Con determinación y delicadeza, el reconocido cineasta portugués Joaquim Pinto realiza una obra que parece ser construida sobre la marcha y que establece con el espectador una conexión directa, sincera y, sobre todo, natural.
Crítica de la película: “E agora? lembra-me”
Tratar la intimidad es siempre una tarea complicada. Demasiado sentimiento impostado, demasiada carne, poco realismo… la intención de contar una imagen concreta del “yo” suele complicar y condicionar de una forma evidente e impostada el contenido y la forma. También ocurre, cuando se habla de enfermedades terminales o crónicas, que la tendencia es la de dirigir la mirada hacia una lágrima que, aunque provocada por motivos válidos, en una pantalla acostumbra a sonar tramposa. Quizás por ser consciente de esos antecedentes, E agora? Lembra-me comienza con un plano de considerable duración centrado en el lento movimiento de una babosa. Desde ahí, Pinto, decidido a compartir con el espectador el año que pasará probando su nuevo tratamiento, confiesa en over sus circunstancias y sus intenciones y, desde la conciencia de la propia proyección, se disculpa directamente con el público por lo que su enfermedad haya podido influir en los fallos del documental.
Durante el año que cubre E agora? Lembra- me, muchas cosas cambian en la vida de Pinto y en el contexto en el que vive. Siguiendo esa narración siempre en primera persona desde el presente de la grabación, el director comparte su vida diaria, sus pensamientos, sus acciones y sus miedos centrándose sobre todo en aquello que ocurre en los márgenes (contemplación, esperas… los tiempos muertos), de modo que no hay tema que no quede por cubrir. Casi como si fuera un ejercicio propio de expiación y de autoconsciencia (en definitiva, el filmar y el cine como forma de perpetuar lo que irremediablemente desaparece), Pinto comparte sus obsesiones (que, teniendo en cuenta sus circunstancias, están muy enfocadas hacia la muerte y a la ausencia de sentido de la vida) y también da cuenta de sus propios sentimientos y sensaciones según el tratamiento va avanzando (cómo este le afecta cada vez más hasta dejarle sin fuerzas y casi sin sentido). Con delicadeza y sin estridencia, este progreso de tiempo y de metraje evidencia que su vida y necesidades cambian por lo que, en consecuencia, las directrices del film también.
Por una parte, la intimidad conyugal evitada en un principio se revela como un pilar base del metraje: si bien Leonel solo coge la cámara para ayudar a Pinto cuando este se encuentra débil, pronto toma la iniciativa de la grabación y el documental mira de un lado más profundo hacia su relación y su convivencia retratando, sin necesidad de diálogos o de mostrarse morbosa, los aspectos más personales. Por otro lado, teniendo como punto de referencia y amenaza la evolución de Jo, Pinto presta especial atención a un entorno animal y vegetal que consigue vivir libre y armónicamente frente al propio cineasta, que se encuentra preso de dolores, miedos y de un veneno químico que parece matar lo poco que todavía decide sobrevivir en él.
Conectando de una manera inequívoca fondo y forma, E agora? Lembra- me cambia también de ritmo y de estilo según el estado y el ánimo del portugués. Mientras se lamenta de que la medicación lo atonta y le impide comportarse de una manera “normal”, las imágenes siguen su mismo fluir y, como su voz, se repiten, cambian de motivo y hacen extrañas conexiones: el documental consigue así no solo dar acceso a los pensamientos de Pinto, sino también al interior de su cabeza, y lo que parece comenzar como una narración cronológica pronto se descubre como un pastiche de sentimientos y vivencias configurados a partir de distintos materiales y una banda sonora que, si bien inesperada, entronca de manera delicada y contundente con los sentimientos del documental.
No obstante, lejos de resultar este un diario o ensayo en el que la desesperanza y el caos lo inundan todo (con alusiones incluidas a la reforma sanitaria española o la ola de incendios que arrasó Portugal), en este vaivén de temas, imágenes y sonidos, queda constancia de la intención de Pinto (y la motivación de Leonel) por continuar y batallar cada día para disfrutar de lo que se les ofrece, con un halo de voluntad y optimismo que pesan más en la balanza del documental que cualquier presencia de muerte.
Merecedora de la enorme cantidad de galardones que ha conseguido, E agora? Lembra- me resulta acogedora e inspiradora porque no se limita únicamente simplemente a ser un diario de una enfermedad: es, a partir de ella, una reflexión sobre la vida, propia y general, así como sobre las posibilidades y la trascendencia del ser humano en un mundo que parece condenado a evolucionar, sin sentido ni respuestas, hacia delante.
Sinopsis: “E agora? lembra-me”
Argumento: Joaquim Pinto, reconocido cineasta, está afectado de VIH y VHC. En el 2011, coincidiendo con las elecciones en España, comienza en Madrid un nuevo tratamiento experimental para sus enfermedades que se prolongará durante un año y que, paralelamente, su amiga Jo ya ha iniciado antes que él. Documentando con su cámara este periodo, Pinto retrata su día a día y el de su pareja, Nuno Leonel, al mismo tiempo que refleja los cambios que la medicación le provoca y los que se producen en el mundo que le rodea.