Por fin, ya iba siendo hora, se estrena en España la tan esperada secuela de las maquinas con alma y conciencia: ‘Transformers 4: La era de la extinción’. Una excusa para seguir con la agotada saga que hará las delicias de los fans de los efectos digitales.
Sinopsis de ‘Transformers 4: La era de la extinción’
Tras lo ocurrido hace cuatro años en Chicago parece que Autobots y Decepticons han desaparecido de la Tierra. Cade Yeager, un inventor sin éxito, encuentra un Marmon semi-trailer que al intentar repararlo descubre que es algo más que un camión, es Optimus Prime, el malherido líder de los Autobots. Una vez reparado Optimus, Cade, su hija, el novio secreto de ésta y el resto de sus compañeros Autobots saldrán al encuentro de Lockdown, un Transformer cazador de recompensas que, en colaboración con el desquiciado agente de la CIA Harold Attinger, busca destruir a Optimus.
Crítica de ‘Transformers 4: La era de la extinción’
Para abordar Transformers 4: La era de la extinción hay que tener en cuenta una serie de preliminares antes de llegar al éxtasis cibernético; de era de la extinción muy poco, la saga está viva y goza de buena salud, muy mal tendrían que ponerse las cosas para que los incondicionales no disfrutaran de una continuación de los juguetes de Hasbro; el producto, no confundir con algo semejante a cine, no dejará de llenar las multisalas avocadas a un público adolescente y epiléptico, hablamos de un negocio, por cierto protegido y espoleado por su gobierno, no de cine de autor; por último evocamos las palabras de Michael Bay en las que afirma que da igual el odio que le puedan profesar los críticos, es más, algo que dudamos con profunda rotundidad, todo lo negativo le sirve para construir una base más sólida y, digan lo que digan, los cines se llenarán incondicionalmente. Afirmaciones que son difícilmente discutibles viendo las taquillas mundiales.
Sin embargo ‘Transformers 4’ es una aportación más a una saga que empieza a demostrar signos fehacientes de agotamiento, la película de Bay pretende algo que está muy lejos de lograr: sorpresa. Y es que al seguidor más complaciente la tensión le llevará al borde del colapso y el espectador más exigente no dejará de recibir calambres en sus posaderas. El director, aunque sea un argumento muy sobado pero no por ello lleno de realidad, construye una realización efectista, no arriesga mucho en su planificación, es decir no se le ocurre nada nuevo. Y en este punto muerto, money is money, lo mejor hubiera sido cerrar la estúpida antología de memeces y apostar por un fino e inteligente final para los Autobots y sus comadres, pero un final definitivo no medias verdades.
Michael Bay ante el cansancio de su anterior reparto, se decidió en sus papeles protagonistas por un justito Mark Walberg ejerciendo de inventor chiflado, científico idealista que ejerce de protector de los ideales más reaccionarios, idiotas y manidos del cine americano. Lo que nos lleva a una dura conclusión: o esta gente espera (y creen) que el espectador es idiota integral o realmente se dirigen a individuos con encefalograma plano. Y, claro que la mayoría no es imbécil, lo que pasa es que te lo envuelven con un lazo precioso: efectos visuales y sonoros, eso sí en pantalla grande, impolutos. El resto de reparto, un cansino Stanley Tucci, en el papel de diseñador paranoico que pretende crear sus propios Transformers, pero no por culpa de su trabajo, es que su personaje no da para mucho; una sexual Nicola Peltz (Tessa ,la hija de Cade); un anodino Jack Reynor (el novio de Tessa) y Kelsey Grammer(Harold Attinger), a Frasier le deben ir muy mal sus finanzas.
Según las declaraciones anteriormente señaladas del realizador, su idea era contribuir con más profundidad y demostrar cierta humanidad en los robots. Parece ser que Ehren kruger, el guionista, estaba de vacaciones, porque claro la dimensión que vemos en Optimus y compañía es una dimensión descerebrada que para eso son máquinas aunque con alma. Kruger construye, además de un eterno guion, todos los lugares comunes, que da por supuesto que es suficiente para su público poco exigente, las tramas más absurdas ( el final, ¿quién lucha contra quién?), los diálogos más que insustanciales y repetitivos ( por favor, que el padre pederasta deje en paz a su retoño) y personajes y máquinas , incluso éstas, que no saben muy bien a dónde van. La pretenciosa hondura se diluye por unos personajes y acciones fatuas, por una duración del metraje innecesaria y por un mercantilismo tan evidente que haría sonrojar al más capitalista: Hong Kong no es fortuito hay que contribuir abriendo camino en China, no en vano es la película más taquillera en este país.
En definitiva, ‘Transformers 4: La era de la extinción’ es una continuación pura y simple de la saga, que lo único innovador son los efectos digitales, la postproducción, que si es lo único que buscas, pues el resto sobra, que la realización, en cuanto a tal, resulta repetitiva y empalagosa y que el argumento se pierde en una maraña de subtramas sin terminar de resolver que producen desconcierto. Transformers 4 es simplemente una ampulosa apuesta por el tirón de los robots.