Tras haber cosechado una gran reputación y una considerable lista de premios alrededor del mundo, por fin llega a nuestras carteleras “Birdman o (la inesperada virtud de la ignorancia)” la última película de Alejandro González Iñárritu. Un filme que destaca por su tremendo potencial a la hora de sorprender al espectador gracias a la originalidad conseguida tanto en el guión como en el montaje. En definitiva, una apuesta segura para el recién estrenado 2015 y para la lista de esos largometrajes que darán mucho de qué hablar.
Sinopsis de “Birdman”
Michael Keaton interpreta a Riggan, un actor cuya reputación como tal nace de la interpretación de Birdman, un superhéroe del que sabemos muy poco a pesar de tener un poder increíble, no sólo en la ficción, sino también en la vida del protagonista. Por tal de dar un nuevo enfoque a su carrera, Riggan inicia un proyecto en el mundo del teatro (la adaptación de la novela “De qué hablamos cuando hablamos de amor” de Raymond Carver), pero el miedo al fracaso y el esfuerzo necesario para conseguir el éxito obstaculizarán su camino, hasta el punto de hacer que se plantee su futuro en el mundo de la interpretación. A ello se unirán la presencia de Mike (Edward Norton), un actor difícil de tratar que intenta llevarse todo el mérito posible, y Sam (Emma Stone), su hija, con la que mantiene una relación complicada.
Crítica de “Birdman”
Cuando un largometraje tiene un impacto cómo el que “Birdman“ o (la inesperada virtud de la ingorancia) ha conseguido a lo largo de los últimos meses, es inevitable ir al cine con buenas expectativas, aunque siempre debemos racionarlas, pues nunca es bueno dejarnos llevar por una reputación demasiado inflada (lo que conocemos como hype, en inglés). En cualquier caso el nuevo filme de Alejandro G. Iñárritu cumple con creces lo esperado, pues se trata de una experiencia fílmica ciertamente diferente a la que propone el resto de su filmografía (sobre todo si tomamos como referencia Amores Perros, una de sus producciones más notables), lo cuál provoca la simpatía del público, que se expone a un filme diferente, cargado con el ingenio que el director mexicano tiene a la hora sorprender al espectador.
Birdman o (la inesperada virtud de la ignorancia) tiene la peculiaridad de ser uno de esos filmes cuyo potencial recae en la suma de sus partes, es decir, que no se trata de un largometraje cuyo guión (por poner un ejemplo) destaque de forma notable y eleve al resto del filme a un nivel considerable, sino que es una de esas producciones que destacan por mostrar equilibrio entre los diferentes componentes que configuran el material. En primer lugar, cabe destacar el montaje, pues es el encargado de abrir el filme y darnos una –muy buena– primera impresión gracias al uso de un plano secuencia que no parece tener un final aparente y que dará continuidad al metraje. Un recurso utilizado anteriormente (véase La soga de Alfred Hitchcock, por ejemplo), pero que nos cautiva de igual forma gracias al uso de recursos originales, que destacan por su sutilidad a la hora de llevar a cabo transiciones temporales y cambios de escena. Además, a este montaje se le une una música monótona (en el mejor sentido posible), ligada a la percusión propia del jazz y que a lo largo del filme jugará con el montaje para mostrarnos su procedencia. Asimismo, no podemos pasar por alto el guión, inteligente y dinámico, que se inserta en un contexto dramático a la vez que da rienda suelta a escenas de humor negro. En definitiva, un cóctel de contrastes que da un toque polifacético al carácter del filme, haciéndonos experimentar emociones muy diferentes.
Todos estos componentes se suman en un filme cuya temática trata el mundo del cine y la interpretación, creando una metaficción (cine/teatro dentro del cine) que pondrá de manifiesto tanto el panorama cinematográfico como el teatral, contemporáneos, haciendo uso de un reparto que actúa como reflejo de sí mismo (tal y como sucede con Micheal Keaton, que interpreta a un actor que dio vida a un superhéroe, tal y como hizo él con Batman en varias ocasiones), con el propósito de convertir el filme en un material fiel a una realidad concreta.