Tras la grata sorpresa que fue para el público Intocable, la quinta colaboración del actor Omar Sy con los directores Oliver Nakache y Eric Toledano viene dispuesta a repetir el éxito de su predecesora con una propuesta más dramática pero igual de humana.
Sinopsis de la película “SAMBA”
Samba (Omar Sy) es un inmigrante senegalés que, tras llevar 10 años viviendo en Francia, acaba en un centro de internamiento de extranjeros cuando le es denegado el permiso de residencia. Allí conoce a Alice (Charlotte Gainsbourg), una voluntaria de un centro social que, mientras trata de resolver sus propios problemas, intentará ayudarle. Con una orden de expulsión amenazándole, Samba sale a la calle y su contacto con Alice se intensifica, superando el mero ámbito profesional. Sin embargo, las circunstancias y sus elecciones harán que las vidas de ambos sean de todo menos fáciles.
Crítica de la película “SAMBA”
Una boda por todo lo alto y unos friegaplatos que trabajan a destajo casi amontonados en una cocina: Samba comienza con un plano secuencia que conecta la opulencia más despreocupada con la parte de la realidad menos glamourosa y privilegiada. Este plano inicial no es solo un recordatorio de lo conectados que nos encontramos todos en esta vida, es también una clara declaración de las intenciones de un film que conduce al público hacia esos lados a los que, a veces, da injustificada pereza mirar.
Samba podría calificarse como un drama que contiene muchos puntos de luz. Desde un tono amable que decide volverse amargo en los momentos exactos, el filme se centra principalmente en la historia del joven senegalés, intentando abarcar con su trama (y quizás con demasiada ambición temática) cada una de las casuísticas posibles para un inmigrante ilegal. Con una clara voluntad de compromiso, Nakache y Toledano pretenden mostrar al espectador cómo es la vida cuando se acaban las opciones, cuando se tiene miedo de ser descubierto, cuando sobrevivir y vivir son acciones casi excluyentes. No obstante y pese a la intención de denuncia, la elección de convertir a Samba no en una tragedia inevitable estilo Biutiful (Alejandro Glez. Iñárritu, 2010), sino también en una reflexión sobre el extenuante e inútil ritmo de vida moderno adornado, a su vez, con pinceladas de comedia romántica, hacen que la película tienda a desequilibrarse por momentos ante la falta de un objetivo claro. De esta forma, la trama de la lucha contra el sistema de Samba se ve complementada por la del personaje de Alice, una mujer que busca también seguir con su vida a pesar de sus circunstancias y ansiedades. Lamentablemente, el retrato de esta mujer como prototipo de un encantador caos moderno no deja de ser un complemento a las necesidades y costuras del protagonista masculino y, sus escenas en solitario, una distracción de la trama principal.
No obstante y a pesar de sus cambios de tono, Samba sigue mereciendo un visionado. Primeramente, por las interpretaciones, en las que, además de los protagonistas, destacan unos secundarios en estado de gracia (sobre todo Tahar Rahim). Por otra parte, por el guión que, aunque desconcierte por momentos, contiene pequeños detalles que consiguen mostrar lo cruel e injusto de la vida de una forma tan irónica y absurda que hacen de estas píldoras de humor negro elementos esenciales para aligerar y dotar de credibilidad a la película.
Samba es por tanto una película que, aun siendo amable, está dispuesta a hablar sin tabúes de problemas existentes y diarios. Con la única pega de que necesita acotar más sus pretensiones temáticas, se convierte en una buena opción en cartelera que hará pasar un buen rato al espectador al mismo tiempo que le hará salir del cine mirando la calle de una manera diferente.