Impulsado por la buena acogida a nivel general obtenida el año pasado gracias al estreno de Land Of Mine (Bajo la Arena), su director, Martin Zandvliet, se suma a la nómina de directores Netflix, con un film ambientado en la yakuza japonesa a mediados de los cincuenta.
Sinopsis de The Outsider
Osaka, año 1954. Nick Lowell (Jared Leto), un americano preso en la cárcel de esta ciudad, establece en su confinamiento una relación con Kiyoshi (Tadanobu Asano), un destacado miembro de la Yakuza. A cambio, este no sólo moverá los hilos para acelerar la salida de Nick de prisión, sino que también le ofrecerá la posibilidad de hacerse un lugar en el interior de su organización.
Opinión de TheOutsider
Si al hecho de situarse a rebufo de la marca Netflix, sumamos el más que evidente tirón comercial de poder contar con un protagonista de relumbrón, como es el caso del ganador de un Oscar Jared Leto, quizá así, y sólo así, obtengamos una explicación aritmética de la llegada de este film a la plataforma de VOD. Con esto, no nos queda otra que ir de frente: hay muy pocas cosas que se puedan salvar de este producto, una película fría y carente de alma, en cuyo visionado el espectador siente, en todo momento, que el resultado visto en pantalla es consecuencia de decisiones erróneas. El diseño de producción es tan rácano, que aunque la película esté ambientada en los cincuenta, podría situarse perfectamente en cualquier otra época; la ausencia de soundtrack hasta el último tercio contribuye únicamente a incrementar la sensación de pretenciosidad; la química entre los protagonistas es inexistente; incluso la violencia, que la hay, es fría y anticlimática.
Todo lo anterior nos conduce, queramos o no, hacia una falta de interés completa respecto a la propuesta argumental de The Outsider: ni la adaptación de Nick al cerrado e idiosincrásico mundo de la mafia japonesa, ni la consabida relación de amor prohibido, ni las tensiones entre las dos facciones criminales que se disputan el control de Osaka, ni siquiera el gran enigma de la película (¿de qué demonios huye Nick?; ¿se trata de un simple desertor o esas miradas de alarma hacia el cielo en respuesta al vuelo de un avión esconden algo más?), apenas señaladas, interesan al espectador una vez ha alcanzado el ecuador del metraje.
En cuanto al plano interpretativo, mucho me temo que el film tampoco levanta el vuelo. Jared Leto invierte dos horas en pasear su paliducho cuerpo, sin modificar un ápice el rictus del rostro, ofreciéndonos un trabajo sin matices ni contenido, y cuyo único logro consiste en arrebatarnos, como espectadores, cualquier brizna de empatía que pudiéramos albergar hacia las desventuras de Nick Lowell. Takeshi Kitano ya tenemos uno, y emularlo de este modo da un poco de vergüenza ajena. Asano, por su parte, hace lo que puede con lo que tiene en su rol de Kiyoshi; y, aunque cueste creerlo, es probable que lo mejor de la película en este apartado corresponda a los diez minutos que Emilie Hirsch sale en pantalla como el militar Paulie Bowers.
En resumen, una película cuyos aspectos formales y decisiones narrativas hacen que incurra en el peor de los pecados posibles para un film de género: aburrir.