Después de 23 años alejado del mundo del cine, el polifacético Alejandro Jodorowsky regresa a la cartelera con ‘La danza de la realidad’, donde adapta su propio libro homónimo. El film supone una mirada surrealista y fantástica a su infancia en Tocopilla (Chile).
Sinopsis de ‘La danza de la realidad’
‘La danza de la realidad’ narra la infancia del escritor, cineasta, actor y psicomago chileno Alejandro Jodorowsky a través de sus vivencias y recuerdos en su ciudad natal, Tocopilla.
Crítica de ‘La danza de la realidad’
Los primeros minutos de La danza de la realidad parecen sugerir una experiencia, cuanto menos, curiosa y original. El mundo onírico de Federico Fellini es evocado en un pequeño acercamiento al mundo circense, así como en el claro homenaje representado en la figura de la voluptuosa madre de grandes senos que tanto recuerda a la estanquera de ‘Amarcord’ (1973, Federico Fellini).
Alejandro Jodorowsky construye, como hiciera Fellini, una película a base de recuerdos de su infancia, mezclándolos con dosis de fantasía, surrealismo y situaciones grotescas (para los anales de lo inclasificable quedará esa inolvidable escena donde Pamela Flores, madre en la ficción de Jodorowsky, orina encima de su padre [encarnado por su hijo Brontis] para curarle la lepra). Pero el regreso al cine del psicomago, después de 23 largos años sin rodar absolutamente nada, no puede ser más decepcionante. Muy poco hay que rescatar del naufragio cinematográfico que supone su nueva criatura fílmica, de 130 interminables minutos de duración. Un pobre guión, las limitadas interpretaciones de los actores (entre los que se incluyen tres hijos del propio Jodorowsky) y una torpe realización dan al lastre con lo que podría haber sido un digno capítulo dentro de la filmografía de Jodorowsky, el que otrora firmara interesantes trabajos como ‘El Topo’ (1970) o ‘Santa Sangre’ (1989).
‘La danza de la realidad’ está llena de elementos comunes del cine de Jodorowsky, y de esta forma podemos presenciar tanto personajes extravagantes como escenas con grandes dosis de simbolismo. Pero en esta ocasión todo el elemento reflexivo deviene en una pseudo-filosofía como consecuencia de un fallido trabajo donde lo que vemos resulta hueco, autocomplaciente y demasiado introspectivo. Casi como si Jodorowsky hubiera hecho una película tan sólo para sí mismo, queriendo con ello redimir fantasmas del pasado o intentar encontrar unidad, coherencia y sentido en una infancia difícil.
Y es que poco o nada funciona en el último trabajo de Jodorowsky, donde todos sus defectos como cineasta salen a relucir, pese a su intento de usar el cine como vehículo transmisor de conceptos y vivencias, y en el que sin embargo sólo resalta un narcisismo fuera de lo común. En ‘La danza de la realidad’ no funciona ni la dirección de actores (donde los peores parados de la función son precisamente sus propios hijos, a excepción, quizás, de Brontis Jorodowsky), ni su plano y hueco guión, con frases machaconas y sin hilo conductor, en el que se atreve incluso a abandonar la historia y el punto de vista del joven Jodorowsky para adentrarse en la de su padre sin justificación alguna. Tampoco en el apartado técnico el film aporta nada (hasta constantes fallos de raccord nos regala por doquier el psicomago), destacando tan sólo el trabajo de fotografía de Jean-Marie Dreujou.
Ante tanta deficiencia, resulta difícil dejarse embaucar en esta ocasión por el universo del chileno. Sus constantes imágenes sugestivas o simbólicas carecen de la fuerza necesaria para expresar todo lo que debieran, más bien se quedan en el intento y bordean el absurdo. ‘La danza de la realidad’ es un experimento llevado hasta las últimas consecuencias que nada tiene que ver con otros interesantes films de Jodorowsky, y que acaba siendo un disparate de altura.