Wally Pfister, reconocido director de fotografía gracias a títulos como Origen o la última saga de Batman, debuta como realizador con ‘Trascendence’, una película fundamentada en muy buenas e inquietantes ideas que acaban por diluirse en una resolución final tan típica como forzada. Lo abstracto e interesante se transforma en ambiguo e intrigante para ser reducido a la mínima y aburrida opción “bueno” o “malo”.
Sinopsis de la película ‘Transcendence’ (2014)
El mundo está a punto de vivir una de las más importantes revoluciones tecnológicas de la historia. El Dr. Will Caster (Johnny Depp), lleva años a la cabeza de un ambicioso proyecto donde varios equipos de investigación trabajan en diferentes laboratorios tratando de dar solución a un problema que permitirá a la inteligencia artificial ser autoconsciente, sensible y emocional. Algo a lo que el Dr. Will Caster ha denominado como “Trascendencia”.
El proyecto, que está a punto de darse a conocer al mundo, tiene un grupo radical de detractores llamado RIFT (Revolución de la Independencia Frente a la Tecnología) que defiende la evolución de las especies al margen del uso tecnológico. Su líder Bree (Kate Mara), hará todo lo posible para que “Trascendence” no llegue a llevarse a cabo.
Tras los distintos sucesos, de sabotaje los compañeros de investigación, Evelyn (Rebecca Hall) también esposa del Dr. Will Caster, y Max Waters (Paul Bettany) su mejor amigo, se verán obligados a usar una forzosa línea de investigación que llevará a Will a formar parte activa de esa “Trascendencia”.
Crítica de la película ‘Transcendence’ (2014)
La ciencia ficción y la tecnología siempre ha dado muy buenos temas de reflexión al mundo cinematográfico. A.I. Inteligencia Artificial, 2001, Una odisea en el espacio, Terminator, Superman III, Cortocircuito, Matrix, Engendro mecánico, Yo Robot… y otras tantas películas han tratado antes el tema de la inteligencia artificial que toma conciencia de sí misma. Sin embargo, Trascendence, hace una aproximación a la ficción desde un punto de vista científico bastante razonado mientras argumenta sus posibilidades con información de actualidad.
Este es sin duda un punto de partida muy interesante y atractivo ya que, el acercamiento de la posibilidad científica sobre un tema tan visto, la conciencia de la I.A., hace que queramos creer en una historia muy poco probable. Más atractiva se torna cuando apenas ha empezado la película, el protagonista, interpretado por un hierático Johnny Depp, se enfrenta a un debate moral en el que los espectadores plantean sus inquietudes sobre la ética de crear al ser más inteligente, racional, emotivo y sensible de toda la historia. Algo que fácilmente podría acercarse a una deidad ya que, con su inimaginable capacidad analítica y de estudio, su instalación y uso de cualquier dispositivo tecnológico mundial, podría llegar a ser omnipresente y omnisciente en casi todo el planeta tierra.
Un comienzo prometedor y cuidadamente verosímil, da paso a la primera cojera del guion (Jack Paglen) de “todo vale” dentro de la ficción. Se abandonan los laboratorios de investigación, aquellos que llevan años tratando de acabar con un problema irresoluble donde trabajan cientos de laboriosos científicos, para que tres personas, los más listos, tengan éxito en el garaje de su casa.
Tras la despedida del poco realismo con el que contaba, todavía quedan algunos interesantes dilemas éticos al que el espectador, que tiene una bestial cultura en el género, podría agarrarse. El dilema moral de crear un Dios y, de ser creado, ¿cuáles serían sus consecuencias? Por supuesto, hasta que llegue este punto, ya se ha desaprovechado una gran parte de película en poner en fútiles antecedentes y quedará menos tiempo para algo que podría ser infinitamente más interesante. Pero poco a poco, la posible cuestión moral superior se irá desvaneciendo para que el tema trascendente sea, si hay que apagar el asunto o no, porque nadie sabe a ciencia cierta si el trascendido Dr. es bueno o malo.
Eso sí, en el camino podremos estar muy entretenidos viendo como el ser adquiere más y más poder, mientras necesita más y más potencia para llevar a cabo su plan maestro de mejora y reparación de la humanidad (bendita nanotecnología) cual la clásica “La invasión de los ladrones de cuerpos”, momento en el que ‘Trascendence’ quiere abarcar tanto que acaba por no aferrar nada.
Para finalizar, no habrá manera de evitar tiros, explosiones y lucha por la supervivencia de la raza humana. Los buenos se desvelarán malos, los malos se desvelarán buenos, los terroristas amigos, el ejército será terrorista, la máquina se volverá humana, los humanos máquinas y se nos revelará que todos eran alienígenas… ¿o me estoy confundiendo con aquella película que vi cuando…? En cualquier caso, como le pasa a los thrillers de los últimos tiempos (¿o es que así son todos los thrillers?), tanto querrán marear la perdiz que, salga por donde salga, sorprenderá por la indiferencia de un resultado que, previendo la dirección del guion, podría ser de cualquier manera. ¿Pero por qué les gustará simplificar tanto los argumentos?