citada “Moulin Rouge” y que puede llegar a resultar contraproducente más allá de los números musicales. Unas piezas efectivas, sobre todo aquellas que se producen en el entorno del circo, pero sin llegar a emocionar en ningún momento ni quedarse grabadas en la retina. Algo que sí que consiguen los buenos musicales.
“El gran showman” es una película correcta, optimista, con un mensaje positivo, ideal para disfrutar en navidades. Sin embargo, palidece en comparación con otras hermanas del género y se queda en una mera anécdota con la que pasar el rato en estos fríos días de invierno.
